Tlatoque

Sofía Guadarrama Collado

Fragmento

Tlatoque

LA CASTELLANIZACIÓN DEL NÁHUATL

En el náhuatl prehispánico no existían los sonidos correspondientes a las letras b, d, f, j, ñ, r, v, ll y x. Los sonidos que más han generado confusión son los de la ll y el de la x. La ll en vocablos como calpulli, Tollan, calli, no se pronunciaba como suena en la palabra llanto, sino como en lento; la x en todo momento se escuchaba como la sh en shampoo, término que proviene del idioma inglés.

Escritura

Pronunciación original

Pronunciación actual

México

Meshíco

Méjico

Texcoco

Teshcuco

Tekscoco

Xocoyotzin

Shocoyotzin

Jocoyotzin

Los españoles le dieron escritura al náhuatl en castellano antiguo, pero al carecer del sonido sh utilizaron una x que hizo la función de comodín.

A pesar de que en 1492 Antonio de Nebrija ya había publicado Gramática de la lengua castellana, el primer canon gramatical en lengua española, éste no tuvo mucha difusión en su época y la gente escribía como consideraba acertado.

La ortografía difería en el empleo de algunas letras: f en lugar de h (fecho > hecho); v en lugar de u (avnque > aunque); n en lugar de m (tanbién > también); g en lugar de j (mugeres > mujeres); b en lugar de u (çibdad > ciudad); ll en lugar de l (mill > mil); y en lugar de i (yglesia > iglesia); q en lugar de c (qual > cual); x en lugar de j (traxo > trajo, abaxo > abajo, caxa > caja); y x en lugar de s (máxcara > máscara).

Es por lo anterior —y para darle a la lectura de esta obra una sonoridad semejante a la original— que el lector encontrará palabras en náhuatl escritas con sh y una sola l, como en Meshíco y Tólan, que hoy día se representan con x y ll (Meshíco > México), en lengua náhuatl, es kh (sin sonidos vocales ka o ke). Por lo tanto, náhuatl se pronuncia náhuakh. Otros ejemplos son Ishtlilshóchikh, Coatépekh, Popocatépekh.

Aunque estoy consciente de que los especialistas siguen otras convenciones, y de que en el náhuatl actual la pronunciación varía de acuerdo con la zona geográfica, el criterio usado en esta novela se enfoca en sus lectores. Se trata de que, al leer estas páginas, puedan pronunciar todos los vocablos en la forma más adecuada posible.

Para los nahuas, el oriente (tlahuiztlampa) estaba hacia arriba, el poniente (cihuatlampa) hacia abajo, el norte (mictlampa) a la izquierda y el sur (huitztlampa) a la derecha. De hecho, la piedra del sol, erróneamente conocida como Calendario azteca, señala el oriente hacia arriba.

Tlatoque

PRÓLOGO

Tras la caída del imperio tolteca, aproximadamente en el año 1051 d. C., diversas tribus llegaron al valle del Anáhuac en busca de tierras para poblar, entre ellos las chichimecas, que se establecieron hacia 1244 en el norte del lago de Teshcuco. Ahí, bajo el liderazgo de Shólotl, fundaron Tenayocan. Antes de morir, Shólotl dejó como heredero a su hijo Nopaltzin, que a su vez transfirió el poder a Tlotzin y éste a su hijo Quinatzin.

Alrededor de 1366, Quinatzin decidió mudar la sede del huei chichimeca tlatocáyotl, «el gran imperio chichimeca», al extremo oriente del lago, a Teshcuco, un lugar inhabitado pero rico en algodón, la materia prima más valiosa de la época y con la cual se tejían las mantas. Tenancacaltzin —primo de Quinatzin— lo acusó de abandonar el imperio y se autoproclamó huei chichimécatl tecutli, pero Acolhuatzin, tecutli de Azcapotzalco, también primo de Quinatzin, lo desconoció pues consideró que él era el siguiente en la línea de sucesión. Por ello, se levantó en armas y se autoproclamó señor de toda la tierra en el año 1368.

Quinatzin permaneció en Teshcuco, sin ejército ni aliados —ya que todos los pueblos vasallos se mantuvieron del lado de Acolhuatzin—, y continuó con la construcción de su nuevo palacio. Sin embargo, poco a poco fue haciéndose de leales que se sumaron a sus filas. A tal grado llegó su liderazgo que muchos habitantes de Tenayuca decidieron mudarse a Teshcuco. En aquellos años, Quinatzin no mostró intención alguna de recuperar el huei chichimeca tlatocáyotl. Acolhuatzin se confió y se convirtió en un gobernante soberbio.

En el año 1378, Quinatzin reunió un ejército y, con ayuda de nuevos aliados, le declaró la guerra a Acolhuatzin, quien se rindió mucho antes de que las tropas enemigas llegaran a Tenayocan y logró recuperar el huei chichimeca tlatocáyotl. Cuando Quinatzin entró al palacio de Tenayocan, Acolhuatzin se arrodilló ante él y llorando le suplicó que no lo matara. Quinatzin le perdonó la vida y le permitió mantener sus tierras, lo cual provocó en Tezozómoc un rencor hacia su padre que no desapareció jamás.

Tras la muerte de Quinatzin, su hijo Techotlala heredó el imperio. A su vez, Tezozómoc sucedió a su padre Acolhuatzin en Azcapotzalco, pero se negó a pagar tributo al huei chichimeca tlatocáyotl. A pesar de que buscó la forma de que Tezozómoc rindiera vasallaje, Techotlala no tuvo éxito en su objetivo. Aun así, no le declaró la guerra y ambos señoríos se mantuvieron en calma.

Años después Tezozómoc y Techotlala se encontraron en Meshíco Tenochtítlan, en la boda de Huitzilíhuitl y Ayacíhuatl, hija de Tezozómoc. El huei chichimécatl tecutli le propuso al tepanécatl tecutli unir a sus hijos en matrimonio. El señor de Azcapotzalco aceptó y le entregó a su hija Tecpatlshóchitl para que se casara con Ishtlilshóchitl. Veinte días más tarde, una embajada de Teshcuco llegó a Azcapotzalco con la hija de Tezozómoc e informaron al tepanécatl tecutli que el príncipe Ishtlilshóchitl le devolvía a Tecpatlshóchitl porque no le gustaban sus modales. Tezozómoc enfureció, pero guardó su rencor. Tecpatlshóchitl, humillada y sumamente triste, rogó a su padre

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