Leo y Robert. A medianoche (Leo y Robert 2)

Reginah George

Fragmento

leo_y_robert_a_medianoche-3

Prólogo

(PARTE I - LEO)

12 de enero

De: leo.walden@gmail.com

Para: robert.real@gmail.com

Asunto: (Sin asunto)

Robert, ¿qué ha ocurrido?

Cada vez que marco tu número de teléfono, comunica. A veces me mantengo en espera el tiempo suficiente hasta que salta el contestador, la voz robótica de una mujer que siempre me repite lo mismo e insiste en que te grabe un mensaje, que ahora mismo no te encuentras disponible. Eso me pone triste, porque realmente lo único que quiero es hablar contigo. Estoy convencido de que no habrás escuchado ninguno de los mensajes que te he dejado estos días.

Por tanto, ahora me pregunto: ¿leerás este en algún momento? No lo sé, pero tenía que intentarlo.

¿Por qué no quieres hablar conmigo? No sé si es a lo que te has acostumbrado con el tiempo, a aislarte en ti mismo cuando surge un problema que no sabes cómo resolver, pero te recuerdo que esto nos ha ocurrido a los dos. Yo estoy tan sorprendido como tú.

Aunque quizá un poco menos… porque sé quién fue.

Sé quién envió ese correo a toda la maldita empresa con aquel vídeo, y puedo intuir la razón por la cual hizo algo así. Pero tú no me has dado ninguna oportunidad para explicártelo, para buscar una solución. Los dos juntos. Los palacios cerrados son aquellos que solo albergan historias tristes, y veo que tú has decidido acomodarte en el tuyo.

Leo

16 de enero

De: leo.walden@gmail.com

Para: robert.real@gmail.com

Asunto: (Sin asunto)

Hola otra vez:

Aún no sé del todo cómo lo hice, pero ayer logré salir de mi habitación, coger el metro e ir a verte a casa. Y aunque una parte de mí podía esperárselo, admito que me decepcionó no encontrarte allí.

Tenía que hablar contigo de algo importante. Algo para lo que, antes de tomar una decisión, hubiera querido escuchar tu opinión al respecto. Ágata, tu vecina, me lo explicó todo. Dijo que te vio salir al rellano con Óscar y una maleta bastante grande. Fue un poco desagradable conmigo, la verdad, porque nunca antes había tenido una conversación con alguien a través de una mirilla.

Leo

20 de enero

De: leo.walden@gmail.com

Para: robert.real@gmail.com

Asunto: (Sin asunto)

Hola, Robert:

Esta es la última vez que me molesto en escribirte. Y si lo hago es porque estoy convencido de que me sentiré más tranquilo después. Será como lanzar un mensaje en una botella, solo que no me quedaré en la orilla a comprobar hasta dónde llega.

Me marcho a Inglaterra. He sido admitido en el programa de becas que te comenté aquella tarde que estuvimos paseando a Óscar por Madrid Río, y tengo que empezar a hacer ya las maletas porque el avión sale en menos de cuarenta y ocho horas. Aún recuerdo cómo me dijiste que, a pesar de no haberte dejado leer el relato con el que me presenté, sabías que podía lograr todo lo que me propusiese, y yo no te creí.

Resulta que tenías razón.

Son seis meses, de momento. O un poco más, quién sabe. Si por mí fuera, no volvería a pisar Madrid. Esta ciudad parece haberme consumido con los años, y ahora mismo odio cada rincón. Tal vez Londres me trate con más cuidado.

Te daría más detalles, pero no creo que te interesen.

Solo necesito decirte una última cosa, y es que, a pesar de cómo ha acabado todo, «que el tiempo haya querido cruzarnos una vez más ha sido algo que me ha encantado vivir contigo».

La frase es de Linderman, ya lo sabes.

Cuídate,

Leo

leo_y_robert_a_medianoche-4

Prólogo

(PARTE II - ROBERT)

8 de marzo

Bienvenido a tu ordenador personal, Roberto.

Tienes 16 actualizaciones pendientes de instalar.

Has abierto la aplicación Música.

Reproduciendo en bucle «Pink + White», canción de Frank Ocean.

Has abierto la aplicación GMail.

De: robert.real@gmail.com

Para: Sin destinatario

Asunto: (Sin asunto)

Hola, Leo:

¿Qué tal estás?

Sé que esta pregunta podría hacerte pensar que lo hago por compromiso. No es así, realmente me gustaría saberlo.

Lo primero que tendría que hacer en este mensaje es disculparme contigo, y créeme que es con lo que quiero empezar. Lo siento. Siento mucho todo lo que ocurrió.

¿Por qué actué así? Me encantaría poder explicártelo, pero sabes que es algo en lo que aún necesito trabajar. Expresar qué me ocurre a través de las palabras. Eso a ti se te da mejor, y me gustaría aprovechar para felicitarte por tu admisión en el programa de escritura. Como dices, nunca dudé de que acabarías lográndolo. Te lo mereces de verdad.

Sin embargo, sé que no servirá de nada. Sé que las palabras, como me dijiste tú, tienen un poder muy importante, pero ahora mismo mi sensación es que no surtirán ningún efecto, como si quisiera crear una melodía aporreando un piano antiguo al que le faltan teclas. Contigo, pronunciarlas en voz alta me parecía más fácil. Me sentía libre contándote las cosas que pasaban por mi cabeza.

¿Qué tal por Inglaterra? Has cambiado de número, ¿verdad? He intentado llamarte, pero nadie me responde, ni siquiera esa mujer de voz robótica de la que me hablabas.

Allí las cosas deben de ser diferentes, ¿no? En Barcelona también lo son, de alguna manera, pero no en el buen sentido. Cada día que me levanto en casa de mis padres me quedo mirando el techo de mi antigua habitación, y de repente me invade una sensación de culpa y vergüenza a partes iguales. Siento que he perdido todo por lo que siempre peleé.

Si quieres algo cercano a una respuesta, creo que no estaba preparado para otro golpe así. Hace no tanto que me separé de la persona con la que llevaba años compartiendo mi vida, una persona que solía ser un refugio y ahora se ha convertido en un jardín de espinas, completamente inaccesible. Y luego… tú apareciste otra vez. Hiciste que el mar se embraveciera y removiste todos mis deseos. Soñé contigo desde el primer día en que Noemí nos presentó como si fuéramos dos desconocidos.

Pero, al mismo tiempo, no quería convertirte en un parche para poder

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos