Inhumano (Doctora Kay Scarpetta 23)

Patricia Cornwell

Fragmento

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Créditos

Título original: Depraved Heart

Traducción: Ramón de España

1.ª edición: octubre de 2017

© 2017 by Cornwell Entertainment, Inc.

© 2017, Sipan Barcelona Network S.L.

Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona

Sipan Barcelona Network S.L. es una empresa

del grupo Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.

ISBN DIGITAL: 978-84-9069-858-7

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Contenido

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Dedicatoria

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Una semana después

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Dedicatoria

Para Staci

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Citas

Definiciones legales del concepto

«corazón depravado»

Carente de obligaciones sociales y fatalmente inclinado a la maldad.

Mayes contra el Pueblo,

Tribunal Supremo de Illinois (1883)

Una indiferencia depravada con respecto a la vida humana.

El Pueblo contra Feingold,

Tribunal de Apelación de Nueva York (2006)

El dictado de un corazón retorcido, depravado y malévolo; une disposition à faire une chose mauvaise; puede ir por su cuenta o en relación a la ley.

WILLIAM BLACKSTONE,

Comentarios sobre las leyes

de Inglaterra (1769)

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Herr God, Herr Lucifer.

Beware.

Beware.

Out of the ash

I rise with my red hair

And I eat men like air.

Herr Dios, Herr Lucifer.

Cuidado.

Cuidado.

Porque yo con mi cabellera roja

resurjo de las cenizas

y devoro hombres como si fuesen aire.

SYLVIA PLATH,

«Lady Lazarus», 1965

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Le regalé el osito vetusto a Lucy cuando tenía diez años, y ella lo bautizó como Mister Pickle. Está sentado sobre la almohada de una cama tensa cual catre militar, con sábanas de aire oficial remetidas en plan hospital.

El osito siempre aquejado de abulia me mira de manera ausente, con la boca de hilo negro torcida hacia abajo, en forma de V invertida, y yo debo haberme imaginado que se sentiría contento y hasta agradecido si le rescataba. Es irracional pensar algo así cuando hablamos de un animal de peluche, sobre todo si la persona que alumbra esos pensamientos es una abogada, científica y doctora a la que se supone fríamente clínica y lógica.

Experimento una mezcla de emociones de sorpresa ante la aparición inesperada de Mister Pickle en el vídeo que acaba de aterrizar en mi teléfono. Una cámara fija debe de estar enfocando hacia abajo desde un ángulo concreto, probablemente un agujero en el techo. Puedo discernir el suave tejido de sus zarpas, los dulces ricitos de su mohair verde olivo, las negras pupilas de sus ambarinos ojos de vidrio, la etiqueta amarilla de la oreja que pone STEIFF. Recuerdo que medía veintidós centímetros, por lo que resultaba un compañero agradable para un cometa veloz como Lucy, mi única sobrina, que, de hecho, era también mi única hija.

Cuando descubrí el oso de juguete décadas atrás, estaba en lo alto de una estropeada estantería de madera llena de inanes libros de lujo que olían a

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