Eres tú

John Marrs

Fragmento

1. Mandy

1

Mandy

Mandy contempló la fotografía en la pantalla del ordenador y contuvo el aliento.

El hombre tenía el pelo castaño claro, cortado al rape, y posaba en una playa con las piernas abiertas y la parte superior del traje de neopreno enrollada hasta la cintura. Sus ojos eran de un azul muy claro. Su enorme sonrisa contenía dos hileras perfectamente alineadas de dientes blancos, y Mandy casi pudo saborear el agua salada que le goteaba del pecho para caer en la tabla de surf que yacía junto a sus pies.

—Ay, Señor —susurró para sí, y soltó una prolongada espiración que no sabía que estaba conteniendo.

Notó que se ruborizaba y que un hormigueo le recorría las puntas de los dedos. Se preguntó cómo reaccionaría su cuerpo ante él en persona si respondía de ese modo ante una simple fotografía.

El café del vaso de poliestireno estaba frío, pero se lo terminó de todos modos. Tomó una captura de pantalla de la fotografía y la añadió a una carpeta nueva que acababa de crear en su escritorio con el título «Richard Taylor». Recorrió la oficina con la mirada para averiguar si alguien observaba lo que hacía en su cubículo, pero nadie le prestaba atención.

Mandy se desplazó hacia abajo por la pantalla para mirar las demás fotografías del álbum de Facebook, llamado «De viaje por el mundo». No cabía duda de que era un hombre muy viajado: había estado en lugares que ella solo conocía por haberlos visto en el cine o en televisión. En las fotos aparecía en bares, senderos y templos, posando junto a monumentos, disfrutando de aguas bravas y playas de arena dorada. Pocas veces estaba solo. Parecía muy sociable, y eso le gustó.

Curiosa, se puso a repasar la cronología, desde la creación de su página en la red social siendo alumno de instituto y a lo largo de los tres cursos de universidad. Mandy lo encontraba atractivo hasta en las fotos en las que aparecía como un adolescente desgarbado.

Después de pasarse una hora y media extasiada ante la historia del guapo desconocido, Mandy entró en su feed de Twitter para ver qué necesitaba compartir con el mundo. Sin embargo, solo hablaba del ascenso y caída del Arsenal en la Premier League, con retuits ocasionales de animales cayendo al suelo o tropezando con objetos inmóviles.

Al parecer, sus intereses eran muy distintos. Mandy se preguntó cuál sería el motivo exacto que los convertía en una Pareja ideal y qué podían tener en común. Entonces se recordó a sí misma que debía deshacerse de la mentalidad necesaria para utilizar sitios web y aplicaciones de contactos. La eficacia de ADN Compatible se basaba en la biología, la química y la ciencia, y ella no dominaba nada de eso. Sin embargo, confiaba en el test con todo su corazón, como millones y millones de personas.

Fue al perfil de LinkedIn de Richard y descubrió que llevaba dos años trabajando como entrenador personal en una población situada a unos sesenta kilómetros de la suya, desde que se graduó en la Universidad de Worcester. No era de extrañar que su cuerpo pareciera tan firme, pensó, y se puso a imaginar qué sensación le produciría tenerlo encima.

Mandy no había puesto los pies en un gimnasio desde hacía un año, cuando sus hermanas se empeñaron en que dejara de lamentarse por el fracaso de su matrimonio y empezara a centrarse en recuperarse. La habían llevado a un hotel cercano con spa donde le dieron un masaje, la depilaron con pinzas y cera, le aplicaron piedras calientes, la broncearon y le dieron otro masaje más que acabó de expulsar de cada nudo de su espalda y sus hombros, de cada poro obstruido de su piel, todo pensamiento sobre su ex. A continuación, se apuntó al gimnasio, prometiéndose a sí misma seguir al pie de la letra el programa de entrenamiento que le prepararan. Aunque todavía no había conseguido la motivación necesaria para hacer ejercicio una vez a la semana, seguía pagando la cuota religiosamente.

Comenzó a imaginar qué aspecto tendrían sus hijos con Richard y si heredarían los ojos azules de su padre o sus propios ojos castaños; si tendrían el pelo oscuro y la piel aceitunada como ella o serían rubios y de tez clara como él. Esbozó una sonrisa.

—¿Quién es?

—¡Santo Dios! —gritó. La voz le había hecho dar un bote—. Me has dado un susto de muerte.

—Pues no haberte puesto a ver porno en el trabajo. —Olivia exhibió una sonrisa radiante y le ofreció una golosina de una bolsa de Haribo.

Mandy rehusó la oferta con un gesto de la cabeza.

—No era porno, es un viejo amigo.

—Sí, sí, lo que tú digas. Pero no pierdas de vista a Charlie, quiere que le pases no sé qué cifras de ventas.

Mandy puso los ojos en blanco y miró el reloj de la esquina de su pantalla. Comprendió que, si no se ponía pronto manos a la obra, acabaría llevándose trabajo a casa. Hizo clic en la pequeña «x» roja de la esquina y maldijo su cuenta de Hotmail por dar por sentado que el mensaje de confirmación de ADN Compatible era correo basura. Llevaba seis semanas en la carpeta de spam hasta esa tarde, cuando lo había descubierto por casualidad.

—Soy Mandy Taylor, esposa de Richard Taylor, y estoy encantada de conocerle —susurró.

En ese momento se percató de que estaba dándole vueltas a un anillo imaginario en torno a su dedo anular.

2. Christopher

2

Christopher

Christopher se removió en la butaca hasta alcanzar una posición confortable.

Apoyó los codos en los brazos del sillón formando sendos ángulos de noventa grados e inhaló profundamente para absorber el aroma del cuero. La calidad de esa pieza era excelente, pensó, convencido por su olor y suavidad de que ella no la había comprado en una tienda cualquiera.

Mientras ella permanecía en la cocina adyacente, Christopher paseó la mirada por su apartamento. Ella vivía en la planta baja de un edificio victoriano perfectamente restaurado, que, según la vidriera situada encima de la puerta principal, se había utilizado antaño como convento. Admiró los adornos de cerámica de los estantes empotrados que rodeaban la chimenea. Sin embargo, sus gustos literarios dejaban mucho que desear. Miró

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos