Nos encontramos ante una obra de gran complejidad, el autor ha apostado fuerte, ha sido ambicioso y eso se nota en la novela, en su desarrollo, en sus personajes y en sus narradores. Y todo ello junto consigue atrapar al lector en una trama que va de menos a más, que empieza de forma sosegada y en un momento dado despega para que las páginas se peguen a las manos y comiencen a volar, en un intento por desenredar el ovillo y llegar a la resolución del enigma, del que nadie saldrá bien parado, ni siquiera el doctor Mayol. Comenzaré por los narradores que me tuvieron completamente desconcertada hasta que fui capaz de hacerme con la estructura de la narración. Nos encontramos con tres narradores distintos, y cada uno de ellos aporta una impronta distinta a esta novela y la hace quizás más atractiva porque los hechos que se narran no son baladís. Comienza la novela un narrador en primera persona que se presenta como el Doctor Freixas, el director del sanatorio donde trabajó Frederic Mayol, en ella nos pide que no juzguemos duro a este y que se va a limitar a contar los hechos tal y como este se los contó antes de dejar el sanatorio. Nos encontramos con un cuerpo de letra de distinto tamaño, para mi gusto demasiado pequeño, que me hizo temer lo peor, puesto que mi vista no es capaz de leer demasiado rato ese cuerpo tan diminuto.No llevará este narrador la voz cantante de la novela, si no que será más bien quién la abre en 1930 para contarnos unos hechos acaecidos en 1916 y quien la cierra una vez desentrañado todo el enigma y quién también en determinados momentos hará acto de aparición para aportar datos que de otro modo no podríamos conocer y que nos permitirán comprender mejor los hechos. El cambio de letra permite al lector situarse en qué narrador toma la palabra en cada momento, porque no será el único que utilice la primera persona en esta historia. El segundo narrador y el que lleva la voz más importante en esta trama es omnisciente y utiliza la tercera persona del singular, en él se localiza la parte más ágil y de la novela, salpicada de diálogos entre los personajes de lo más atractivos, narra desde la llegada a Barcelona de Frederic Mayol en 1916 hasta más o menos 1920, también hace incursiones al pasado del austriaco, su paso por la guerra y como esta le ha marcado profundamente, también su atípica infancia. Y no contento con todo ello Toni Hill introduce un nuevo recurso, la correspondencia epistolar que mantiene con Anna Freud, hija del mentor de Frederic, que hace de intermediario entre el psiquiatra y su profesor, de esa manera no sólo logra situarnos en la realidad que vive Europa en esos momentos de la I Guerra Mundial, si no que nos hace llegar parte del pensamiento de Sigmund Freud, además las cartas utilizan una fuente que simula estar escrita a mano. La parte más oscura de la narración, la que aporta tintes góticos viene de la mano de otro narrador en primera persona, el autor hace que Agueda Sanmartin la directora del colegio de señoritas Los Ángeles cuente en forma de diario lo que acaeció en la institución el último curso en que estuvo abierta. Creo que es en la parte en que he pasado más miedo, yo que soy miedica por naturaleza, tanta maldad, me tenía completamente abducida, aunque los actos que narra sucedieron en 1908 tendrá más importancia en la actualidad de lo que podríamos pensar a simple vista. En esta parte se produce un homenaje a la literatura inglesa del s. XIX, Una obra sobrevuela toda la narración del diario, Jane Eyre, cuya adaptación teatral trabajan las alumnas de último curso. Si los narradores son uno de los pilares importantes de esta novela, otro lo constituyen sus personajes, podríamos decir que nos encontramos ante una novela coral, con unos personajes complejos, con muchos matices, y dibujados con gran esmero, no en balde la acción transcurre en un sanatorio, donde reposan personas con distintos problemas mentales, gente que no está tan grave como para pasar sus días en un frenopatico, pero con la mente trastornada. Todo un reto para este licenciado en psicología que los dota de gran veracidad. El más importante de todos ellos y quién lleva el hilo de esta historia es Frederic Mayol, un joven cabal, con una infancia atípica y traumatizado por su paso por la I Guerra Mundial en la que que ha visto de lo que es capaz el hombre, tanto para bien como