Inmune a ti (KissMe 3)

Elle Kennedy

Fragmento

InmuneAti-1.xhtml

1
Allie

Podemos hablar?

Xfa??

WTF, Allie. Después de todo por lo q hemos pasado, merezco algo más de esto.

No ibas n serio cuando dijiste q habíamos terminado, no?

Puedes, x favor, CONTESTAR? Joder!!

Sabes q? A la mierda. Quieres ignorarme? Ok. Como veas.

Seis mensajes me esperan cuando reviso mi teléfono móvil a la salida del gimnasio del campus la noche del viernes. Son todos de Sean, mi ex desde anoche. Y aunque su progresión emocional, de súplica a cabreo, no me pasa desapercibida, no puedo evitar fijarme en sus errores gramaticales.

Merezco más de esto.

«De», en vez de «que». Y dudo que el culpable sea el autocorrector, porque Sean no es precisamente el más listo de la clase.

Bueno, eso no es del todo cierto. Es superinteligente para algunas cosas. Como por ejemplo… para el béisbol. En serio, podría recitar las estadísticas al revés, incluso las que se remontan a los años sesenta. Pero todo lo que tenga que ver con los libros no es su fuerte. Ser un NOVIO MARAVILLOSO tampoco entra dentro de su lista de fortalezas, por lo menos, no en los últimos días.

Nunca he querido ser una de esas chicas que corta y vuelve con el mismo chico una y otra vez. De verdad pensaba que yo era más fuerte, pero Sean McCall me tiene atrapada desde mi primer año en la Universidad Briar. Me conquistó con su look pijín y su sonrisa de niño pequeño. Esa bonita sonrisa, torcida, con sus hoyuelos… y llena de promesas.

Miro mi teléfono de nuevo y mi desconfianza crece como la yedra del edificio que tengo a mi espalda. ¡Argh! ¿De qué quiere hablar? Anoche ya nos dijimos todo lo que nos teníamos que decir. Cuando le aseguré que habíamos terminado, antes de salir corriendo de su casa en la fraternidad, iba muy en serio.

Hemos terminado de verdad. Esta es nuestra cuarta ruptura en tres años. No puedo seguir haciéndome esto a mí misma, no puedo seguir en este círculo retorcido de alegría y dolor, sobre todo cuando la persona con la que se supone que debería estar construyendo un futuro está decidida a lastrarme.

Aun así, me duele el corazón. Es difícil dejar marchar a alguien que ha sido una parte muy importante de tu vida durante tanto tiempo. Y es aún más difícil cuando esa persona se niega rotundamente a dejarte marchar.

Suspirando, bajo corriendo las escaleras y me dirijo al sendero empedrado que atraviesa serpenteando el campus. Por lo general, me tomo mi tiempo en admirar el paisaje: los magníficos edificios antiguos, los bancos de hierro forjado, los inmensos árboles. Pero esta noche solo quiero correr hasta mi residencia, taparme con el edredón hasta la cabeza y aislarme del mundo. Por suerte puedo hacerlo, porque mi compañera de cuarto, Hannah, está fuera este fin de semana, lo que significa que no podrá darme lecciones sobre los peligros emocionales que tiene revolcarme en mi propia miseria.

Aunque anoche no me dio ninguna lección. No, en vez de eso, asumió la responsabilidad de mejor amiga y lo hizo fenomenal. Después de salir de la casa de Sean, Hannah me esperaba en nuestra sala común con un bote de helado, una caja de Kleenex y dos botellas de vino tinto, y se quedó despierta hasta la madrugada pasándome pañuelos de papel y escuchando mi incoherente balbuceo.

Las rupturas son una MIERDA. Siento que he fracasado totalmente. No, mejor dicho, me siento como una desertora. El último consejo que mi madre me dio antes de morir fue que nunca me diese por vencida en el amor. En realidad, ya me había inculcado eso mucho antes de ponerse enferma. No conozco todos los detalles, pero no era ningún secreto en casa que el matrimonio de mis padres estuvo a punto de desmoronarse más de una vez durante los dieciocho años que estuvieron juntos. Pero se esforzaron en seguir adelante. Trabajaron duro por la relación.

Cada vez que pienso en que ayer dejé a Sean, se me revuelve el estómago. Tal vez debería haber luchado más por nosotros. A ver, yo sé que él me quiere…

Si te quisiera, no te habría dado un ultimátum. Has hecho lo que había que hacer, me asegura una voz ronca.

Mi garganta se contrae cuando reconozco la voz en mi cabeza. Pertenece a mi padre, que resulta ser mi mayor defensor y admirador. A sus ojos, nada de lo que hago es malo.

Es una lástima que Sean no sea capaz de verme a través de esa lente.

Mi teléfono vibra cuando estoy a cinco minutos de la Residencia Bristol, donde comparto una suite de dos dormitorios con Hannah.

Mierda. Otro mensaje de Sean.

Y doble mierda porque dice:

Siento mucho habert insultado, amor. No lo decía en serio. Estaba enfadado. Significas todo xa mí. Espero q lo sepas.

Un segundo mensaje aparece en la pantalla: Voy a tu habita después de clase. Así podremos hablar.

Me detengo en seco, una sacudida de pánico sube por mi espina dorsal. No tengo miedo de Sean, al menos no en el sentido físico. Sé que él nunca me pondría la mano encima o me montaría un pollo de los gordos. Pero me da miedo su capacidad de persuadirme con palabras bonitas. Es superbueno en eso. Todo lo que tiene que hacer es llamarme «amor» y sacar a relucir su adorable sonrisa, y estoy perdida.

La ira, el miedo y el cabreo lidian una batalla para captar mi atención mientras releo sus mensajes. Es un farol. No va a venir sin ser invitado, ¿verdad?

Joder, joder, joder.

Con dedos temblorosos, busco el número de Hannah. Dos tonos más tarde, la voz tranquilizadora de mi mejor amiga resuena en la línea.

—¡Hola! ¿Qué tal? ¿Estás bien?

Puedo oír a alguien charlando en el fondo. Una voz femenina: Grace Ivers, la novia de Logan. Eso significa que Hannah y su novio, Garrett, ya han salido para pasar el fin de semana en Boston. Me invitó a ir con ellos, pero lo rechacé porque no me apetecía ir de sujetavelas por partida doble. ¿Dos parejas enamoradas con locura y yo? No, gracias.

Ahora desearía haber aceptado la invitación porque me quedo sola este fin de semana y resulta que Sean quiere «hablar».

—Sean va a venir a casa esta noche —suelto.

Hannah gruñe.

—¿Qué? ¡NO! ¿Por qué le has dicho que te parece bien que…?

—¡Yo no le he dicho nada! Ni siquiera me ha preguntado si me parecía bien. Solo me ha enviado un mensaje diciendo que se pasa luego.

—Pero ¿qué coño dice? —suena tan indignada como yo me siento.

—Muy fuerte, ¿verdad? —Mi pánico se desborda—. No puedo verle, Han. Todavía estoy demasiado sensible por la ruptura. Si se acerca a mí, podría terminar volviendo con él.

—Allie…

—¿Crees que si apago todas las luces y cierro la puerta pensará que no estoy en casa y se irá?

—¿Conociendo a Sean? Se quedará esperando en la puerta toda la noche —contesta Hannah—. ¿Sabes qué? No debería haber aceptado ir al partido de los Bruins. Debería estar en casa contigo. Espera, le

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos