Pudor

Santiago Roncagliolo

Fragmento



Índice

Portadilla

Índice

Dedicatoria

Definición

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24

Capítulo 25

Capítulo 26

Capítulo 27

Capítulo 28

Capítulo 29

Capítulo 30

Capítulo 31

Capítulo 32

Capítulo 33

Capítulo 34

Capítulo 35

Capítulo 36

Capítulo 37

Capítulo 38

Capítulo 39

Capítulo 40

Capítulo 41

Créditos

Grupo Santillana

A Carla, que nunca lo tuvo.

Pudor

(del lat. Pudor-ris) m.

Honestidad, modestia, recato.

(del lat. Pudor-is) m.

Desus. Mal olor, hedor.

Capitulo 1

El primer fantasma apareció el día en que murió la abuela, en el hospital. La abuela llevaba ya dos semanas ahí y, todas las tardes, Sergio, Mariana y su mamá iban a visitarla. Solían hablar mucho de las cosas lindas que decían que harían cuando ella saliese del hospital. Pero la abuela no podía hablar con esos tubos en la nariz y en la boca. Tampoco parecía escuchar. Sergio no entendía para qué iban, era como hablar con la cama vacía.

Además, papá le había prometido a Sergio llevarlo a Disney. Pero no se podían ir hasta que la abuela se sintiese mejor. Cada tarde, nada más llegar, Sergio le preguntaba a la abuela por qué no se ponía bien para ir a Disney. Y le rogaba que sanase rápido, porfa, porfa. Entonces mamá reía tan fuerte que parecía que iba a quebrar las ventanas. Y le repetía a la abuela lo bien que se veía. Luego, a solas, lo regañaba. Estaba claro que mamá no quería ir a Disney. Tampoco Mariana, que cada vez que iba al hospital se quedaba en silencio con cara de mal humor y con los brazos cruzados. Aunque, pensándolo bien, Mariana siempre estaba así.

El último día, un doctor les dijo que no podrían ver a la paciente. Luego, se llevó a mamá a un lado y dijo más cosas que Sergio no pudo oír. Mamá volvió minutos después. Se notaba preocupada. Dijo que debía comprar medicinas y dejó a los chicos en el pasillo. En cuanto se fue, Mariana dijo que tenía cosas que hacer.

—¿Adónde vas? —le preguntó Sergio.

—¿A ti qué te importa? —respondió Mariana.

—Se lo diré a mi mamá.

—No le digas mamá. Tú eres adoptado.

—¡Mentira!

—Verdad. Te encontramos en una bolsa de basura al lado de la casa. Y te podemos devolver ahí.

Mamá le había repetido varias veces que no era adoptado. Pero cada vez que Mariana lo afirmaba, sembraba la duda. Sergio prefirió dejarla ir para que no lo atormentase. Le sacó la lengua. Ella le devolvió el gesto con el dedo medio de la mano mientras se iba. Sergio se quedó en el pasillo jugando con su Robo-Truck (que se convierte en camión). Estaba librando una importante batalla contra los centauros de Gondrath. Cuando acabó de destruir a todos los convoyes enemigos, mamá no había vuelto aún. Y a Sergio se le ocurrió jugar con la abuela.

Mamá le había dicho que la abuela no podía levantarse de la cama, pero se puede jugar a muchas cosas sin levantarse de la cama, como a los muñecos, el ahorcado y la guerra de escupitajos. Sergio agarró su muñeco, abrió la puerta 366 y entró. La abuela estaba conectada a varios aparatos y botellas que se insertaban en su brazo izquierdo, en su cara y en su pecho. Sergio pensó que la abuela se parecía a Robo-Truck. Podemos jugar a la invasión de los robots, pensó. Se lo sugirió a la abuela, pero ella no respondió.