para mal, con secuelas en su brazo izquierdo, decide asentarse en España, donde vive su padre, más concretamente en Barcelona y encuetra trabajo en un sanatorio situado en la localidad de Sant Pol. Posiblemente es el personaje que más evoluciona a lo largo de toda la novela, incluso en un momento dado llega a perder el norte y actúa de forma impresivisible. Muchas satisfacciones me ha dado el Doctor Mayol. Como contrapunto a Frederic tenemos a Juanjo Alcazar, un periodista de sucesos, al que Mayol recurrirá en algunas ocasiones, un buscavidas sin demasiados recursos económicos, que sin embargo se rodea de toda una red de pilluelos dispuestos a dar información por unas cuantas monedas. Los hermanos Raventós, Blanca y Gerard, me costó muchísimo empatizar con ellos y no puedo decir que lo consiguiera del todo. Blanca es fría, distante, ni siquiera con el que pasa por ser el hombre de su vida es capaz de ser dulce, algún destello aflora, pero es tan fugaz que no acaba de llegar al lector, o al menos no fue capaz de llegarme a mí. Gerard es un tarambana, un vividor, aunque detrás de esa faceta se encuentra un hombre maltratado por su padre por su condición sexual, un hombre incomprendido que se rebela poniendo su apellido en entredicho en un sinfín de ocasiones, codeándose con personajes poco recomendables, como Raimundo Gasset, un ser despreciable, de los que instan a los demás a ponerse en peligro, y huyen cuando las cosas se ponen feas. El padre Robí, un hombre inteligente, atormentado por la seguridad que se ajustició a un inocente por la muerte de Clarisa Miravé y que desde ese momento busca esclarecer la verdad, una obstinación y una sagacidad de la que no saldrá muy bien parado. Para ser sacerdote es un tanto desconfiado, quizás si se hubiera abierto a Mayol el resultado hubiera sido muy distinto. Biel Estrada, un interno del sanatorio, con una bipolaridad que lo convertía en un peligro constante, igual era una balsa de aceite como un desenfrenado capaz de lesionar a otro interno, al celador o a un médico, un complejo caso que se les escapaba de las manos. Mariona, la prima pobre de los Raventós, un personaje que sorprende, de una dulzura excesiva y una servicialidad fuera de mesura. Un ángel que esconde tras su fachada una realidad oscura y capaz de poner el vello de punta al lector, si estás a punto de adentrarte en la novela no la pierdas de vista. Águeda Sanmartin, directora del Colegio los Ángeles, donde se impartía un curriculo distinto y solo se admitían a señoritas adineradas. Una mujer con una infancia complicada, transcurrida entre el terror que le provocaba su padre y la admiración que sentía a su vez por él. Una mujer que en el último curso sufre un cambio que lleva al fin de la institución. La estirad e inaccesible señorita Irene, otra joven soltera que ayuda a Agueda en la dirección de la escuela, más centrada y menos visceral que la directora, que esconde un secreto que se descubre con el transcurrir de la historia. Y por último los padres de Frederic Mayol, el sosegado Horaci Mayol, tan estricto en las normas que se impone a si mismo, un hombre de costumbres, tan distinto aparentemente a su hijo, y la glamurosa Claudine, tan distintos entre sí que cuesta creer que algún día fueran matrimonio y engendraran un hijo. No son todos los personajes, hay muchos más y cada uno en su medida está dibujado con esmero por Toni Hill, ellos son el alma de la historia, los que nos hacen vibrar, los que nos suben a una montaña rusa de sentimientos y pasiones conforme avanza la trama. Nos encontramos ante una novela que va de menos a más, con un principio sosegado, en el que se nos van presentando a los personajes, se nos pone en situación, se nos va narrando el pasado de ese caseron que alberga el sanatorio, los hechos que allí ocurrieron y que marcaron un antes y un después. Parece que la casa tiene vida propia, que respira y tiene sus habitantes sobrenaturales. Poco a poco el misterio va increscendo y con ello el ritmo se vuelve más rápido, los misterios se van desentrañando y con ello crecen las expectativas del lector, sus ganas de conocer, de que la trama llegue a su fin, que se desvelen los misterios que esconden todos y cada uno de los personajes. Y para ello el autor utiliza un lenguaje culto, acorde con el estatus de los personajes que desfilan por sus páginas. Será el diario de