Dramatis personae
Julio César (Cayo Julio César): abogado y tribuno militar
Familia de Julio César
Aurelia: madre de Julio César
Cornelia: esposa de Julio César
Cota (Aurelio Cota): tío de Julio César por línea materna
Julia la Mayor: hermana de Julio César
Julia la Menor: hermana de Julio César
Julio César padre
Marco Antonio Gnipho: tutor de Julio César
Líderes y senadores optimates
Cicerón (Marco Tulio Cicerón): abogado y senador
Craso (Marco Licinio Craso): joven senador
Dolabela (Cneo Cornelio Dolabela): senador y gobernador
Lúculo (Lucio Licinio Lúculo): proquaestor en Oriente
Metelo (Quinto Cecilio Metelo Pío): líder de los optimates
Pompeyo (Cneo Pompeyo): juez y senador
Sila (Lucio Cornelio Sila): dictador de Roma
Termo (Minucio Termo): propretor en Lesbos
Líderes y senadores populares
Cinna (Lucio Cornelio Cinna): líder de los populares, senador y cónsul, padre de Cornelia
Fimbria (Cayo Flavio Fimbria): legatus
Flaco (Valerio Flaco): cónsul
Glaucia (Cayo Servilio Glaucia): tribuno de la plebe y pretor
Labieno (Tito Labieno): amigo personal de César, tribuno militar
Mario (Cayo Mario): líder de los populares, siete veces cónsul, tío de Julio César por línea paterna
Saturnino (Lucio Apuleyo Saturnino): tribuno de la plebe
Sertorio (Quinto Sertorio): líder de los populares, hombre de confianza de Cayo Mario
Rufo (Sulpicio Rufo): tribuno de la plebe
Ciudadanos macedonios
Aéropo: padre de Myrtale, noble
Arquelao: joven noble
Myrtale: joven noble, hija de Aéropo
Orestes: anciano noble
Pérdicas: joven noble, prometido de Myrtale
Líderes militares en la isla de Lesbos
Anaxágoras: sátrapa de Mitilene
Pítaco: segundo en el mando de Mitilene
Teófanes: líder de la aristocracia local de Mitilene
Otros personajes
Acilio Glabrión, yerno de Sila
Annia: madre de Cornelia
Cayo Volcacio Tulo: centurión
Claudio Marcelo: alto oficial romano
Cornelio Fagites: centurión romano
Emilia, hijastra de Sila
Hortensio: abogado
Marco: ingeniero romano
Metrobio: actor
Mitrídates IV: rey del Ponto, enemigo acérrimo de Roma en Oriente
Mucia: comerciante de especias y otras sustancias en Roma
Sexto: capitán de barco
Sórex: actor
Un médico griego
Valeria: esposa de Sila
Vetus: ingeniero romano
Teutobod: rey de los teutones
Y praecones, esto es, funcionarios de justicia, esclavas, esclavos, atrienses, legionarios, oficiales romanos, oficiales pónticos, ajustadores de clepsidras, ciudadanos romanos anónimos, etcétera.
Principium
La mujer hablaba a su bebé mientras lo acunaba:
—Recuerda siempre esta historia de tu origen, de tu principio, del comienzo de la gens Julia, de la familia de tu padre. Yo, tu madre, vengo de una estirpe antigua, la gens Aurelia, cuyo nombre conecta con el del sol, pero a mi sangre se une la de tu padre, que, a diferencia del dinero amasado por corruptelas y violencias de las otras familias, es la gens más noble y la más especial de toda Roma: la diosa Venus yació con el pastor Anquises y de ahí surgió Eneas. Luego, Eneas tuvo que huir de una Troya en llamas, incendiada por los griegos. Escapó de la ciudad con su padre, su esposa Creúsa y su hijo Ascanio, a quien nosotros en Roma llamamos Julo. El padre, Anquises, y la esposa de Eneas, Creúsa, fallecieron durante el largo periplo que los condujo desde la lejana Asia hasta Italia. Aquí, Julo, el hijo de Eneas, fundó Alba Longa. Años más tarde, la hermosa princesa Rea Silvia de Alba Longa, descendiente directa de Julo, sería poseída por el mismísimo dios Marte y de esa unión nacieron Rómulo y Remo. Rómulo fundó Roma y de ahí hasta ahora. Tu familia entronca directamente con Julo, de donde toma el nombre de gens Julia. En este mundo que aguarda tus primeros pasos, están los patricios, la mayoría senadores, y, de entre ellos, algunos muy ricos que han alimentado sus inmensas fortunas en los últimos años de crecimiento de Roma, y, por esa razón, se creen elegidos y especiales, como si estuvieran señalados por los dioses. Se sienten con derecho a todo y por encima de los ciudadanos, del pueblo de Roma, y también por encima de los socii, nuestros aliados en Italia. Estos senadores viles se llaman a sí mismos optimates, los mejores, pero, hijo mío, sólo tu familia desciende directamente de Julo, del hijo de Eneas, sólo tú eres sangre de la sangre de Venus y Marte. Sólo tú eres especial. Sólo tú, mi pequeño. Sólo tú. Y ruego a Venus y a Marte que te protejan y que te guíen tanto en la paz como en la guerra. Porque vas a vivir guerras, hijo mío. Ése es tu destino. Ojalá seas, entonces, tan fuerte como Marte, tan victorioso como Venus. Recuérdalo siempre, hijo mío: Roma eres tú.
Y Aurelia repitió al oído de su hijo de apenas unos meses aquella historia una y otra vez como si fuera una oración, y así, sin darse cuenta, aquellas palabras entraron en la mente del pequeño y lo acompañaron durante años. Y las palabras de Aurelia permearon en su interior y quedaron en su recuerdo, grabadas, como talladas en piedra, forjando, para siempre, el destino de Julio César.
Prooemium
Mediterráneo occidental
Siglos II y I a. C.
Roma crecía sin límite.
Desde la caída del Imperio cartaginés, Roma se había constituido en la potencia dominante que controlaba todo el Mediterráneo occidental. Y no sólo eso, sino que además de dirigir los destinos de Hispania, Sicilia, Cerdeña, varias regiones del norte de África y toda Italia, empezaba a mirar con ansia hacia el norte, hacia la Galia Cisalpina, por un lado, y hacia oriente, hacia Grecia y Macedonia, por otro.
Aquel gigantesco crecimiento enriquecía las arcas del Estado romano, pero el reparto de tanta opulencia y de tantas nuevas tierras no era igualitario: un pequeño grupo de familias aristocráticas, reunidas en torno al Senado, acumulaban terrenos y dinero año tras año, mientras que a la inmensa mayoría de los habitantes de Roma y a los campesinos de las poblaciones vecinas apenas se les invitaba a aquel descomunal festín de riqueza y poder: las tierras quedaban en manos de uno