Emma
Es un pisito encantador, dice el agente con lo que cabría definir como un sincero entusiasmo. Está cerca de todos los servicios. Y dispone de un trocito privado de azotea. Podría transformarse en un solárium, previo consentimiento del casero.
Genial, conviene Simon, procurando no llamar mi atención.
Supe que el piso no era el adecuado nada más entrar y ver esa extensión de poco más de un metro ochenta de azotea debajo de una de las ventanas. Simon también lo sabe, pero no quiere decírselo al agente, o al menos no tan pronto que parezca una grosería. Hasta es posible que confíe en que me entren dudas si escucho la estúpida cháchara de este tipo el tiempo suficiente. El agente es un hombre del estilo de Simon: avispado, desenvuelto, entusiasta. Seguro que lee la revista para la que Simon trabaja. Ya se habían puesto a hablar de deportes antes incluso de subir la escalera.
Y aquí hay un dormitorio de buen tamaño, dice el agente. Con una amplia…
No es adecuado, interrumpo poniendo fin a esta farsa. No es adecuado para nosotros.
El agente enarca las cejas.
No se puede ser demasiado exigente teniendo en cuenta cómo está el mercado, alega. Esta noche ya estará alquilado. Hoy hay previstas cinco visitas, y ni siquiera lo hemos anunciado aún en nuestra página web.
No es lo bastante seguro, insisto, y soy tajante. ¿Nos vamos?
Hay pestillos en todas las ventanas, dice, además de una cerradura Chubb en la puerta. Por supuesto, pueden instalar una alarma antirrobos si la seguridad les preocupa especialmente. No creo que el casero ponga objeciones.
Se dirige a Simon, que se encuentra detrás de mí. Si nos «preocupa especialmente»… Para el caso, podría haber dicho: «Oh, ¡qué novia tan histérica…!».
Esperaré fuera, anuncio mientras me vuelvo ya para marcharme.
Si el problema es la zona, tal vez deberían buscar más al oeste, añade el agente al darse cuenta de que ha metido la pata.
Ya lo hemos hecho, responde Simon. Se sale de nuestro presupuesto. Exceptuando, claro, los que tienen el tamaño de una caja de cerillas.
Intenta que su voz no trasluzca su frustración, pero que tenga que hacerlo me saca aún más de quicio.
Hay un piso de un solo dormitorio en Queen’s Park, comenta el agente. Está un poquito cochambroso, pero…
Ya le echamos un vistazo, replica Simon. Y nos pareció que estaba un poquito bastante cochambroso. Su tono deja claro que al decir «nos» quiere decir «le», refiriéndose a mí.
O hay un tercero justo al llegar a Kilburn…
Lo vimos también. Había una tubería de desagüe junto a una de las ventanas.
El agente parece perplejo.
Alguien podría encaramarse por ella, explica Simon.
En fin… La temporada de alquileres acaba de empezar. Tal vez si esperan unos días…
Es evidente que el agente considera que con nosotros pierde el tiempo. Él también se dirige a la puerta. Yo salgo y me planto fuera, en el descansillo, de forma que se detiene a unos pasos de mí.
Ya hemos dado el aviso en nuestro piso, oigo decir a Simon. Estamos quedándonos sin opciones. Baja la voz. Mire, amigo, nos robaron. Hace cinco semanas. Entraron dos hombres en casa y amenazaron a Emma con un cuchillo. Entenderá que esté un poco nerviosa.
Oh, dice el agente. Mierda. Si alguien le hiciera eso a mi chica no sé cómo reaccionaría. Escuche, puede que las posibilidades sean escasas, pero… Su voz se apaga lentamente.
¿Sí?, lo anima Simon.
¿Alguien de la oficina les mencionó la casa del número uno de Folgate Street?
Creo que no. ¿Acaba de entrarles?
No, no para ser exacto.
El agente parece no tener claro si debe seguir hablando.
Pero ¿está disponible?, insiste Simon.
Técnicamente, sí, responde el hombre. Y es una propiedad fantástica. De verdad, es fantástica. Mucho mejor que esta. El propietario, sin embargo… Decir que es puntilloso es quedarse corto.
¿En qué zona está?, pregunta Simon.
En Hampstead, contesta el agente. Bueno, más bien en Hendon. Pero en realidad es un sitio muy tranquilo.
¿Emma?, me llama Simon.
Vuelvo a entrar.
Podríamos ir a verlo, digo. Nos pilla a medio camino.
El agente asiente.
Me acercaré a la oficina antes y veré si puedo encontrar los datos, dice. Es que ha pasado un tiempo desde que la enseñé por última vez… No es un lugar que se adecue a todo el mundo. Pero creo que podría irles como anillo al dedo. Lo siento, no me malinterpreten.