Esmeralda (Rubí 3)

Kerstin Gier

Fragmento

1

El extremo de la espada me apuntaba directamente al corazón, y los ojos de mi asesino eran como agujeros negros que amenazaban con tragarse todo lo que estuviera cerca de ellos. Supe que no podría escapar y retrocedí unos pasos tambaleándome.

El hombre me siguió.
—¡Eliminaré del planeta lo que no es querido por Dios! ¡Tu sangre empapará la tierra!

Tenía como mínimo dos réplicas mordaces a esos patéticos gruñidos en la punta de la lengua (¿empapar la tierra?: ¡la tierra estaba embaldosada allí!), pero el pánico no me permitió articular palabra. Por otra parte, el hombre no parecía estar en disposición de apreciar mi sentido del humor. De hecho, ni siquiera parecía que supiera lo que era el humor.

Retrocedí un paso más y mi espalda chocó contra la pared. Mi adversario soltó una risotada. Quizá tuviera sentido del humor al fin y al cabo, solo que no coincidía con el mío.

—¡Ahora morirás, demonio! —gritó, y sin pensárselo dos veces me hundió la espada en el pecho.

Me desperté sobresaltada lanzando un grito. Estaba bañada en sudor y me dolía el pecho como si efectivamente lo hubiera atravesado la hoja de una espada. ¡Qué sueño más horrible! Aunque en realidad tampoco era para sorprenderse.

Los acontecimientos del día anterior (y de los días precedentes) no constituían precisamente una buena base para quedarse acurrucada bien calentita bajo la manta y dormir el sueño de los justos. En realidad, más bien eran la base adecuada para que un montón de pensamientos negativos reptaran por mi cabeza como monstruosas plantas carnívoras. «Gideon solo ha estado fingiendo. En realidad no me quiere.»

«Probablemente tampoco tiene que hacer gran cosa para que los corazones de las muchachas vuelen hacia él», oía repetir al conde de Saint Germain con su voz suave y profunda, una y otra vez. Y: «No hay nada más previsible que la reacción de una mujer enamorada».

¿Y cómo se supone que reacciona una mujer enamorada cuando se entera de que le han mentido y la han manipulado? Exacto: habla por teléfono durante horas con su mejor amiga y luego permanece sentada en la oscuridad sin poder conciliar el sueño, preguntándose por qué demonios ha tenido que ir a tropezarse con el tipo en cuestión mientras llora desconsolada añorando otros tiempos más felices… Fácil de prever, sí.

Los dígitos luminosos del despertador junto a mi cama marcaban las 3.10, lo cual significaba que se me debían de haber cerrado los ojos y que incluso había dormido más de dos horas. Y alguien —¿mamá?— tenía que haber entrado y haberme tapado, porque lo último que recordaba era que estaba acurrucada en la cama con las rodillas levantadas escuchando los latidos superacelerados de mi corazón.

Qué extraño que un corazón roto pudiera latir aún.

«¡Parece como si estuviera formado solo por esquirlas rojas con los bordes afilados que me arañan desde dentro y me desangran!»; así había tratado de describir a Leslie el estado de mi corazón (de acuerdo, suena tan patético como lo del tipo de la ronquera de mi sueño, pero algunas veces la verdad es tan… cursi…). Y Leslie me había dicho compasivamente: «Sé muy bien cómo te sientes. Cuando Max rompió conmigo, primero pensé que me iba a morir de pena. Y de un fallo orgánico múltiple además: arritmia, disnea, embolia cerebral, parálisis progresiva… Pero, en primer lugar, no dura para siempre; en segundo, la situación no es tan desesperada como te parece, y, en tercero, tu corazón no es de cristal».

—No, es de piedra —la corregí sollozando—. Mi corazón es una piedra preciosa que Gideon ha roto en mil pedazos, como en la visión de la tía Maddy.

