Un amor maravilloso

Judith McNaught

Fragmento

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Créditos

Título original: Something Wonderful

Traducción: Carme Geronès i Planagumà, cedida por Penguin Random House

Grup Editorial, S.A.U.

1.ª edición: noviembre, 2015

© Eagle Syndication, Inc., 1988

Publicado originalmente por Pocket Books,

una división de Simon & Schuster, Inc.

© Ediciones B, S. A., 2015

para el sello B de Bolsillo

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

www.edicionesb.com

ISBN DIGITAL: 978-84-9019-747-9

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

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Contenido

Portadilla

Créditos

Dedicatoria

Agradecimientos

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EPÍLOGO

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Dedicatoria

A Christopher Brian Fehlig.

Tú eras el adorable sobrinito que quería.

Ahora eres un hombre que admiro

y respeto como amigo.

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Agradecimientos

Mi especial agradecimiento a Melinda Helfer por su apoyo y estímulo durante la redacción de esta novela.

Y a Robert A. Wulff, que con su capacidad y generosidad me permitió concentrarme en mi trabajo y dejar en su mano todo lo demás.

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La voluptuosa rubia apoyó un codo en la cama y tiró de la sábana para cubrirse los senos. Frunciendo levemente el ceño observó al misterioso y atractivo joven de dieciocho años que se encontraba de pie ante la ventana de su habitación, el hombro apoyado en el marco, contemplando los jardines de la parte posterior de la mansión donde tenía lugar la fiesta de cumpleaños de su madre.

—¿Qué puede ver fuera que le interese más que yo? —le preguntó lady Catherine Harrington, envolviéndose en la sábana y acercándose también a la ventana.

Jordan Addison Matthew Townsende, el futuro duque de Hawthorne, parecía no oírla mientras seguía con la mirada fija en la espléndida propiedad que iba a heredar a la muerte de su padre. Al recorrer con la vista el laberíntico seto, vio cómo su madre salía de entre los matorrales, echaba una mirada furtiva a su alrededor, se arreglaba el canesú del vestido y ponía un poco de orden a su oscura cabellera. Un instante después, asomó por encima de los mismos matorrales lord Harrington, ajustándose el pañuelo del cuello. El eco de sus carcajadas llegó hasta la ventana que Jordan mantenía abierta.

Una leve mueca cínica ensombrecía la juventud y el atractivo del rostro de Jordan, que observaba a su madre y al nuevo amante de esta mientras se dirigían hacia el cenador. Unos minutos después su padre surgió de detrás del seto, quien, tras mirar a uno y otro lado, ayudó a salir de los matorrales a lady Milborne, su querida de turno.

—Queda claro que mi madre ha encontrado un nuevo amante —dijo Jordan, sarcástico.

—¿De veras? —preguntó lady Harrington, mirando también por la ventana—. ¿Quién es?

—Su marido. —Jordan se volvió hacia ella para observar si detectaba en su bello rostro algún atisbo de sorpresa. Al comprobar que seguía inmutable, sus propios rasgos dibujaron una expresión irónica—. Sabía que estaban en el laberinto y eso es lo que explica ese súbito e insólito interés por mi cama, ¿verdad?

Lady Harrington asintió, incómoda ante la implacable mirada de aquellos ojos grises tan fríos.

—Se me ha ocurrido —dijo acariciando el firme torso de Jordan— que podría ser divertido... ejem... juntarnos también nosotros. De todas formas, el interés por su cama no es algo súbito, Jordan, pues le he deseado mucho tiempo. Ahora que he visto que su madre y mi marido se lo pasan bien juntos, me ha parecido que podía intentar tomar lo que me apetecía. No creo que con eso haga daño a nadie.

Jordan no respondió, y los ojos de ella escrutaron su hermético semblante mientras decía con una tímida y coqueta sonrisa:

—¿Le sorprende?

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