Lxs niñxs de oro de la alquimia sexual

Autor Provisional
Tilsa Otta

Fragmento

indice

Índice

Portadilla

Epígrafe


1. Mono platirrino en el castillo de Neuschwanstein

2. Rockstar del cosmos

3. Los misterios de Leo

4. El ser humano puede ver el futuro

5. Mi mamá me cree

6. Teofanía

7. Wikipedia otra vez (habla y escribe lo que ves y escuchas)

8. Si no una maestra, al menos una compañera

9. En la rocola tornasol suena «Glándula pineal»

10. Perrita perdida

11. Demasiada información

12. Home session #6

13. Opuestos complementarios

14. Acoso místico

15. Está deliciosa el agua

16. Inmóvil, con un pie en el aire

17. Bi-curiosidad profesional

18. Poca tolerancia al alcohol

19. Inesperado after de un triste fracaso

20. Una población obscena de endorfinas

21. Lxs niñxs de oro de la alquimia sexual

22. Primera visión

23. El ataque del Demonio

24. Malas y buenas noticias

25. Cuando solo quieres alcanzar la iluminación a través del sexo sagrado y alguien te pregunta si te interesa una forma rápida de ganar dinero

26. Experimento energético de polaridades iguales #1

27. Cuando salgo bien librada de un proceso en Cosmos

28. Atraída por la rosa sin espinas al jardín carmesí de terciopelo

29. Combo marino #2

30. Y esto es lo que hace Eros

31. Lista de visiones que anoté hasta hoy 24 de junio de 2018

32. Donde la señal de internet no llega

33. Selfies mentales en la Agharta (tecnologías del placer)

34. Dieciocho mensajes nuevos

35. Perrita soltera

36. La nada sincronizada

37. «Hola»

38. Otras dimensiones posibles

39. Un yogur muy helado

40. Manifestaciones flagrantes del desastre

41. Sigo sentada

42. El árbol

43. La teleología del placer sexual


Fuentes

Agradecimientos


Sobre este libro

Sobre el autor

Créditos

Epigrafe

«Oh frágil ser humano, ceniza de cenizas y podredumbre de

podredumbre: habla y escribe lo que ves y escuchas».

HILDEGARDA DE BINGEN

ninxs

1. Mono platirrino en el castillo de Neuschwanstein

Exhalo de pronto una sustancia vaporosa de un color extraño, tornasol. Mi tía Verónica y María dirigen sus cuatro ojos hacia mí y preguntan:

—¿Pasa algo?

La esencia levita hasta mi vestido, dejando una mancha fácil de lavar. Supongo que simplemente lo digo, ¿no?

—En la siguiente foto está María con un misionero venezolano haciendo un tour por el castillo de Neuschwanstein.

—¿Qué? —exclama María, arrugando la nariz.

Pasa a la siguiente foto y, en efecto, esta muestra un soberbio castillo de piedra en lo alto de una montaña. Y, en primer plano, con el peso del cuerpo recostado en su pierna derecha, cartera al hombro y un pañuelo cubriendo su pelo, está María charlando con un hombre que solo podría ser descrito como un misionero venezolano. Lleva un sombrero de paja y la mira complacido.

—¡¿Qué?! —repite desconcertada.

La tía Verónica ríe y mira a todos lados.

Detrás de María y el misionero se puede observar a una joven que lleva a su hijo de la mano con demasiada prisa. El pequeño parece quejarse por algo relacionado a su mano izquierda. Por último, imposible no mencionarlo, un poco rezagado, un mono platirrino de mediana edad, atento al devenir de la historia, recorre el jardín palaciego.

—¿Cómo lo sabías? ¡Verónica acaba de regresar de Australia con estas fotos!

—¡Y a mí me las dio antes de venir una antigua profesora que no veía hace más de diez años! —añade la tía Verónica.

Me pongo nerviosa y suelto otro fluido brillante sin darme cuenta. Miran mi boca babeada. Supongo que simplemente lo digo, ¿no? ¿Qué más podría decir?

—Anoche tuve un orgasmo tan intenso y luminoso que pude comunicarme con Dios, y él me mostró esa imagen.

Vientos escépticos arrastran una pausa.

—¿Cómo?

—Ay, qué graciosa eres, Cristy.

—¿Qué? ¡Es cierto!

Y parece que no quieren creerlo y hacen lo que quieren, porque no me creen.

—Todos los orgasmos que he tenido esta semana me han permitido acceder a Dios y me han revelado premoniciones detalladas del futuro y de lugares que no existen en esta dimensión.

Mi abuelo me observa mortificado desde la puerta de la cocina. La familia entera me escucha indignada, extremando las medidas de incredulidad. La torta de cumpleaños de Rodolfo irrumpe elevada sobre el brazo de mi hermano y con la vela encendida viaja hasta la mesa. Alguien apaga la luz. Me marcho.

Voy a la casa de Ignacio, pero antes paso por mi departamento. Me quito el vestido manchado de fluidos y me pongo un jean, una blusa blanca y un chaleco de lana con una casa x en una callecita x bordada en la espalda. Me lavo los dientes y me miro en el espejo.

—Por supuesto que te creo. He escuchado de un caso semejante en Portugal, además he leído sobre la energía kundalini y la teoría del Orgón.

Justo en ese momento, Trino, el viejo cocker spaniel moteado, acicala felinamente sus patas delanteras.

—Pero la pregunta es: ¿qué podemos hacer con eso? —Ignacio piensa en voz alta, sosteniendo una botella con las dos manos.

—Y hay algo muy importante que todavía no te he contado… —revelo.

Me examina intrigado mientras termina de descorchar el vino. Suena mi celular y me apuro en contestarlo, me excuso con la mirada y giro sutilmente hacia la derecha para mayor privacidad.

—¿Sí? ¿María? Hola, dime… No, yo… no… no tengo la menor idea de qué pudo significar esa visión… Pensé que no me creías.

Sobre la mesa traslúcida de la sala, Ignacio dispone una copa que apunta a mi dirección.

—María, te veo perfectamente bien con Rodolfo, no seas tonta. Además, es su cumpleaños... ¿Qué haces encerrada en tu cuarto?... ¡No! Cómo iba a saber que tuvi

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