Diario de un sueño

Chris Razo

Fragmento

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Prólogo

«Ser la hija de un ministro te roba tu libertad».

Esa es la frase que define mi vida desde hace años.

Me llamo Gabriela Milanesi, vivo en Italia, y mi vida se ha convertido en un infierno.

Hace años que vivo atrapada en una vida que no es la mía. Mi padre se encarga de que la viva a su manera, sin preguntarme lo que de verdad quiero.

Estudio lo que él ha decidido, iré a la universidad que él decida, tengo que salir con los hijos de sus colegas políticos, porque, al parecer, eso es lo correcto para mí, o para ambos. ¿La realidad? Son unos pijos insoportables y superficiales que solo se preocupan de conjuntar bien la camisa con el pantalón y ver quién tiene más dinero de todos.

Mi padre cree que ese es mi sitio, pero está muy equivocado.

Respeto que quiera dedicarse a la política, pero yo no tengo por qué seguir su camino.

No soy la hija que él espera, más bien, todo lo contrario.

Nunca se ha sentido orgulloso de mí. Su frase favorita hacia mí es: «Eres una rebelde; si tu madre levantara la cabeza...». ¡Ay, papá! Si mamá levantara la cabeza, volvía a caerse de espaldas al ver en lo que te has convertido.

Estoy segura de que mi madre no estaría de acuerdo con las decisiones que ha tomado mi padre sobre mí.

Por suerte, no queda mucho para que la vida que ha construido para mí se caiga en mil pedazos. Cuando cumpla los veinte años, todo cambiará porque, pese a que soy mayor de edad, mis padres hicieron un juramento: si en algún momento, alguno de los dos faltase, yo estaría a cargo del que quedara hasta los veinte años. Debería permanecer en casa hasta esa edad y acatar las normas.

Es algo que nunca he conseguido entender. Digamos que fue como una especie de testamento; una promesa entre ellos que, pasara lo que pasara, tenía que cumplirse.

Cuando llegue a mi veintena, se acabarán mis salidas a escondidas, mis sueños truncados, salir con gente a la que no soporto, y esta maldita presión mediática.

Suena triste, pero cuento los días que me quedan, para separarme de mi padre.

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Capítulo 1. La chica del pelo rojo

—Gabriela, vas a llegar tarde a tus clases. ¿Quieres darte prisa?

—Hoy empiezan más tarde.

—Siempre tienes alguna excusa. Espero que tus notas sean mejor que tu comportamiento.

—¡Por supuesto, papá! ¿Olvidas que soy la hija del ministro?

—¡No te burles de mí, o te quedarás castigada!

—¿Sin salir con esos pobres infelices a los que me haces llamar amigos?

—Me tienes muy cansado, Gabriela. Discutiremos de esto por la noche. Tengo prisa.

—Que tengas un excelente día, papá.

—Tú también. —Se acerca y me da un beso en la mejilla.

No sé en qué momento, mi padre dejo de ser mi héroe para transformarse en la persona que más detesto en el mundo.

Mi padre se avergüenza de mí, de quién soy, de cómo soy. Siempre he pensado que los padres tienen que querer a sus hijos por encima de todo, aunque no estén de acuerdo con la vida que quieren llevar.

Daría lo que fuera por que mi padre no fuera quien es, por que mi madre siguiera con nosotros, y yo no tuviera que vivir una vida que no he elegido.

Mi madre falleció hace casi trece años; demasiado tiempo. Yo solo tenía seis años, y apenas la recuerdo.

Lo que sí que recuerdo es la sonrisa de mi padre por ese entonces, y lo hago, porque cuando se empeña en derrumbar mi mundo y siento que le odio, cojo el álbum de fotos, y me lleno de recuerdos felices. De ese modo, encuentro alguna razón para seguir queriéndole.

La muerte de mi madre fue un golpe duro para él. De repente, se vio con una hija pequeña a la que tenía que sacar adelante, y una ausencia, que creo que, tantos años después, no ha conseguido llenar.

Nunca hablamos del tema, porque cuando se me ha ocurrido hacerlo, enseguida se pone a la defensiva. ¿Por qué no quiere recordar a mi madre? Puede que, si lo hiciera, se olvidara de lo estúpido y engreído que se ha vuelto.

Me tiene encerrada en su castillo de cristal, tratando de que no dé mala imagen, que no me junte con malas compañías (es lo que dice de mis verdaderos amigos).

Mi padre vive del qué dirán, y yo disfruto llevándole la contraria.

Tuve que estudiar Ciencias Sociales, porque, para él, era lo correcto. Ni siquiera se preocupó por lo que me interesaba a mí. ¿Qué más da? Para él solo soy un cero a la izquierda.

Las cosas han ido cada vez a peor, pero desde que hace un año le nombraran ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional, mi vida se ha convertido en un infierno.

Controla cada paso que doy, me obliga a ir a fiestas absurdas en las que siento que no pinto nada, y me hace estar con gente a la que detesto.

Siempre me repite lo mismo: «Esto es por el bien de los dos». Todavía no he conseguido entender la frase.

¿Por qué no se preocupa de lo que me interesa realmente?

Solo soy una chica perdida en un mundo que no es el suyo.

Ese día, mis clases comienzan más tarde. Me preparo un baño, y una hora después, mi chófer particular, me lleva al instituto. Está a tan solo cinco minutos andando, pero «la hija del ministro no puede ir caminando». ¡Odio no tener libertad!

Cuando salgo del coche...

—Giuseppe, no hace falta que vengas a recogerme por la tarde.

—Señorita, no quiero problemas con su padre.

—No los tendrás. Él sabe que tengo que hacer un trabajo para clase.

—Tengo que llamarle para confirmar lo que me dice.

—¿Molestarle ahora? Es la hora de sus reuniones. No creo que le haga mucha gracia que le molestes para una tontería como esta.

—Sabe que no puedo dejar que vaya sola a ningún lado.

—Solo es un trabajo. Iremos a tomar algo, y después a la biblioteca. Sé cuidarme, Giuseppe. —Me mira con cara de desconcierto, y, por un momento, pienso que va a coger el teléfono para llamar al señor ministro.

—Cuando termine, llámeme para ir a recogerla.

—Si te quedas más tranquilo... lo haré. Nos vemos luego.

Cierro la puerta del coche, y me adentro en el infierno de nuevo.

Sé que Giuseppe no se ha tragado ni una palabra de lo que le he dicho, y estoy segura de que más tarde llamará a mi padre. Necesito refuerzos.

Antes de entrar a clase, le pongo un mensaje a Francesco:

GABI_11:15

S.O.S. Giuseppe no se ha tragado lo del trabajo de esta tarde. Estoy segura de que vendrá a buscarme en cuanto que acaben las clases. ¿Algún plan?

FRANCESCO_11:17

¿No te cansas de meterte en líos con tu padre? ¿Sabes lo que te puede pasar si vuelves a desobedecerle?

GABI_11:18

¿Tú de qué lado estás? Necesito ir a esa audición. No creo que se vuelva a presentar una oportunidad como esta.

FRANCESCO_11:20

¿Qué te parece una enfermedad momentánea?

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