Título original: The Fall of Lucifer
Traducción: Montserrat Gurguí y Hernán Sabaté
1.ª edición: marzo 2012
© 2005, 2008 Wendy Alec
© Ediciones B, S. A., 2012
Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)
www.edicionesb.com
Depósito Legal: B.10365-2012
ISBN EPUB: 978-84-9019-025-8
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Dedicado a «Doc» Koefman,
mi querido padre terrenal,
en su noventa y dos aniversario.
Dedicado a Jehová,
mi amado padre celestial,
para quien se ha escrito este libro,
para narrar Su historia.
¡Cómo caíste del Cielo, Lucifer, hijo de la mañana!
Contenido
Portadilla
Créditos
Dedicatoria
Cita
Prólogo. Petra, 2017. El Bajo Temenos-El Gran Templo
La secuela. 2028
1. El primer cielo cien milenios atrás
2. La investidura
3. Los portales
4. El Edén
5. Los maitines
6. El Revelador
7. El hombre
8. La traición
9. La Cámara de la Espada
10. Las semillas de la sedición
11. Ébano
12. Indispuesto
13. La gloria
14. La piedra de fuego
15. La Torre de los Vientos
16. Guerra en el cielo
17. El oriente del Edén
18. Gabriel
19. Los títulos de propiedad
20. El camino a la perdición
21. La prisión
22. Un intruso en el reino
23. La coronación
24. La semilla del demonio
25. El veredicto
26. El arca
27. El juicio
28. El Tártaro
29. Dos por dos
30. Las fuentes de lo profundo
31. Babilonia
32. La demanda
33. La Montaña Sagrada de Dios
34. Las bóvedas
35. Ex nihilo
36. La tentación
37. La nova
38. Mul Bar Bar
39. Los consejos herméticos
40. La reunión
Epílogo. Petra, 2017
PRÓLOGO
Petra, 2017
El Bajo Temenos-El Gran Templo
La figura alta y frágil, apoyada en el antiguo bastón de plata, avanzaba cojeando despacio en la semioscuridad por el blanco pavimento hexagonal. Cruzó la triple columnata hasta la entrada de la última excavación del Bajo Temenos.
Detrás de él, a no menos de tres metros de distancia, caminaba un chiquillo árabe que no tendría más de diez años.
—¡Deprisa! —El tono británico del hombre era suave, pero enérgico—. ¡Deprisa!
La orden a los excavadores se hizo más perentoria. Observó con mal disimulada impaciencia a los cinco jordanos que excavaban e hizo una señal a Wasim, quien se ató rápidamente un arnés a la cuerda que le rodeaba la cintura.
El inglés soltó el bastón, comenzó a deslizarse a través del hueco principal y apretó los dientes para contener una punzada de dolor repentino e intenso.
—¡Malik...! —gritó Wasim.
El chiquillo árabe se inclinó sobre el agujero y agarró la chaqueta de lino del inglés, horrorizado.
En una fracción de segundo, la tenue luz que iluminaba el hueco volvió a parpadear y enfocó de pronto la cara del inglés. Nick de Vere era joven —extraordinariamente joven, no tenía más de veintiséis años— y sería guapo si sus hermosos y esculpidos rasgos no hubiesen sido tan delicados. Suspiró y se apartó el flequillo rubio de la frente, dejando a la vista unos ojos grises, serios y de largas pestañas que miraron al chico con el ceño fruncido.
—Wasim —suspiró—, ¿acaso eres mi madre?
El joven torció el gesto y soltó