Me llamo Rojo

Orhan Pamuk

Fragmento

Índice

Índice

Cubierta

1. Estoy muerto

2. Me llamo Negro

3. Yo, el perro

4. Me llamarán Asesino

5. Soy vuestro Tío

6. Yo, Orhan

7. Me llamo Negro

8. Me llamo Ester

9. Yo, Seküre

10. Soy un árbol

11. Me llamo Negro

12. Me llaman Mariposa

13. Me llaman Cigüeña

14. Me llaman Aceituna

15. Me llamo Ester

16. Yo, Seküre

17. Soy vuestro Tío

18. Me llamarán Asesino

19. Yo, el dinero

20. Me llamo Negro

21. Soy vuestro Tío

22. Me llamo Negro

23. Me llamarán Asesino

24. Me llamo Muerte

25. Me llamo Ester

26. Yo, Seküre

27. Me llamo Negro

28. Me llamarán Asesino

29. Soy vuestro Tío

30. Yo, Seküre

31. Me llamo Rojo

32. Yo, Seküre

33. Me llamo Negro

34. Yo, Seküre

35. Yo, el caballo

36. Me llamo Negro

37. Soy vuestro Tío

38. Yo, el Maestro Osman

39. Me llamo Ester

40. Me llamo Negro

41. Yo, el Maestro Osman

42. Me llamo Negro

43. Me llaman Aceituna

44. Me llaman Mariposa

45. Me llaman Cigüeña

46. Me llamarán Asesino

47. Yo, el Diablo

48. Yo, Seküre

49. Me llamo Negro

50. Nosotros, dos derviches errantes

51. Yo, el Maestro Osman

52. Me llamo Negro

53. Me llamo Ester

54. Yo, la mujer

55. Me llaman Mariposa

56. Me llaman Cigüeña

57. Me llaman Aceituna

58. Me llamarán Asesino

59. Yo, Seküre

Créditos

Acerca de Random House Mondadori

Portada
cover

Me llamo Rojo

Orhan Pamuk

Traducción de

Rafael Carpintero

026

www.megustaleer.com

A Rüya

Mataron a un hombre y discutieron entre ellos.

Corán, azora de la Vaca, 72

No son iguales el ciego y el que ve.

Corán, azora del Creador, 19

Tanto el Oriente como el Occidente son de Dios.

Corán, azora de la Vaca, 115

1 Estoy muerto

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Estoy muerto

Ahora estoy muerto, soy un cadáver en el fondo de un pozo. Hace mucho que exhalé mi último suspiro y que mi corazón se detuvo pero, exceptuando el miserable de mi asesino, nadie sabe lo que me ha ocurrido. En cuanto a él, ese repugnante villano, escuchó mi respiración y comprobó mi pulso para estar bien seguro de que me había matado, luego me dio una patada en el costado, me llevó hasta el pozo, me alzó por encima del brocal y me dejó caer. Mi cráneo, que antes había roto con una piedra, se destrozó al caer al pozo, mi cara, mi frente y mis mejillas se fragmentaron hasta el punto de desaparecer; se me rompieron los huesos; mi boca se llenó de sangre.

Llevo cuatro días sin volver a casa: mi mujer y mis hijos deben de estar buscándome. Mi hija, agotada de tanto llorar, estará vigilando la puerta del jardín; todos estarán en el umbral con la mirada puesta en el camino.

Tampoco sé si realmente están en la puerta. Quizá ya se hayan acostumbrado a mi ausencia, ¡qué espanto! Porque cuando uno está aquí tiene la impresión de que la vida que ha d

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