Sigue mi voz

Ariana Godoy

Fragmento

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1

Escúchame

El sonido de las palomitas de maíz en el microondas me distrae, el olor se expande por toda la cocina e invade mi olfato. «Mmm, delicioso», pienso mientras sonrío, vertiendo la Coca-Cola en el vaso.

Este es mi momento favorito del día, lo único que me emociona de todas las horas que paso en esta casa. Saco las palomitas del microondas, tomo el vaso con la otra mano y me voy a mi habitación. A esto lo llamo la caminata de la felicidad. Un momento simple que, sin embargo, valoro con todo mi corazón; es interesante cómo apreciamos más las pequeñas cosas después de haber estado al borde de perderlo todo.

Me siento en la cama, poniendo las palomitas sobre la mesilla de noche, y me coloco los auriculares. Me aprietan la cabeza un poco, pero no quiero unos nuevos; estos tienen mucho significado para mí. Abro la aplicación de la radio en el móvil y sintonizo la emisora de siempre. Me llevo una palomita a la boca, contando el tiempo: falta muy poco para que empiece mi programa favorito. El locutor del programa de las seis de la tarde se despide con tono animado y ponen algunos anuncios antes de que empiece el programa de las siete.

Cuando llega el momento, mi corazón se acelera de alegría al escucharle.

«Buenas noches a todos —dice esa voz que me gusta tanto y que ha sido mi compañera todo este tiempo—, gracias por sintonizarnos y por estar aquí esta noche conmigo. Sin más que decir, les doy la bienvenida a su programa nocturno de preferencia: Sigue mi voz. Les habla Kang, su acompañante y su amigo durante esta hora».

Kang.

La primera vez que lo escuché fue por casualidad: mi hermana había dejado la radio encendida y yo estaba en la sala, aburrida, jugando al Candy Crush en el teléfono. El programa de Kang comenzó y, cuando escuché su voz, tan suave y reconfortante, la forma en la que hablaba, cómo comentaba los diferentes temas y las canciones que escogía, me atrapó en cuestión de segundos.

Al principio pensé que se trataba de alguien mucho mayor que yo, a pesar de lo joven que sonaba, porque tener tu propio programa de radio no suele ser algo que pueda conseguirse en poco tiempo. Pero a medida que lo escuchaba, fui conociéndolo y descubriendo más sobre él. Está en último año de bachillerato, como yo, y ha hecho diversos cursos de locución. Es muy inteligente; lo sé por cómo habla, con esa seguridad que tienen las personas que saben muchas cosas y que están completamente seguras de sus conocimientos.

No tengo ni idea de cómo es y tampoco tengo intención de averiguarlo. Me gusta esta sensación platónica, alejada de cualquier sentimiento romántico. No quiero más, no quiero complicar las cosas; por ahora no puedo permitírmelo.

«Esta noche tenemos una hermosa luna llena, ¿la han visto? Si están en casa, quiero que miren por su ventana en este momento; si están conduciendo, por favor, mantengan sus ojos en el camino, tendrán tiempo para verla más tarde».

Me levanto y me quedo frente a mi ventana; tiene razón, como siempre. La luna se ve clara y espléndida esta noche.

En noches como esta, me pongo a pensar en la infinidad y la perfección del universo. No despego mis ojos de la luna. Somos tan pequeños comparados con el tamaño de nuestra galaxia, y aun así hay días en los que sentimos que todo gira a nuestro alrededor. Los seres humanos podemos llegar a ser muy engreídos cuando nos lo proponemos. Pero también somos capaces de hacer cosas maravillosas; supongo que, como todo, tenemos nuestro lado bueno y nuestro lado malo.

Presiono la mano contra el vidrio de la ventana y delineo con el dedo la figura de la luna, tan perfecta. Quisiera ser como ella. No quiero ser este cascarón defectuoso que sobrevive cada día.

«Quiero comenzar con una canción que me gusta mucho; una de una banda local. Espero que la disfruten».

Empieza con una melodía lenta, melancólica:

Solo quiero un momento para procesar y asumir todos estos sentimientos.

Tú eres el silencio,

la calma a esta tormenta,

la cura al dolor y a lo que siento.

Por favor, no te vayas;

por favor, no te vayas.

Me faltan las palabras, me duelen los silencios, me arden las miradas

y me quema lo que siento.

Lo que siento...

Lo que siento por... ti.

No sonrías si no es de verdad, no me ames si no es real.

No me mientas por lástima,

solo ámame en nuestra realidad.

Nunca busqué perfección,

ni sueños exquisitos ni adoración, solo me fijé en la chica linda,

de ojos oscuros e implacable corazón.

Por favor, no te vayas;

por favor, no te vayas.

Me faltan las palabras, me duelen los silencios, me arden las miradas

y me quema lo que siento.

Lo que siento...

Lo que siento por... ti.

Hay un silencio cuando termina el tema y escucho a Kang suspirar antes de volver a hablar:

«Bastante sentimental la canción, ¿no? Acaban de escuchar “Lo que siento”, de la banda P4. No olviden apoyar el talento local siguiéndolos en sus redes sociales y escuchando sus canciones».

He vuelto a la cama para tomar un sorbo de Coca-Cola.

«Escogí esa canción para empezar el tema de hoy: ¿alguna vez les han abandonado o les han roto el corazón? Recibimos mensajes a diario de personas pidiendo canciones de despecho. Creo que el amor es un sentimiento increíble, pero puede acarrear muchas otras cosas no tan increíbles si no es correspondido o si es despreciado».

El amor no es algo por lo que me haya preocupado este pasado año, porque el amor no es para personas como yo, defectuosas y sin valor, pero sí para gente como Kang: exitosa y con un gran futuro por delante. La curiosidad me carcome, y espero a que él nos cuente algo sobre ese aspecto de su vida. Eso es lo que más me gusta de su programa, él habla primero de manera general y luego nos da su opinión y nos cuenta vivencias personales.

«Tengo que admitir que nunca me he enamorado, así que tal vez piensen que mi opinión sobre el amor no puede ser muy útil... No obstante, he observado a muchas personas enamoradas y he visto el efecto que tiene este sentimiento: en algunos casos, cambia a la gente para mejor, y en otros no tanto. Pero no se preocupen, si les han roto el corazón, porque con el tiempo sanará y encontrarán a una persona que les hará el doble de felices. Como siempre les digo...».

—Tenemos que aprender de lo malo y comenzar a pasar página para seguir adelante —recito con él al unísono.

«Nos iremos con otra canción, y cuando volvamos, leeré algunos de sus mensajes de texto acerca del tema de esta noche. No olviden que el número de contacto es...».

Da el número y deja que empiece el siguiente tema. Me lo sé de memoria, a pesar de que nunca he enviado un mensaje a su programa. ¿Para qué? Como dije antes, me basta con escucharlo, no necesito más, no quiero más, ahora no puedo lidiar con complicaciones.

Kang, me conformaré con disfrutar de tu programa y escucharte susurrar: «Sigue mi voz».

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