Créditos
Títuo original: Multiversum. Memoria
Traducción: Juan Carlos Gentile Vitale
1.ª edición: enero 2015
© 2013 Leonardo Patrignani
© Ediciones B, S. A., 2015
para el sello B de Blok
Consell de Cente, 425-427 - 08009 Barcelona (España)
www.edicionesb.com
Publicado por primera vez en Italia en 2013 por Arnoldo Mondadori Editore S.p.A., Milán
Publicado por acuerdo con Piergiorgio Nicolazzini Literary Agency (PNLA)
DL B 215-2015
ISBN DIGITAL: 978-84-9019-936-7
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.
Contenido
Portadilla
Créditos
Dedicatoria
Citas bibliográficas
Prólogo
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Epílogo
Agradecimientos
Dedicatoria
A Valeria
Para despertarse... hay tiempo
Citas bibliográficas
No hay nada que espante más al hombre que tomar conciencia de la inmensidad de lo que es capaz de hacer y convertirse.
SØREN KIERKEGAARD
Cuando también el tiempo sea domado, también del tiempo se hará mercado.
ALBERTO MASSARI
Prólogo
Prólogo
Era el cielo de siempre.
Eran los rostros de siempre.
Era el refugio subterráneo, el túnel cavado en el muro para ver otra vez la luz, el silencio antes de la última pista escondida al final del disco. Un dónde, en un mundo en que ya no existía ningún lugar. Un cuándo, en una realidad sin futuro. Era el comodín aparecido en el mazo en el momento crítico de la partida.
Pero por el momento no era más que una jaula. Una ilusión de la mente. Aunque realista, creíble y verdadera.
Auténtica como el soplo de viento que se elevaba del paseo marítimo de Barcelona en aquella tarde de invierno, arrastrando por doquier octavillas rojas y azules en una danza sin coreografía.
Sincera como el sentimiento que entrelazaba los destinos de Alex y Jenny y que los había llevado hasta allí. Fuera de la pesadilla. Dentro de una nueva prisión.
El asteroide había borrado la vida sobre la Tierra, eso lo recordaban perfectamente. En cualquier posible dimensión paralela, en cualquier rincón del Multiverso. Pero ellos lo sabían, quizá siempre lo habían sabido. Nuestra mente es la clave. En el instante en que el Apocalipsis había decretado el fin de la carrera, sus ojos se habían apagado. Como los de cualquier otro habitante del planeta.
Sin embargo, los ojos del cuerpo no son las únicas ventanas abiertas a la realidad.
¿El disco había terminado, o los segundos seguían corriendo en el silencio, a la espera de un nuevo inicio? Alex y Jenny ignoraban por completo dónde se encontraban. Estaban a salvo, pero al mismo tiempo estaban muertos. Por lo que sabían, vagaban en un lugar de recuerdos, prisioneros de un fragmento mental, de un eco de la catástrofe, mientras el mundo verdadero era un desierto de cenizas. Y entonces, ¿cuál era, en realidad, el mundo verdadero? Y ¿quiénes eran ellos? ¿Qué había sobrevivido y qué había terminado para siempre?
La silla de ruedas de Marco había aparecido solo pocos segundos antes desde el fondo de la calle. Él se había acercado y ante la mirada incrédula de Alex y Jenny había pronunciado una simple frase y abierto otra vez la partida.
—Ánimo, muchachos. Salgamos de esta jaula.
Luego se había puesto de pie. De pie sobre sus propias piernas.
Y había sonreído.
Bienvenidos a Memoria.
El lugar donde el único escenario posible es el recuerdo. El interminable silencio entre el fin del disco y el inicio de la pista escondida.