Dilema (Dilemas 1)

Elizabeth Urian

Fragmento

Creditos

1.ª edición: marzo, 2016

© 2016 by Elizabeth Urian

© Ediciones B, S. A., 2016

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

www.edicionesb.com

ISBN DIGITAL: 978-84-9069-397-1

Maquetación ebook: Caurina.com

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Dedicatoria

 

 

 

 

 

Para María, por tus ideas y sugerencias,

por ser un hada madrina, pero sobre todo,

gracias por tu sentido del humor.

Alba, eres toda alegría y luz.

Te queremos con todo nuestro corazón.

Contenido

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Portadilla

Créditos

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Epílogo

Notas de las autoras

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1

Inglaterra, 1875.

Estaba cansada y hacía frío, pero no el suficiente como para impedirle un paseo que venía postergando. Habían sido dos días de limpieza exhaustiva y acondicionamiento de la vivienda, sin contar los preparativos previos desde su Londres natal.

No era ni media mañana cuando, sin pensarlo demasiado, había cogido guantes, sombrero y una pieza de abrigo para deslizarse de forma furtiva por la casa con intención de escapar.

Se giró cuando ya se había alejado unos metros y miró lo que a partir de ese momento sería su nuevo hogar. Por supuesto, solo se veían las ventanas de la fachada posterior, todas abiertas para impedir la acumulación del polvo que provocaba el carpintero. Incluso desde allí se podían oír con claridad los rítmicos golpes del martillo con el fin de reparar las viejas contraventanas.

Se sentía un poco culpable por dejar a los demás trabajando, pero necesitaba un respiro y tenía curiosidad por saber a dónde la conduciría el pequeño camino —apenas visible— que se adentraba en el bosque que tenía delante. No es que estuviera viviendo en medio de la nada. Se había trasladado al condado de Buckingham, justo a las afueras de Greenville, una pequeña población muy alejada de la ajetreada y bulliciosa ciudad. Creía haber hecho lo mejor cuando había tomado la decisión de vivir en un lugar rodeado de bosques, campos de cultivo y tranquilidad.

Se alejó camino adentro tomando la precaución de no salirse de él. No conocía esos parajes y no deseaba perderse, si bien sería gratificante encontrar un agradable lugar para poder sentarse y leer. En esta ocasión no traía un libro consigo, pero ya imaginaba un soleado lugar en el que poder dejar correr el tiempo y disfrutar así de un agradable momento de lectura.

El bosque en sí no era frondoso, pero dotaba d

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