Epitafio de un asesino

Antonia J. Corrales

Fragmento

Creditos

Epitafio de un asesino

1.ª edición: septiembre 2012

© Antonia J. Corrales, 2005

© Ediciones B, S. A., 2012

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

www.edicionesb.com

Depósito Legal: B.22775-2012

ISBN DIGITAL: 978-84-9019-198-9

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

Dedicatoria

 

 

 

 

 

A Andrés, porque sin ti nada hubiera sido posible.

Contenido

Contenido

Portadilla

Créditos

Dedicatoria

Comentario

 

Prólogo

Capítulo 1

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

11

12

13

Capítulo 2

1

2

3

4

5

6

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9

10

11

12

13

Capítulo 3

1

2

3

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13

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19

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21

Capítulo 4

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

11

NOTAS

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Las profesiones, lugares de residencia, así como nombres propios y apellidos de los personajes que forman parte de la historia son meramente circunstanciales. No tienen relación alguna con las personas reales, vivas o muertas. Cualquier parecido con hechos reales es una mera coincidencia. Las referencias a lugares, monumentos, congregaciones religiosas, citas de escritores, nombres de personajes históricos, organizaciones, asociaciones, así como citas bíblicas y de medios de comunicación son igualmente fortuitos; la autora se ha servido de ellos con el único fin de enmarcar la ficción literaria en un tiempo y escenario verosímil para el lector. Por todo ello, esta novela es, en su totalidad, una obra de ficción y como tal debe ser interpretada la integridad de su contenido.

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Prólogo

Cuando el cordero abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto Animal que decía: «Ven».Y vi aparecer un caballo pajizo, cuyo jinete se llamaba Muerte…

Apocalipsis 6, 7-8

—¡No os riáis de él. A pesar de no saber escribir, lee mejor que vosotros. Es muy inteligente. Todos los genios tienen alguna carencia. Lo que le pasa es tan extraño que puede que su problema sea precisamente un don divino. ¡Todo tiene un sentido en esta vida! ¡Todo! Solo Dios sabe el porqué —dijo la religiosa abrazando al muchacho con fuerza—. No está bien reírse de nadie. ¡Es un pecado! No debéis hacerlo.

—No me importa que se rían. ¡No me importa! —contestó el joven.

—¡Madre! —dijo uno de los escolares—. No nos reímos de él. Nos reímos de su comentario. Ha sido muy gracioso. Hemos pensado que era una broma. No sería esta la primera vez. Usted sabe que todos le queremos. Siempre que puede nos ayuda. Es muy inteligente, bueno y bondadoso.

—¿Es eso cierto? —preguntó la monja.

—Sí, madre, es cierto —contestó la clase al completo.

—Y bien, entonces, ¿me contaréis lo que este truhán ha dicho a mis espaldas? Tal vez me venga bien reírme un poquito —dijo pellizcando la mejilla del muchacho.

—No era una broma —contestó el joven poniéndose frente a la sor—. Madre, yo hablaba en serio. Dije que sería un gran escritor. Lo dije porque anoche soñé con un ángel que tenía los ojos verdes. Me dijo que yo había nacido para escribir, que él me enseñaría a poner mis pensamientos sobre el papel. A cambio de ello, solo tenía que dedicar mi vida a escribir su palabra.

—¡Virgen santísima! ¿Qué más te dijo el ángel?

—Dijo que yo era el elegido. Que sería el mejor escritor del nuevo siglo. Dijo que el último eclipse del milenio anunciaría el principio de mi era. ¡La era de la imaginación! Me co

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