Suculento peligro (Suculentas pasiones 1)

Mina Vera

Fragmento

Creditos

1.ª edición: julio, 2016

© 2016 by Mina Vera

© Ediciones B, S. A., 2016

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

www.edicionesb.com

ISBN DIGITAL: 978-84-9069-507-4

Maquetación ebook: Caurina.com

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Dedicatoria

 

 

 

 

 

A las amigas incondicionales.

Gracias por estar ahí siempre.

Contenido

Contenido

Portadilla

Créditos

Dedicatoria

 

Nota de la autora

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

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Nota de la autora

Los personajes, acontecimientos y referencias a lugares que aparecen en esta obra son fruto de la imaginación de la autora y no están basados en ningún hecho real.

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Capítulo 1

La música era atronadora. Dana se preguntó qué clase de hombre elegiría un lugar como aquel para verse con una mujer por primera vez. Desde luego, no uno cuyas intenciones fueran conversar para conocerse mejor. Aquella reflexión le hizo reafirmarse en su decisión de acompañar a María a su primera cita con su ciberenamorado.

Por si fuera poco, llegaba tarde. El camarero del pub se ofreció a servirles otra ronda cuando retiró las copas vacías de la mesa que María había elegido y donde se había sentado de cara a la puerta. Dana estaba frente a su amiga, y tenía una visión general del pub y de los clientes que allí se congregaban. La mayoría bailaba o bebía, o ambas cosas a la vez, tanto en la pequeña pista que rodeaban las mesas como junto a la serpenteante barra. Muchos llevaban algunas copas de más, y eso que aún no era ni medianoche. No, se repitió Dana. El Delirium no era lugar para una primera cita. Al menos no cuando se tienen treinta años y lo que se busca no es una relación fugaz de una noche loca.

Ella le había ofrecido reservarles una mesa en Suculentos, el restaurante donde trabajaba como primera chef, y donde iban a cenar a las mil maravillas además de poder hablar sin ruidos y no en un ambiente tan cargado. Sin embargo, él había preferido un sitio más informal, y una hora mucho más tardía, cosa que tampoco terminaba de convencer a Dana.

—Ese tío no nos quita ojo. —Las palabras de María interrumpieron los vagos recuerdos de su última noche loca, de la que hacía ya demasiado tiempo—. Me está poniendo de los nervios.

—¿Más aún? —se burló Dana.

Su amiga llevaba cardíaca toda la semana. Tanto que ella misma empezaba a creerse eso de que se había enamorado de verdad. Llevaba dos meses chateando con el tal Claude, un francés que vivía en Barcelona por trabajo desde hacía apenas un año y que buscaba amistades en la ciudad. María se había topado con él por casualidad en un foro dos días después de haber renegado de los hombres por enésima vez tras su última ruptura sentime

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