Una niña llamada Rose

Ann M. Martin

Fragmento

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Contenido

I. LA PRIMERA PARTE

  1. Quién soy: una niña llamada Rose

  2. Mi perra, Rain

  3. Las reglas de los homónimos

  4. Algunas cosas acerca de mi padre, cuyo nombre, «Wesley Howard», no tiene ningún homónimo

  5. Cuando llegó Rain

  6. A quién espero

  7. Por qué no voy a la escuela en bus

  8. En el aula

  9. La señora Leibler, que se sienta a mi lado

10. Anders no cumple las reglas

11. Cuando Rain fue a la escuela

12. Algo más acerca de los homónimos

13. Al final del día

II. LA PARTE SOBRE EL HURACÁN

14. La tormenta en el canal del tiempo

15. Dónde vivimos

16. Cómo prepararse para un huracán

17. La espera

18. Ruidos de tormenta

19. Rain no viene cuando la llamo

20. Por qué me enfado con mi padre

21. La nariz de Rose

22. Lo que debe de haber ocurrido

III. LA SIGUIENTE PARTE

23. Por qué mi padre se enfada conmigo

24. Yo telefoneo al tío Weldon

25. Cómo buscar a un perro perdido

26. Alguien me llama señora

27. Mi historia es muy triste

28. En la camioneta del tío Weldon

29. Qué no hacer cuando se te ocurre un nuevo homónimo

30. Espacio vacío

31. La llamada buena

32. El albergue de Animales Colitas Felices de Elmara, Nueva York

33. Qué es un microchip

34. Lo que dice la señora Caporale

IV. LA PARTE DIFÍCIL

35. Lo que tengo que hacer

36. Las útiles sugerencias de la señora Kushel

37. Dónde vivía Rain

38. La tienda de Gloverstown

39. Encontrada: perra rubia

40. Parvani encuentra un homónimo

41. Mi padre comete un error con los pronombres

42. Proteger a Rain

43. Lo que dice la señora Kushel

44. Adiós

V. LA ÚLTIMA PARTE

45. La casa silenciosa

46. Mi padre tiene una discusión con su hermano

47. En medio de la noche

48. Qué le ocurrió a mi madre

49. La calle del Haya

Nota de la autora

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En memoria de la dulce Sadie,
11 de marzo de 1998 - 7 de octubre de 2013

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I

La primera parte

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1

Quién soy: una niña llamada Rose

Me llamo Rose Howard y en inglés mi nombre tiene un homónimo. Para ser precisos, tiene un homófono. Los homófonos son palabras que se pronuncian de la misma manera pero se escriben diferente, como «hola» y «ola». Mi nombre homófono es Rows, que en inglés significa «filas».

Los homófonos son homónimos parciales. Cuando dos palabras distintas se pronuncian y se escriben de la misma manera, como «pata», la hembra del pato, y «pata», la extremidad, se dice que además de homófonas son homógrafas y que la homonía es total. A mí me gustan por igual los homófonos y los homógrafos.

La mayoría de las personas dice homónimo cuando quiere decir homófono. Según mi profesora, la señora Kushel, ese es un error muy frecuente.

—¿Qué diferencia hay entre cometer un error y romper una regla? —le pregunto.

—Los errores se cometen sin querer. En cambio, rompes una regla cuando lo haces de forma deliberada.

—Pero si... —empiezo a decir.

Pero la señora Kushel se apresura a aclarar:

—No hay nada malo en decir «homónimo» cuando queremos decir «homófono». Es lo que se llama un coloquialismo.

—Para mucha gente, la palabra «haces» tiene cuatro homónimos —le digo—: «ases», de sobresaliente, como en «los ases de la aviación», «ases», del verbo «asar», y «ases», del verbo «asir», y «haces», de porción atada, como en «los haces de trigo», que es además un homógrafo.

A mí me encantan los homónimos. Y las palabras en general. Y también las reglas y los números. He aquí el orden en que me gustan esas cosas:

1. Palabras (en especial las homónimas)

2. Reglas

3. Números (en especial los números primos)

«Primos» es una palabra divertida porque tiene un homónimo: «primos», los hijos del tío o la tía. Yo, como veréis luego, tengo un tío, pero no primos.

Voy a contaros una historia. Se trata de una historia verdadera, lo que convierte esto en una obra de no ficción.

He aquí cómo se cuenta una historia: en primer lugar, hay que presentar al personaje principal. Como estoy escribiendo una historia acerca de mí, yo soy el personaje principal.

Mi nombre tiene un homónimo, como hemos visto, así que a mi perra también le puse un nombre con homónimo. Ella se llama Rain («lluvia», en inglés), un nombre especial porque en inglés tiene dos homónimos: rein («rienda») y reign («reinar»). Escribiré más sobre Rain en el Capítulo 2. El Capítulo 2 se titulará: «Mi perra, Rain.»

Algo gracioso de la palabra «escribir» es que suena parecido a otras palabras, como «esgrimir» o «exprimir». Las palabras que suenan muy muy parecido, pero tienen significados distintos se llaman parónimos, como «actitud» y «aptitud». Los parónimos son divertidos, pero no tanto como los homónimos.

Vivo con mi padre, Wesley Howard; ni su nombre ni su apellido tienen homónimos.

Desde el porche de nuestra casa se ve el patio delantero, la entrada para (homónimos: «para», del verbo «parar», y «para», del verbo «parir») el coche y la calle en la que vivimos, que se llama calle del Haya, un nombre que me gusta mucho porque la palabra «calle» tiene un homónimo, «calle», del verbo «callar», y la palabra «haya» por lo menos tres, lo que es todavía mejor: «haya», del verbo «haber»; «aya», preceptora; y para mucha gente «halla», del verbo «hallar». Del otro lado de la calle hay un pequeño bosque y a través de los árboles se ve la autopista de Nueva York.

Estoy en quinto curso en la Escuela Primaria Hatford. Solo hay un colegio de educación primaria en Hatford, Nueva York, y en él la única clase de quinto es la mía. Casi todos mis compañeros tienen diez años o están a punto de cumplir once. Yo tengo casi doce porque en la escuela nadie sabe muy bien qué hacer conmigo. He repetido dos semestres,

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