Un novio para la boda de mamá (Contigo a cualquier hora 5)

S. F. Tale

Fragmento

un_novio_para_la_boda_de_mama-2

Capítulo 1

Tres meses antes

Laura estaba sentada frente a su Mac Pro con un archivo abierto para dar comienzo a su nueva novela. Pero no había manera de que sus dedos, siempre ágiles cuando de escritura se trataba, teclearan. No paraba de leer lo único que había sido capaz de escribir:

20 de junio de 1914. Viaje a bordo.

Se levantó y comenzó a pasear por su pequeño despacho. Una habitación de techos inclinados, ya que seguían la caída del tejado a dos aguas del edificio en el que vivía (cerca de El Sardinero), y de los que pendía una lamparilla que apenas usaba. Era toda de madera, con dos ventanas por las que entraba una gran cantidad de claridad —lo que más apreciaba—. Debajo de una de estas había establecido su escritorio. El resto de la decoración eran un pequeño sofá y unas cuantas estanterías, de diferentes tamaños, llenas de libros, de documentación o de lecturas pasadas.

—Vamos, Laura, ¿qué pasa? —se interrogó.

Nunca había sufrido el miedo al folio en blanco; jamás le habían entrado los nervios al comenzar una nueva novela, eso venía al poner el tan esperado «fin». Su paseo, poco a poco, se transformó casi en una carrera de fondo.

—Lauris, tú puedes, si tienes más que aprendida esta novela. —La idea le había surgido estando en el hospital. En esos días en los que su hermana Aitana había permanecido entre la vida y muerte.

Todavía no se explicaba cómo su imaginación se atrevió a forjar aquella historia.

—Maldita sea todo. ¡Joder, qué susto! —El eléctrico y pegadizo estribillo de Mamma Mia llenó cada espacio—. Buenos días, madre, ¿en qué puedo ayudarla hoy? —Imitó la voz de la radiofonía de los supermercados.

—¿Cuándo será el día que dejarás de hablarme así? —El bufido de su madre fue tan sonoro que parecía que estaba a su lado.

—Me gusta bromearte.

—Ni que fueras una cría, de verdad, y más cuando es una llamada tan urgente.

—¿Qué ha pasado? ¿Estáis bien? ¿Es Aitana?

—Laura, por favor, no te pongas trágica tan de repente. Tranquila, Aitana está en rehabilitación con Daniela y todo sigue su curso.

—Vale, ¿entonces?

—Tengo una noticia que darte —confesó con una emoción fulgurante.

La línea quedó en silencio. Laura esperó una respuesta, al ver que no la obtenía, separó el teléfono de la oreja y vio que no se había cortado la llamada.

—¿Mamá? ¿Sigues ahí?

—Sí, claro.

—¡Quieres hablar de una vez, que me estoy desesperando!

—¡Ay, hija, no te lo vas a creer!

—¿El qué?

—Si te callas podré hablar.

«Au, encima protesta», se quejó para sus adentros.

—Pues suéltalo.

—¡Matías y yo hemos solucionado cierto asunto! —gritó, entusiasmada.

—¡Oooh... mami! Cuánto me alegro. —Aplaudió con su mano izquierda sobre el muslo—. Ya sabía yo que no ibais a tardar mucho en retomar la relación... Bueno, nunca la habéis dejado.

—Yo no las tenía todas conmigo por Eduardo.

«Después, la negativa de la familia soy yo, habrá visto», rumió para sí misma.

—¿Y cómo sucedió?

—Me llamó y me pidió encarecidamente que cenara con él porque quería hablar. Al principio no estaba muy segura, solo por fastidiarlo, estaba dispuesta a darle plantón.

—¡Mamá! ¿Cómo haces eso? —la riñó como si se tratara de una niña chica. No se podía creer lo que su madre le acababa de confesar, por mucho que le sonara exagerado lo que le contaba su madre.

—A un hombre hay que ponérselo difícil y darle la razón cuando la tiene. Bueno, a lo que iba, quiere compartir toda una vida de felicidad. Al final no me pude resistir a los encantos de este hombre. ¡Ay, Laurita! —suspiró de felicidad—. La vida de muchas mujeres de mi edad es de color gris, la mía es de color rosa.

Laura no dejaba de sonreír al oír la felicidad en la voz de su madre. ¡Era lo mejor de esa mañana! Nunca le agradó verla de bajón o tristona, aunque lo intentase disimular debajo de una capa de una frivolidad que no iba con ella. Se le notaba mucho, pues el color de sus ojos perdía brillo. El recuerdo que tenía de ella en su infancia era de una madre alegre, a pesar de haber perdido a su marido en un trágico accidente de avión. La vida que había llevado no fue fácil: encaró una temprana viudedad con dos hijas pequeñas; luego, una nueva viudedad con otra hija más; y siempre tirando del carro para no disgustar a ninguna de sus tres niñas, como le gustaba llamarlas.

—Disfruta del momento, te lo mereces. Os lo merecéis.

—Espérate, no acaban ahí las noticias.

—¡Suéltala! —Su madre la estaba desesperando con tanto secretismo.

—Hemos retomado los planes de boda, ahora en serio, nada de titubeos, ni de tonterías.

—¡Eso sí que es un notición!

—Me tenéis que ayudar todas.

—Mamá, vamos con mucho retraso. —La mente de Laura iba a mil por hora repasando una lista imaginaria de cosas por hacer y encargar—. Hay que preparar invitaciones, tu vestido, el restaurante, cada preparativo es un mundo y puede que haya un retraso en...

—Laura...

—¡Ay, mamá, que no llegamos! No hemos ni empezado...

—¡Laura!

—¿Qué?

—¡Esto no es una boda a lo Buckingham Palace! —protestó Águeda—. Laura, para él son sus segundas nupcias, para mí, las terceras, no queremos ni fanfarrias ni «fanfarrios», ni doscientos invitados. Hemos concretado que queremos algo íntimo con nuestras familias y los más allegados.

—Ah, pensaba que...

—No pienses tanto. Eso no quita que mis chicas me ayuden a buscar un elegante traje con el que casarme, y tú tienes otra tarea más.

—¿Cuál?

—El ramo. Quiero que hagas un ramo con flores con significado bonito. ¿Qué te parece?

—Me apunto —dijo sin dudar.

—Flores preciosas y elegantes con significados bonitos. Tú ya sabes mucho de eso y confío en tu criterio.

—Es un honor, madre.

—Bueno, ahora te dejo, cariño, que voy a seguir con lo que estaba haciendo. Un besito.

—Chao. —Nada más colgar, se puso a saltar—. ¡Bien, bien, bien! Al fin una boda en la familia. —Se quedó parada un segundo, en tanto su mente se tranquilizó y se dio de bruces con la dura realidad—. ¡Joder, joder, joder!

Sintió que un sudor frío la envolvía y advirtió cómo le sudaban las manos al coger de nuevo el móvil. Abrió la aplicación de WhatsApp, temblando de pies a cabeza, mientras que la hija de su vecina del cuarto ponía a todo volumen Love Is All Around, del grupo Wet Wet Wet. Entonando ya la letra —impresa en su mente— hizo un grupo de tres junto con su prima, Cam, y su mejor amiga, Valentina, una chica mitad argentina mitad española, a la que conoció en Londres.

Laura: Mensaje SOS. Necesito quedar con urgencia.

El doble check azul apareció en cuestión de segundos.

Cam: ¿Es a vida o a muerte?

Laura: Sííí!!!

Valentina: Mañana por la tarde puedo quedar, si a ustedes les viene bien.

Cam: A mí me vale.

<

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos