¿Puede resultar la muerte voluntaria el único modo de hacer el bien?
Keserü trabaja en una editorial y ha recogido papeles póstumos de B, su amigo escritor, que se ha suicidado. Busca entre ellos una novela inédita y se embarca sin esperarlo en la revisión de su propia vida.
Es entonces cuando comienza a desvelarse también la historia detrás del escritor: su pasado en Auschwitz, sus historias de amor, sus obras inacabadas y la influencia que tuvieron sobre él los cambios políticos de finales de los ochenta.
La crítica ha dicho:
«Kertész fue un hombre que usó la palabra con la más noble de las intenciones: ayudarnos a seguir siendo humanos.»
Fernando Aramburu, El Mundo
«Uno de los más grandes escritores de la segunda mitad del siglo XX.»
César Antonio Molina, El País
«Una novela desoladora y kafkiana que retrata la sinrazón y la brutalidad humanas a través de las huellas que dejan en sus víctimas.»
Javier Barrero, Libros y Literatura
«Kertész se considera un escritor judío, por tanto, universal; europeo, por tanto, apátrida. [...] Unas páginas magistrales, de las que solo podemos aprender.»
César Antonio Molina, ABC
«Con una de las trayectorias intelectuales más sólidas del siglo XX.»
Francisco Recio, La Opinión de Málaga
«Leyendo a Kertész, muy (auto)exigente y hondo, cunde la emoción de compartir la lucidez de un testigo excepcional del siglo XX.»
Iñigo Urrutia, El Diario Vasco
«Examina con la gélida lucidez habitual una realidad que cambia. Tanto en su país, Hungría, al que cada vez encuentra más violento, incomprensible y grosero, como en una Europa que, tras la caída del muro de Berlín, asiste a la guerra de los Balcanes con una mezcla de asombro y frivolidad.»
Pablo Martínez Zarracina, El Correo
«Con un talento excepcional, Kertész configuró una literatura de reparación.»
Fulgencio Argüelles, El Comercio
«Su relato excede aquellas alambradas, a lo que suma un irreductible aliento ético y el poderoso estilo de su escritura. Un mundo en el que adentrarse.»
La Voz de Galicia
«Me temo que los admiradores de Kertész lo somos en función de nuestra entrega absoluta, como la suya, en último extremo por encima de la vida, a la literatura, la misma literatura que lo sostuvo, a pesar de los pesares, frente a las adversidades políticas, la mísera naturaleza del hombre, la culpa de cada cual y la vergüenza propia, la suya, la de todos.»
Fermín Herrero, Epicuro