1.ª edición: octubre, 2016
© 2016 by Fabiola Arellano
© Ediciones B, S. A., 2016
Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)
ISBN DIGITAL: 978-84-9069-564-7
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A ti, mi caballero de reluciente armadura
Ladrón de mis primicias
Imperioso compañero de viaje
Guardián de mi templo
Roberto Orlando, te amo…
Contenido
Portadilla
Créditos
Dedicatoria
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Epílogo
Agradecimientos
Promoción
CAPÍTULO I
Suzanne esperaba con ansiedad el baile de compromiso entre su hermano Jeremy e Isabel Raven. Sabía que su belleza no era excepcional, que quizá su apariencia podía resultar algo común, incluso lograría pasar desapercibida en todo lugar si no fuera por ese carácter suyo. En su rostro de piel tersa resaltaba el brillo de unos ojos de color café profundo, los cuales eran abanicados por las sombras de unas negras pestañas, como si se tratase de un ritual de cortejo a unos labios carnosos de sabor rojo fresa. El tono del amanecer parecía reflejarse en su larga cabellera que cubría en su caída a un cuerpo esbelto de senos pequeños. Su carácter alegre e impulsivo le había ocasionado varias reprimendas y, en más de una ocasión, ser motivo de los rumores de las mujeres más respetables, las cuales consideraban su comportamiento como impropio de una dama.
Estaba ansiosa por encontrar a su él, ese caballero que descubriría los enigmas del néctar de su vida.
—¿Qué pasa? ¿Qué tienen las demás que no posea yo? ¿Senos enormes? ¿Almas abnegadas? —se cuestionaba en voz alta mientras se observaba en el espejo de cuerpo entero.
La perspectiva de conseguir riqueza y posición social a cambio de engendrar hijos le parecía repugnante, aunque fuese lo más común. A diferencia de otras debutantes, ella parecía tener un imán para atraer a los más jóvenes o a los muy mayores que, valiéndose de su título o de grandes riquezas, solo buscaban comprar un vientre joven y fértil para producir herederos.
Ella aspiraba a más que eso, quería una autentica historia de amor, no un matrimonio concertado o de conveniencia.
Una agradable sonrisa apareció en su rostro, esa era su carta fuerte y la mejor manera de ocultar al mundo su inseguridad. Portaba con elegancia un bonito vestido color menta adornado con una cinta en color