A la deriva (La más romántica de las historias 1)

DCA Savia

Fragmento

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Prólogo

Estimado lector, quiero comentarle que lo que leerá por mi parte sobre este libro es la mirada de una persona que ama con devoción a la autora, pero que intenta dejar de lado ese sentimiento parcialmente para ser sincero con otros lectores, ya que mis vivencias durante el tiempo de escritura de la obra y la opinión sobre el trabajo final son lo que encontrará en definitiva en las siguientes líneas.

Hace unos cuantos meses, cuando Daniela me comentó que iba a escribir una novela romántica, lo primero que dije fue: «Dale, amor. Hacela si tenés ganas». Yo sería incapaz de poder escribir dicha novela, porque el mencionado género no es de mis preferidos, pero estaba seguro de que ella sí lo haría muy bien.

Con el pasar de los días, me consultaba para saber mi pensar sobre distintos temas, y yo trataba de responder sin indagar mucho los motivos porque quería ver el trabajo final. Lo mismo sucedió cuando ella terminó los primeros capítulos y me ofreció leerlos. Pretendía ver mi rostro y saber si iba por el buen camino. Si bien uno siempre quiere lo mejor para la persona que ama, es muy posible que una crítica emitida busque marcar algún punto, pero sin dejar de ser benevolente al mismo tiempo. Mi rostro, en cambio, le diría la cruda verdad. Me mantuve firme y le expliqué que deseaba leer el trabajo final, ya que no podría soportar el tiempo que pasaba entre capítulo y capítulo. Además, al ver el empeño que ponía tarde tras tarde y noche tras noche, mis expectativas crecían a cada momento y no tenía dudas de que su trabajo no sería mejor si absorbía una opinión parcial sobre su obra.

Debo reconocer que algunos datos que me comentaba sobre hechos históricos, sobre la flora y fauna de nuestras tierras me confundían un poco, dado que, conociéndola, sabía que no sería capaz de poner datos falaces. Pero no llegaba a comprender dónde podía ella anclar toda esa información.

Después de todo, en las historias románticas, lo que importa son las personas que componen la pareja principal, y el resto es relleno de ese amor. ¿O acaso eso no es lo que grandes obras nos enseñaron? Pero no iba a claudicar en mi pensar; no podía sucumbir frente a los momentos de curiosidad. Tendría que ser firme, ya no solo frente a ella, sino que tendría que ponerme mucho más duro frente a mis propias inquietudes para luego encontrarme con el trabajo finalizado.

Luego de mi ardua espera, llegó el momento en que el trabajo al cual le dedicó tanto tiempo arribó a mis manos. Ya no tendría que imaginar nunca más por dónde iría la historia. Era tiempo de disfrutarla y les puedo asegurar que, durante muchos momentos de la lectura, interiormente me agradecía la fortaleza sobre la espera.

Como mencioné anteriormente, intentaré ante todo ser sincero con usted, y es por eso que le debo comentar que la autora me mintió. Ella no hizo una novela romántica. Encasillar esta obra solo en dicho género sería dejar de lado los datos históricos, algunos un tanto álgidos, como recordar que hace poco, hace más de un centenar de años, existían personas capaces de esclavizar y maltratar a otro ser humano solo por tener distinto color de piel. Pero no se confunda: tampoco es una novela dramática, puesto que en esta usted va a encontrar el origen de muchas costumbres que hoy en día nos siguen acompañando por estas tierras. Pero, por favor, no se confunda: si usted piensa que va a leer un libro histórico, está muy equivocado porque deja de lado la historia de amor que atraviesan los personajes secundarios.

Y usted seguramente está pensando: «Tantas vueltas, y volvemos al origen. Al final, voy a leer una novela romántica». Para ser sincero con usted, puede ser que sí. Puede ser que esté frente a la historia más romántica de todas. Sin embargo, ahora me reformulo la pregunta anteriormente realizada y me consulto: todos estos datos e historias secundarias que acompañan a la pareja protagónica y que resaltan su historia de amor durante todo este libro, ¿no son los que hacen resaltar la verdad del género romántico? ¿O acaso eso no es lo que la autora me enseñó luego de todo su trabajo?

(Facundo Andrés Carli)

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Prefacio

El título no es simplemente la presunción de autopronunciarse como la novela (situada en el pasado) más romántica que vaya a existir jamás, sino que narra hechos reales en el trasfondo de un romance que hace que sea una pasada por la historia y por la cultura de este pedacito de tierra, que es mi gran país, de la forma más romántica que ningún libro de esa materia de estudio querría lograr nunca.

La idea que me inspiró a escribir comenzó con una película. Había dejado, para cuando terminara de estudiar los abultados y aburridos libros de teoría legal y financiera, la lectura de los cuentos y novelas de ciencia ficción que siempre me apasionaron. A lo largo de aquella película romántica con cierto contenido erótico, solo deseaba que los protagonistas no terminasen juntos pero, al concluir de esa manera, la sensación última que percibía era de desazón por sentirla irresuelta. Tomando consciencia de que acababa de rendir la última materia de la universidad, me sentí libre de retomar la lectura.

Decidí leer la trilogía en la que se basaba la película, con la esperanza de que hubiera pormenores que esta no mostrara y conocer el desenlace de la historia. La lectura me llenó de los detalles que el filme no podía contar más que con imágenes libradas a la interpretación del espectador.

Los siguientes libros saciaron el vacío por ese final romántico que esperaba. Sin embargo, al finalizarlos, una vez más me sentí a la deriva, sin una lectura que me atrapara tanto como esta excelente saga. Decidí cambiar de género y cumplir con una deuda pendiente: leer la fantástica obra de J. K. Rowling, Harry Potter. Al estar acostumbrada a los libros contables, de leyes o finanzas, haber leído mi saga favorita me enseñó que los libros podían hacerme llorar inclusive más que una buena película, pero esta era otra clase de lectura y de llanto. Era una lectura que no cubría esa necesidad de experimentar, en cada palabra y en carne propia, las emociones románticas que vivencian los personajes de la historia.

Cinéfila y apasionada por las series de tevé, acababa de terminar de ver uno de los capítulos más emocionantes de la primera temporada de la serie Outlander, y no pude esperar a saber cómo continuaría. Quizás hubiera un libro que le hubiera dado vida. Descubrí a Diana Gabaldón, zoóloga y bióloga marina, que redactó la excitante saga histórica que me atrapó. Finalizar esta saga me dejó con abstinencia de más de estas apasionantes historias románticas.

En una etapa entre trabajos con suficiente tiempo libre, vi todo tipo de hermosas películas modernas sobre el tópico, pero su desenlace parecía apresurado, sin sabor, sin detalles. Dedicaban escasos minutos de la trama a los momentos en que los personajes se cortejan, a esos instantes en que los sentimientos afloran, se intensifican, se proyectan. Como siempre lo había hecho, en el aire, com

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