Viaje a Oregón (Oregón 1)

Elizabeth Urian

Fragmento

Creditos

1.ª edición: octubre, 2016

© 2016 by Elizabeth Urian

© Ediciones B, S. A., 2016

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

ISBN DIGITAL: 978-84-9069-565-4

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1

Enero de 1883.

Craig golpeó repetidamente el suelo de madera desgastado con la punta de su bota en un claro signo de impaciencia. Lo único que necesitaba era repostar suministros y meterlos en las alforjas para así continuar con el viaje que se le había asignado. En cambio, el tendero estaba demasiado ocupado como para hacerle caso, inmerso en los infinitos rollos de telas que mostraba a una señora vestida con tal elegancia que parecía salir de la misa del domingo.

Se apoyó en el mostrador y observó los tarros bien alineados en las estanterías mientras que por el rabillo del ojo no perdía de vista a Edgar. El niño, con su cálido abrigo de piel y las manos en la espalda, había recorrido todo el almacén de víveres y enseres, deteniéndose a curiosear frente al barril repleto de herramientas de labranza, donde destacaban las horcas y las azadas.

Sonrió por lo bajo. Debería estar oyendo sus lamentos por haberlo obligado a cabalgar durante horas y, sin embargo, todo eran buenos modales. Aunque tampoco se le pasaba por alto que la vida de campo le resultaba tan extraña como fascinante, lejos de los caros colegios y hermosas mansiones de St. Louis. Porque el nieto del mayor Eugene Coleman, quien comandaba Fort Riley, era tímido, pero eso no impedía que durante todo el camino hiciera preguntas sobre la vida militar, la vegetación o las batallas que había librado contra los indios.

La puerta de la calle tintineó al mismo tiempo que una ráfaga de aire helado se colaba en el almacén, erizándole la piel de la nuca. Se trataba de una nueva clienta y Craig se irguió de inmediato, en una postura mucho más formal.

—Señora… —la saludó, quitándose el sombrero en señal de respeto.

Ella alzó la vista y se fijó en su uniforme azul, lo que provocó que esbozara una sonrisa contenida antes de perderse entre las estanterías.

Era un frío día de invierno en Missouri, con los campos y cami

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