—Bueno, reconozco que no suena mal del todo, ¡pero no es verdad! En realidad los corazones están hechos de un material completamente distinto, puedes creerme. —Leslie se aclaró la garganta y añadió con tono solemne, como si me estuviera revelando el mayor de los secretos—: Se trata de un material mucho más maleable, irrompible, que puede moldearse de nuevo una y otra vez. Fabricado según una receta secreta.

Otro carraspeo para elevar la tensión. Instintivamente contuve el aliento.

—¡El mazapán! —anunció Leslie.
—¿El mazapán?

Por un instante dejé de sollozar y sonreí sorprendida.
—¡Sí, mazapán! —repitió Leslie muy seria—. Del bueno, del que tiene mucha almendra.

Estuve a punto de soltar una risita, pero entonces recordé que era la chica más desgraciada del mundo y dije, sorbiéndome la nariz:

—¡En ese caso, Gideon me ha arrancado de un mordisco un pedazo de corazón! Y de paso también ha mordisqueado todo el chocolate que lo envolvía. Tendrías que haber visto cómo me miraba cuando…

Antes de que pudiera volver a la carga, Leslie lanzó un sonoro suspiro.

—Gwenny, lamento tener que decírtelo, pero no vas a arreglar nada gimoteando. ¡Tienes que pasar página!

—No lo hago expresamente —le aseguré—. Es algo que me sale de dentro sin que pueda evitarlo. Hace un minuto era la chica más feliz del mundo, y luego va y me dice que…

—Muy bien, Gideon se ha portado como un cerdo —me interrumpió Leslie rápidamente—. Aunque no consigo entender por qué. ¿Cómo se come eso de que las chicas enamoradas son más fáciles de manejar? Yo diría que es justo lo contrario. Las chicas enamoradas son como bombas de relojería a punto de estallar. Nunca se puede saber qué es lo que harán. Creo que Gideon y su machista amigo el conde han cometido un error garrafal.

—Yo pensaba que realmente me quería. Que haya estado fingiendo todo el tiempo es algo tan…

¿Ruin? ¿Cruel? No encontraba ninguna palabra para describir mis sentimientos.

—¡Vamos, Gwenny! En otras circunstancias podrías seguir hundiéndote en la autocompasión durante semanas y no te diría nada, pero en este momento sencillamente no puedes permitírtelo. Necesitas todas tus energías para otras cosas, como, por ejemplo, sobrevi

vir. —La voz de Leslie sonaba insólitamente severa—. ¡De modo que haz el favor de dominarte de una vez!

—Eso mismo me ha dicho también Xemerius antes de largarse y dejarme sola.

—¡El monstruito invisible tiene razón! Ahora tenemos que mantener la cabeza fría y recabar todos los hechos. Puaj, ¿qué es esto? Espera un momento, tengo que abrir la ventana, Bertie acaba de tirarse uno de esos pedos que te dejan K.O. … ¡Perro malo! ¿Por dónde íbamos? Sí, exacto, tenemos que descubrir qué escondió tu abuelo en vuestra casa. —La voz de Leslie subió ligeramente de tono—. Tengo que reconocer que Raphael ha sido de gran ayuda. Tal vez no sea tan bobo como parece.

—En tu opinión, querrás decir. —Gracias a Raphael, el hermano pequeño de Gideon, que desde hacía poco iba a nuestra escuela, habíamos descubierto que el enigma que mi abuelo me había dejado consistía en unas coordenadas geográficas que conducían directamente a nuestra casa—. La verdad es que me interesaría muchísimo saber hasta qué punto está informado de los secretos de los Vigilantes y los viajes en el tiempo de Gideon.

—Posiblemente sepa más de lo que podría suponerse. En todo caso no se tragó la historia de que los juegos de misterios son el último grito en Londres. Pero fue bastante listo para no hacerme preguntas. —Leslie hizo una pausa y añadió—: Tiene unos ojos bastante bonitos.

—Es verdad.

Eran realmente bonitos, sí; lo cual me hizo recordar que Gideon tenía los mismos ojos que su hermano. Verdes y coronados por unas gruesas cejas oscuras.

—No es que esté especialmente impresionada, solo es una constatación…

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