la señorita Agueda el que helará al lector, le pondrá el vello como escarpias, a partir de la mitad del libro son los distintos sucesos que van salpicándose los que pondrán en alerta al lector, dejándolo en ocasiones con la boca abierta, llevándolo de la mano hasta el final del libro, tan imprevisible como todo el desenlace. En ningún momento el lector sabe hace donde le lleva la historia, intuye que la parte del pasado es importante en el presente, que allí se encuentra la explicación a tan extrañas muertes, sin embargo es imposible entrever todo lo que se esconde detrás, y quizás lo que más sorprende es la forma en que Toni Hill comienza a desenredar el ovillo, para que todas las piezas terminen por encajar, y desemboquen en un final tan sorprendente como redondo, muy dificil de conseguir en tramas tan complicadas y enrevesadas. Al principio comentaba que esta novela no me servía para la Yincana Histórica, sin embargo la ambientación es soberbia, tanto en la Austria anterior a la I Guerra Mundial, como la decadente que encontramos a su fin, y como no es capaz de retratar una Barcelona en la que los movimientos obreros comienzan a hacer su aparición, para paliar la injusta situación de los más desfavorecidos, también empieza a aflorar el movimiento sufragista, nos encontramos con mujeres en las universidades, mujeres que como Blanca son más libres en sus comportamientos. Hace mención también a la Oficina pro Cautivos creada por el rey Alfonso XII, no podemos decir que sean una parte importante de la historia, pero si sirven para situar al lector en el contexto histórico y darle de esa forma verosimilitud a los acontecimientos. Da la impresión que el autor es un gran enamorado de la novela gótica, del s. XIX y de la literatura, son bastantes los ejemplos, desde la obra de Jane Eyre que ocupa gran parte del diario de Agueda Sanmartin, al lugar donde trascurren los hechos ese caserón tocado por la tragedia, concebido para ser un hotel, reconvertido en internado de señoritas, y más tarde en sanatorio mental. Una fachada adornada con cabezas de Angeles ciegos que dan nombre al colegio en un primer instante. También la mención a los relatos de ETA Hoffman, El hombre de arena y los elixires del diablo, las lecturas que Anna Freud le recomienda a Mayol para que le ayuden en la resolución del caso. Y como no los guiños a La mujer de Blanco de Wilkie Collins, aunque aquí nuestra mujer viste de negro, tiene una risa siniestra y carece de rostro y parece preceder a la muerte o la pérdida de la cordura. Toni Hill logra dotar la parte del pasado de un aura gótica, una ambientación exquisita propia de la novela decimononica, y es capaz incluso de trascenderla, porque lo sobrenatural suele darme repelús y en esta novela sobrevuela tanto el pasado, como el presente, sin embargo la naturalidad con la que se inserta hace atractiva la lectura, a la vez que espeluznante. Conclusión: Si has llegado hasta aquí, habrás intuido que la novela me ha gustado, que he disfrutado y he pasado miedo a partes iguales, aunque sinceramente yo soy muy asustadiza, los amantes del terror seguro que no lo ven para tanto, la novela merece ser leída tanto por lo que cuenta, como por la forma en que lo cuenta. Si el cuerpo humano es un misterio para los médicos, la mente supone un reto, el fino equilibrio entre la locura y la cordura se puede ver alterado por cualquier suceso, y hacer aflorar lo más ruin de cada uno de nosotros,¿hasta que punto estamos exentos de sufrir un desequilibrio mental? La bondad y la maldad se entrecruzan en esta novela de forma magistral creando una atmósfera sobrecogedora, acorde con los hechos que se narran, Toni Hill juega con el lector e incluso con sus personajes, los pone al límite, unas veces salen mal parados y otras veces solo heridos, la única forma de seguir adelante está dentro de ellos, en ese viaje al interior de la mente humana y de la psicología. La contextualización histórica y los personajes tan atractivos como ricos en matices, junto con el lenguaje empleado harán las delicias de cuantos lectores se sumerjan en sus páginas, que los envolverán de principio a fin, los sacudirán, y los llevaran hasta la parte más oscura y vil del ser humano. Si quieres sentir un tsunami literario no te puedes perder esta obra de la ingeniería narrativa
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