La congregación

Miguel Conde-Lobato

Fragmento

Informe médico n.º 717

Centro Médico de Samos (Lugo)

Paciente: Guillermo Díaz Barbeito

Profesión: Sacerdote

Edad: 42 años

Dirección: Monasterio de Samos

N.º de la Seguridad Social: No lo aporta

Doctora Sofía Blanco Gómez

Colegiado Número: 11.174

15 de enero de 2017

NOTA INICIAL

Acude a mi consulta un paciente visiblemente alterado y con síntomas compatibles con un trastorno de ansiedad agudo. Solicita con insistencia algo que lo calme, a lo que respondemos con tratamiento placebo y ayuda psicológica al paciente.

A los pocos minutos su situación mejora de manera ostensible; responde con normalidad a las preguntas que le realizo para poder definir los motivos causantes de los síntomas percibidos.

Creo que la situación es grave. El paciente afirma que lo persiguen. O es cierto, o él cree que lo es. Sea como sea, está en peligro. Decido escribir este extenso informe para que pueda ser analizado en ambos casos. O por un facultativo especializado o por la policía.

RESUMEN DE DATOS

Exploración física:

—Fuerte taquicardia.

—Tensión alta: 12-16.

—Sudoración por todo el cuerpo.

—El paciente manifiesta igualmente una fuerte dificultad para respirar.

Exploración psicológica:

—Dificultades para concentrarse.

—Alteración emocional significativa (fuerte emotivización de los argumentos y de sus preocupaciones).

—Manía persecutoria: insiste en que lo persiguen.

—Rasgos de conducta depresiva: afirma que más de una persona de su círculo de amistades lo ha traicionado, y se muestra muy decepcionado con ellas.

—Tendencia a dar valor premonitorio a algunos de sus sueños.

—Síntomas todos ellos compatibles con una crisis de ansiedad y con una fuerte depresión.

ANTECEDENTES

—No aporta información de patologías significativas.

TRATAMIENTOS MÉDICOS

—Deduzco que está familiarizado con el uso de las benzodiazepinas dado que pide que se le receten de forma insistente.

CONCLUSIONES

Los síntomas que manifiesta son todos ellos compatibles con una crisis de ansiedad y una fuerte depresión.

En cualquier caso, considero que la valoración de este caso sobrepasa mi especialización en medicina de familia. Por ese motivo he decido incluir una transcripción literal de la entrevista clínica realizada al paciente. Estimo que serán de utilidad para poder ser evaluada por un experto en salud mental o, en su caso, por la policía.

ACLARACIÓN LEGAL

La entrevista se hace de acuerdo con la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal (LOPD) y la Ley General de Salud Pública.

Para llevarla a cabo se solicita autorización al paciente para grabar las conversaciones. En la clínica no contamos con ninguna grabadora, por lo que utilizo la aplicación de mi iPhone, pues considero que se trata de un caso de urgencia. Guillermo Díaz Barbeito da su consentimiento.

PRIMERA PARTE DE LA TRANSCRIPCIÓN

PACIENTE: Doctora, necesito que me dé algo. Necesito tranquilizarme. Tengo que calmarme. Tengo que calmarme. Necesito estar lúcido.

DOCTORA: Procure tranquilizarse. Está usted muy alterado. ¿Desde cuándo se encuentra usted así? Hable conmigo. Tranquilícese.

PACIENTE: Desde hace un par de horas. Desde que los oí.

DOCTORA: ¿Tiene problemas con alguien?

PACIENTE: Todos tenemos problemas con ese tipo de gente.

DOCTORA: ¿A qué se refiere?

PACIENTE: Quieren matar. Acabar con gente inocente. Al niño..., a mi amigo..., no puedo permitirlo. Tengo que tranquilizarme. Tiene que darme algo.

DOCTORA: Le daré algo, no se preocupe. Pero primero tengo que conocer bien los síntomas. Para que se haga una idea, si la crisis es de origen nervioso, tendría que recetarle un tipo de medicamento; si los síntomas fuesen físicos, algo cardíaco, por ejemplo, otros muy diferentes, y una senda sería contraproducente con la otra. ¿Lo entiende?

(El paciente parece no prestar atención a mis explicaciones y se mantiene, obsesivo, en su conversación.)

PACIENTE: Lo peor de todo es que había soñado algo parecido anteriormente.

DOCTORA: ¿Qué es lo que había soñado?

PACIENTE: Con aquellos hombres...

DOCTORA: Puede usted contármelo. Hábleme de ese sueño.

PACIENTE: No debería. Podría estar poniéndola en peligro.

DOCTORA: No se preocupe. Lo importante es que usted se encuentre mejor.

PACIENTE: Pues deme un Valium o algo por el estilo...

(Ante la insistencia del paciente y la persistencia de los síntomas decido darle una pastilla de placebo que tenemos en la clínica para casos de pacientes sanos obsesionados con la medicación. Le ofrezco un vaso de agua, que rechaza, y toma la pastilla directamente. A los pocos segundos parece estar más relajado.)

PACIENTE: Quieren matarlos a todos. A todos. La Congregación... Hace tiempo soñé que los veía. Juntos. Conspirando. No sabía quiénes eran. Recuerdo aquellos ojos, aquella mirada. Nunca pensé que sería él.

DOCTORA: Lo escucho. No tenga prisa. Tenemos tiempo.

PACIENTE: Lo sé, le parecerá que estoy chiflado, pero no lo estoy. Muchos de mis sueños acaban ocurriendo de uno u otro modo.

DOCTORA: Eso no tiene por qué ser malo.

PACIENTE: No me refiero a ilusiones. Me refiero a premoniciones. De cosas malas. He oído amenazas que ya había oído en mi sueño. Hace tiempo. Soñé con cuatro hombres. Estaban de pie, frente a frente. Rodeaban un punto en el suelo con una palabra escrita sobre la piedra, como con pintura. Se oía un sonido de fondo, constante, parecían coros, coros lejanos. Eran voces masculinas. Solo se les veía parte de un rostro. Llevaban una especie velo oscuro tapando sus caras. Entonces pude leerlo. Pude leerlo perfectamente.

(El paciente vuelve a mostrar un desasosiego similar al que exhibía a su llegada. Su angustia lo lleva a apretarse repetida y compulsivamente las manos.)

PACIENTE: Aquella palabra. Seguro que era sangre. Solo ponía «congregación», con letras mayúsculas. Era sangre. Aquellos ojos. Creí conocer una de aquellas miradas. «El niño debe morir», repetían. Aquellas letras ce, o, ene, ge, erre, e, ge, a, ce, i, o, ene... Las voces repetían «la congregación debe actuar». Sentenciaban a morir a la madre. Su voz era implacable, doctora.

DOCTORA: ¿Usted se encontraba allí? ¿Entre ellos?

PACIENTE: No. Yo lo veía todo. Pero estaban solos. El coro se oía más cercano y amenazante. No había casi luz. «Los malhechores deben morir.» Solo hablaban de muerte. «Deben morir», repetían. Yo quería gritar, pero no podía.

(El paciente alcanza un estado de ansi

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos