Se me olvidó cómo olvidarte (Colección BlackBirds)

Iago de la Campa

Fragmento

AL86796_Se_me_olvido_como_olvidarte.html

Casi nunca sé cómo recoger una vida, qué hacer para guardar los detalles y que no se me olviden; para tenerlos siempre dentro, siempre presentes, que no sean pasado. Pero me dicen que hay que dejar algunas cosas atrás, hacer sitio para vivir las nuevas, y ahora no sé qué dejar atrás que no sea mejor de lo que pueda venir más adelante.

Son las diez de la mañana. Estoy a medio vestir, como siempre, con la casa hecha un desastre, casi tanto como yo, y está sonando Páginas tuyas, de Fabián.

Se me cuela dentro un poco del estribillo ese de «Tengo que decirte que eres alguien especial, a veces». Me está sabiendo a la ginebra de ayer esta canción, a las despedidas que me cuestan tanto que ni siquiera las llevo a cabo.

No sé lo que me pasa, pero siempre que tengo que decir algo, me lo callo. Se me da tan mal encontrar los momentos… Y luego, como ahora, me arrepiento.

Siempre me arrepiento cuando me tengo que ir; cuando se me acaban las oportunidades espero esa última, regalada. Pero no, ni llega ni debería llegar.

Digo desde ya que no sé hacer maletas, que siempre que las voy a cerrar se me queda algo fuera, que tenerlo todo por ahí tirado y estar pendiente de meter esto o lo otro se me da fatal.

Y aun así, tengo como tres horas para recogerlo todo, para alejarme de este año, de esta ciudad que parecía que nunca me iba a querer en ella y de la que ahora no me quiero ir yo.

Me toca la bofetada del cambio de vivir solo a volver con mis padres, por lo menos durante parte del verano. Cambiar la libertad y la responsabilidad del ser independiente, del solo pensar en mí, por la libertad sesgada y la responsabilidad que solo tengo que tener en mis actos allí.

Me da vértigo pensar ahora cómo ha cambiado mi vida desde que llegué hace ya diez meses. Tenía mi novia, mis amigos, mi familia, pero a veces sientes como que tienes que moverte, que aunque sea mucho lo que tienes, te falta algo: buscar que tu vida deje de ser siempre la misma rutina y lanzarte, conocer cosas nuevas e ir a por todas.

Y así fue. Cuando me enteré de que podía pedir el traslado de ciudad por un curso en la universidad, fui de cabeza a ello. Con las consiguientes broncas con mi pareja y con los recelos de mi familia.

A veces pienso que la gente que más nos quiere muchas veces es la que nos echa atrás a la hora de hacer lo que queremos. Me explico: yo necesitaba un cambio porque me estaba estancando un poco. Llevaba muchos años siendo el mismo, o sea, como que llega un punto en que la madurez se para cuando no te está pasando nada. Como que necesitas que te pasen cosas para crecer, para saber afrontar los retos nuevos, e incluso para no aburrirte. Y ahí, cuando te decides a hacerlo, a moverte, los que te quieren no quieren que te vayas. Por miedo. Sobre todo a que no vuelvas. A que lo que puedas encontrar sea mejor que lo que te estaban ofreciendo. Y creo que no es así como hay que sentirse. Creo que cuando quieres bien a alguien lo animas con todo a que sea como quiera ser, a que busque lo que necesite para ser feliz. Y tú puedes estar en ese camino, compartirlo. Pero hay quien prefiere intentar impedirlo y poner piedras para que no lo seas. Y a mí me paso un poco eso con Sofía.

Desde que le dije en invierno que me iba, como que ya había puesto un punto final para ella. Y para mí no. Todo lo contrario. Yo iba a volver, ella podía venir; cuando se hace por querer estar y por quererse ver, creo que no hay problema en que suceda. Pero no sé, no era lo mismo.

Nos pasamos de enero a septiembre, antes de que me fuera, con las tonterías de las discusiones de que no iba a durar, de que teníamos fecha de caducidad, de que la iba a dejar, de que la iba a dejar, de que la iba a dejar....

Pasa que a veces no tienes ninguna idea sobre ello en la cabeza y te la meten dentro. Te la repiten, dejan que ger­mine y la cuidan. Sí, a veces, lo malo también lo cuidan para que vaya a peor.

Me acuerdo de una conversación que tuvimos en su casa…

—¿Qué vamos a hacer cuando te vayas? —dijo mirándome a los ojos.

—¿Cómo que qué vamos a hacer? Nada, lo mismo. Yo vendré en vacaciones y en algún festivo que pueda, y tú puedes venir siempre que quieras. Sabes que voy a ir a un piso, y que no vas a tener problemas para estar allí. —Iba a tener espacio de sobra para los dos, para cuando quisiera venir.

—Pero no va a ser lo mismo. Tú vas a conocer gente nueva y yo voy a estar aquí. A cientos de kilómetros no es lo mismo estar juntos todos los días que vernos una vez al mes o una vez cada dos meses. No sé si me va a llegar —me contestó mientras se le oscurecía el rostro.

—Pero, joder, da igual que conozca a quien conozca; si yo sé que quiero estar contigo, no tiene por qué haber ningún problema. —Yo estaba hablando seguro, en serio, creía de verdad en ello.

—No va a ser lo mismo… —A Sofía siempre le pasaba lo mismo: cuando se le metía una idea en la cabeza, no podía parar de sacarla una y otra vez.

—Que no sea lo mismo no significa que vaya a ser peor; significa que va a ser diferente, que igual tenemos días mejores o peores, pero que al final del día vamos a estar ahí pase lo que pase. —Soy de los que piensan que cuando quieres a alguien y esa persona te necesita, vas a estar ahí, y da igual la distancia o el tiempo. Sea la hora que sea, incluso, estarás para esa persona.

—Vale, pero prométeme que vamos a seguir cuidándonos y que antes de hacernos daño cortaremos con todo. —Me lo dijo muy seria, mirándome a los ojos con esa cara de «no sé si vamos a poder, pero que sea mientras se quiera».

—Prometido: solo cuidarnos y estar ahí, y ojalá no tengamos nunca que prevenirnos del hacernos daño.

—Y me acurruqué contra su jersey.

Puedo decir hoy que algo cumplimos de lo que dijimos. No todo, pero algo. Por lo menos cortamos antes de hacernos daños. Por lo menos lo intentamos.

Portadilla_cap02.html
AL86796_Se_me_olvido_como_olvidarte-1.html

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos