¿Sólo amigos? (Serie Amigos 1)

Ana Álvarez

Fragmento

Creditos

1.ª edición: septiembre, 2015

© 2015 by Ana Álvarez

© Ediciones B, S. A., 2015

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

www.edicionesb.com

ISBN DIGITAL: 978-84-9069-174-8

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Dedicatoria

A Jesús, que me enseñó que en las facultades existe una habitación llamada Aula de cultura, y que con su entrada en la Universidad me provocó tal envidia sana que decidí vivir yo también el ambiente estudiantil a través de esta historia.

Contenido

Contenido

Portadilla

Créditos

Dedicatoria

 

Prólogo

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24

Capítulo 25

Capítulo 26

Capítulo 27

Capítulo 28

Capítulo 29

Capítulo 30

Capítulo 31

Capítulo 32

Capítulo 33

Capítulo 34

Capítulo 35

Capítulo 36

Epílogo

Nota de la autora

Agradecimientos

Promoción

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Prólogo

Barcelona. Abril de 2006

Sentada en su despacho grande y luminoso, Susana respiró tan hondo que casi le dolió, permitiendo que por un momento la emoción y los recuerdos se apoderasen de ella.

Cuando un rato antes su jefe, el abogado Joan Rius, había entrado en su despacho para pedirle un favor personal, poco se imaginaba a lo que este la obligaría, ni cómo la petición iba a afectarle. Aun así, no podía negarse. Su jefe no era dado a solicitar favores. Exigía trabajo y dedicación y pagaba por ello, pero nunca, en los tres años que llevaba trabajando para él, le había pedido nada.

Ella iba a viajar a Sevilla aquel fin de semana para conocer a su sobrino, el primer hijo de su hermana Merche, nacido hacía apenas siete días y a cuyo parto no había podido asistir, inmersa en un caso complicado y muy atareada durante toda la semana. No obstante no le habían negado la posibilidad de faltar al trabajo aquel viernes para poder acoplarse a los vuelos hasta la ciudad donde vivía su hermana, y por tanto no pudo negarse a entregar en mano, en un bufete sevillano, unos documentos sobre una empresa de la que «Bonet y Rius» llevaba algunos asuntos.

Había aceptado gustosa en un principio, el problema surgió cuando se enteró de que el bufete sevillano era «Figueroa e hijo».

Hacía mucho que no se permitía pensar en Fran... Los comienzos en Barcelona sin él habían sido duros; la soledad, abrumadora, compensada a medias por un trabajo interesante y una cuidad nueva y bella por explorar. Susana, solitaria por naturaleza, se había refugiado en su trabajo sin escatimar esfuerzo ni horas, había ido ganándose el respeto de sus compañeros y jefes, y había ido cosechando un éxito profesional tras otro, hasta el punto de que en la actualidad era considerada una auténtica experta en muchos temas, y consultada por muchos compañeros del bufete incluso con más años de profesión y experiencia que ella. La palabra empollona, que le había resultado humillante en el colegio y en el instituto, la seguía acompañando, pero ahora sus conocimientos y la perfección con que le gustaba hacer las cosas le era reconocida.

También era considerada implacable en los tribunales, aunque justa y cuidadosa con los adversarios. Había perdido su inseguridad de adolescente y eso se lo debía a Fran. Él había conseguido que la chiquilla tímida, insegura y vulnerable de hacía años, llegara a convertirse en la Susana actual: una mujer brillante, llena de o

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