En la novela corta "La muerte en Venecia", del escritor alemán Thomas Mann se encontraba una frase que decía: "Así era Venecia, la bella insinuante y sospechosa; ciudad encantada de un lado, y trampa para los extranjeros de otro, en cuyo aire pestilente brilló un día, como pompa y molicie, el arte, y que a los músicos prestaba sones que adormecían y enervaban". A esta yo añadiría otra que escribió el filósofo Schopenhauer en su "Palerga y paralipómena" y que reza "nuestro mundo civilizado no es más que una mascarada donde se encuentran caballeros, curas, soldados, doctores, abogados, sacerdotes, filósofos, pero no son lo que representan, sino solo la máscara, bajo la cual, por regla general, se esconden especuladores de dinero". Y esos, básicamente, son los elementos que Marina G. Torrús ha retratado, creo que con gran acierto y con éxito, en "Azul Venezia".Y es que esta ficción es un fiel reflejo de lo que recogen esas dos frases, ya que en ella el lector disfruta de "una bella e insinuante Venecia" de principios del siglo XVIII en la que la música y el arte se mecen entre los canales, deleitando a todos los amantes de estas disciplinas, pero también se percata de las máscaras utilizadas y lo que estas esconden, y de las que no se libran ni los religiosos ni las personas que se creen de la más absoluta confianza ni nadie cuando el "Dios dinero" (si se me permite la expresión) es el que reina. Y es que muchos no son lo que parecen y se ocultan tras las máscaras."Azul Venezia" me ha parecido, en líneas generales, una de esas novelas que merecen la pena ser leídas y con las que se puede disfrutar de dos géneros (thriller o novela de suspense e histórica) a la vez, y me ha recordado un poco a "Sombras de agua" (salvando las distancias) por la cercanía de la época (muy finales del siglo XVII), la misma ciudad, el misterio, el arte... Escrita con agilidad y soltura, se le ha dotado de un buen ritmo, gracias a unos capítulos muy cortitos (94 y divididos en tres partes) además de la forma de la narración de la ficción, y eso hace que el lector vaya adentrándose en la trama con gran facilidad y, sin apenas darse cuenta, se haya leído más de una docena de capítulos (al menos es lo que a mí me ha ocurrido).Para ello, Marina G. Torrús no ha dudado en utilizar un lenguaje sencillo, claro, directo y ameno, a la vez que muy propio de esa época, ayudándose de una buena ambientación a base de descripciones justas y necesarias (tanto temporales como espaciales) para que el lector se sienta transportado (varios siglos atrás) a esa bellísima ciudad y sienta cómo fluye el agua por sus canales, cómo son esos paseos en góndolas o cómo brilla, y se siente, el arte en cualquiera de sus disciplinas (música, edificios, en los cristales...). Pero también vive de cerca esos asesinatos en serie y el misterio que los rodea, se deleita con ese trabajo tan minucioso y calculado que realiza la bestia con cada uno de ellos, o percibe las mismas sensaciones que Caterina cuando comienza a brillar (valga la redundancia) en los escenarios, entre otros muchos aspectos.En cuanto a los personajes, he de reconocer que están logrados y bien caracterizados, cada uno con su propia personalidad, pero dotados de la fuerza que les corresponde. Son varios y muy variados los que aparecen y se han perfilado, pero, en mi humilde opinión, los dos protagonistas, Caterina y Alfonso Guardi (capitán de guardia de Corps que inevitablemente me ha hecho pensar en "La cocinera de Castamar", casualmente, la inmediatamente anterior novela que he leído y en la que los guardias de Corps tienen su importancia), son quizás los que están mejor trabajados y desarrollados, y a los que se les ve evolucionar con mucha más intensidad. A mí también me ha gustado mucho Mme. Chevalier.He de confesarte, estimado lector, que hay un indescriptible e ingente trabajo de documentación detrás y no solo de la época y de la ambientación en cuestión (vestuario, sociedad, usos y costumbres etc.), que también, sino porque además existen muchos momentos en los que se hacen alusiones a la mitología y a las fábulas que se estilaban en la Venecia del siglo XVIII.No puedo finalizar esta reseña sin comentarte que esta lectura me ha hecho reflexionar (sí, como ya es bastante habitual en mí) llegando a la conclusión, una vez más, de que tal y como dice el sabio refranero español "el hombre es el único animal que tropieza en la misma piedra". ¿Por qué lo digo? porque aunque transcurran años, décadas e incluso siglos y aunque haya habido transformaciones disruptivas en cuanto al arte, a la tecnología, a la sociedad etc... el "Dios dinero" siempre ha causando furor, y sigue haciéndolo (desgraciadamente), y es capaz de inducirnos a cometer las mayores atrocidades. Un aspecto en el que no evolucionamos en absoluto.Como conclusión solo puedo reiterar lo anteriormente dicho, que "Azul Venezia" es una novela que recomiendo porque me ha parecido interesante, porque es de esas que te mantienen en vilo con varios giros inesperados y con las que disfrutar mientras viajamos en el tiempo. ¿Se puede pedir más?
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