En general, creo que a la novela le sobran unas cuantas páginas, y no precisamente porque se revele el misterio de forma prematura, pues hay que esperar hasta los últimos capítulos para descubrir quién es el asesino. La trama está muy bien hilada y la autora es capaz de mantenernos con un caso principal durante toda la novela. Sin embargo, creo que se hace demasiado hincapié en aspectos secundarios.La novela está estructurada en capítulos muy breves, de apenas unas páginas, lo que, junto a un vocabulario sencillo y una prosa ágil, hace que se lea de forma rápida. Además, para dinamizar aún más la lectura, se intercalan capítulos de las dos policías protagonistas (inspectora y subinspectora); y sólo muy puntualmente se incluyen capítulos que suponen una vuelta al pasado, al momento en el que ocurrieron los hechos principales, o a la vida de las policías.Con respecto a los personajes, me ha gustado mucho que las protagonistas sean mujeres, y que tengan carácter y personalidad, que sean capaces de imponerse en un entorno que habitualmente es dominado por los hombres y que, como tal, así suele trasladarse a las novelas de este género.En cuanto a la inspectora, Larissa Samper, desde el principio se conoce que tiene un pasado del que huye, pero que irremediablemente revive cuando llega cierta fecha. Al igual que con la historia principal, no se revela qué sucedió en el pasado hasta los últimos capítulos. El tema fundamental en esta historia es la traición, la cual ha estado presente en su vida en varias ocasiones. Además, en estrecha relación, aparecen otros temas como la envidia al que sobresale (síndrome de Procusto). Esta envidia no conoce limitaciones y emerge por cualquier motivo: el éxito laboral, la belleza física, la personalidad, la añoranza de una familia,
En definitiva, por la nostalgia de lo que carecemos y creemos mejor que lo que poseemos; por esa tendencia a creer que la vida de los demás es mejor que la nuestra. Otro tema relacionado con este personaje es la imagen exterior, esa coraza que nos creamos para ofrecer a los otros, para parecer más fuertes y empoderarnos cuando en nuestro fuero interno todo se resquebraja y los miedos interiores afloran en el momento en que nos quedamos a solas y hacen que, irremediablemente, reine la vigilia sobre el sueño.La historia de Berta Guallar, la subinspectora, es mucho más familiar y cercana a la vida de la mayoría de los lectores. A través de ella, la autora introduce temas como la conciliación de la vida laboral y familiar; la necesidad de espacio que todos necesitamos en algún momento; las jornadas de trabajo que se transforman en interminables cuando nos llevamos el trabajo a casa, cuando las historias de otros pasan a ser nuestras y cuando, de alguna forma, las personas que forman parte de esos casos, acaban por integrarse en nuestra vida, esa que vivimos cuando permanecemos despiertos, pero también mientras dormimos.Otros temas que aparecen en la novela, y que no voy a asociar a ningún personaje para no revelar ningún aspecto de la trama, son: el sentimiento de culpa, el amor incondicional, el machismo, la pederastia, las injurias a través de Internet, el maltrato, el intento de suicidio, la venganza, la intimidación, los prejuicios, la intuición, la confianza extrema que solemos tener hacia nuestros seres más cercanos, la duda que siempre emerge, etc.Algunos aspectos se me han llegado a hacer un poco tediosos. Entre estos tengo que destacar el lenguaje que utilizan muchos de sus personajes, en concreto, el del entorno de Manuel Velasco, amigos, familia, jefe
Reconozco que sin su uso difícilmente nos habríamos introducido tanto en el contexto, pero me ha parecido, quizá, un poco excesivo. En segundo lugar, las descripciones relacionadas con el mundo de los coches y sus modificaciones son precisas y te transportan al lugar de los acontecimientos, sin embargo (y probablemente sea por una cuestión de gustos) no me han conseguido enganchar. Deseaba que acabasen esas líneas para seguir ahondando en la trama principal. Por último, aunque algunas mujeres cobran un papel fundamental en toda la novela y aparecen como personas fuertes y decididas, otras se muestran, en cierta medida, sumisas y utilizadas. Este aspecto no es criticable, pues no es más que el reflejo de la realidad social; no obstante, me ha resultado llamativo en un momento histórico en el que se aboga por la defensa a ultranza de la mujer.Al tratarse de una historia que se desarrolla en España, los personajes tienen nombres españoles, lo cual hace que sea mucho más fácil seguir la trama. Con todo, he de reconocer que en algunas ocasiones me ha costado identificar a las personas que, de una u otra forma, aparecen relacionadas con Manuel Velasco. En general, creo que hay demasiados personajes que se entremezclan a lo largo de toda la novela. Además, esto se agrava cuando algunos personajes son referidos unas veces por su nombre, otras por su apellido, otras por nombre y apellido, y otras por su apodo.Haciendo un balance de los casos que aparecen, puedo decir que la trama del caso principal está bien estructurada y la autora sabe mantener la intriga hasta el final, sin embargo, creo que se resuelve de forma un tanto precipitada y hay algún aspecto que no me cuadra. En cuanto a la historia de Larissa, esperaba mucho más, un final muy diferente. Por último, el caso que atormenta a Berta concluye de la forma esperada; la que, a mi juicio, debía ser.Me atrevo a hacer una recomendación a los lectores de esta novela, no echéis un vistazo a los últimos capítulos ni se os ocurra leer las últimas páginas, pues ahí se resuelve la trama principal. Si lo hacéis, el misterio que encierra a lo largo de tantas páginas pierde todo su encanto.A continuación incluyo algunas frases que he extraído de la novela y que nos pueden hacer reflexionar:- La única vida que les queda a los muertos es permanecer en el espíritu de los vivos.- Eso debe de ser morirse: tú te marchas sola y ellos, poco a poco, vuelven a sus quehaceres. Y la vida sigue igual.- Creía que el secreto de la vida consistía en algo tan sencillo como tomar las decisiones que le permitieran sentirse bien consigo misma cada mañana ante su propia imagen. Ahí no valían las máscaras.- El futuro no existe, se va creando a cada instante.- Siempre es demasiado tarde para comprender que es imposible no cometer errores, no decepcionar alguna vez a quienes más amamos; algunos acaban por asumirlo y se perdonan, otros ni en una vida entera lo consiguen.- A menudo, para retener a alguien, primero hay que saber dejarlo libre.- Madurar es aprender de los errores.- Tú eres la persona más importante para ti.- Solo cuando hemos perdido todo somos libres para actuar.
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