Contenido
Portadilla
Créditos
Poema
Dedicatoria
Índice de personajes
LIBRO PRIMERO. El último verano
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LIBRO SEGUNDO. En el amor y en la guerra
I. Fuego y espada
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II. Un puñado de polvo
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III. La fuente diamantina
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Verano de 1894
Nota de la autora
... and like the all-enduring camel, driven
Far from the diamond fountain by the palms,
Who toils across the middle moonlit nights,
Or when the white heats of the blinding noons
Beat from the concave sand; yet in him keeps
A draught of that sweet fountain that he loves,
To stay his feet from falling, and his spirit
From bitterness of death.
... y como el perseverante camello,
alejado de la diamantina fuente junto a las palmeras,
que tiene que luchar en medio de las noches de luna
o cuando el calor abrasador de los mediodías cegadores
le azota desde la arena cóncava, conserva, pese a todo,
un sorbo de esa dulce fuente que ama para preservar sus pies
de la caída y su espíritu
de la amargura de la muerte.
ALFRED LORD TENNYSON, The Lover’s Tale
Para Jörg,
quien me condujo un trecho
por el desierto
para mostrarme el huerto
que había cultivado allí para mí.
Índice de personajes
En Shamely Green:
Grace, Gracie, Constance Norbury
Stephen, Stevie, William Norbury
Ada, Ads, Isabel Norbury
Coronel William Lynton Norbury, baronet, padre de los anteriores
Constance, Connie, Isabel Norbury, de soltera Shaw-Stewart, madre de los tres primeros
En Givons Grove:
Leonard, Len, James Hainsworth, barón Hawthorne
Cecily, Sis, Victoria Hainsworth
Thomas, Tommy, Albert Hainsworth
James Michael Hainsworth, conde de Grantham, padre de los anteriores
Hester Margaret Hainsworth, condesa de Grantham, madre de los tres primeros
Helen Dunmore, ahijada de lady Grantham
En Guildford y Sandhurst:
Rebecca, Becky, Peckham, la mejor amiga de Grace
Reverendo Samuel Peckham, padre de la anterior
Jeremy Danvers
Sarah Danvers, de soltera Elliston, madre del anterior
Royston, Roy, Nigel Henry Edward Ashcombe, vizconde de Amory
Simon George Alasdair Digby-Jones
Frederick, Freddie, Hugh Highmore
Los Ashcombe en Devon, Yorkshire, Berkshire y en Estreham House:
Nathaniel William Frederick Edward Ashcombe, conde de Ashcombe, padre de Royston
Lady Evelyn Lydia Blanche Ashcombe, de soltera Gomeldon of Haringcourt, madre de Royston (lady E)
Lydia Mabel Violet Beatrice, condesa de Basildon, de soltera Ashcombe, hermana de Royston
Blanche Eleanor Alice Victoria, vizcondesa de Osbourne, de soltera Ashcombe, hermana de Royston
Roderick, Roddie, Landon Hugh Mortimer Ashcombe, hermano de Royston
Los Digby-Jones en Somerset y Londres:
Maxwell Oscar Theodore Randolph Digby-Jones, barón Alford, padre de Simon.
Catherine Elizabeth Flora Digby-Jones, lady Alford, de soltera Beauchamp, madre de Simon.
Charles Oscar Francis Digby-Jones, hermanastro de Simon fruto del primer matrimonio del padre.
Hugh Sidney Philip Digby-Jones, hermanastro de Simon fruto del primer matrimonio del padre.
Rupert Henry Stuart Digby-Jones, hermanastro de Simon fruto del primer matrimonio del padre.
LIBRO PRIMERO
El último verano
Oh! how I love, on a fair summer’s eve,
When streams of light pour down the golden west,
And on the balmy zephyrs tranquil rest
The silver clouds, — far, far away to leave
All meaner thoughts, and take a sweet reprieve
From little cares; to find, with easy quest,
A fragrant wild, with Nature’s beauty drest,
And there into delight my soul deceive.
Cómo me gusta, en bellos ocasos estivales,
cuando ríos de luz se vierten al oeste
dorado, y en los céfiros fragantes se serenan
las nubes plateadas, abandonar muy lejos
los pobres pensamientos y tomarme un respiro
de las preocupaciones, encontrar fácilmente
un paraje balsámico de frondosa belleza,
y dejar que la dicha seduzca allí a mi alma.1
JOHN KEATS
1. Trad. de Alejandro Valero en John Keats. Odas y sonetos. Ediciones Orbis, Barcelona, 1997.
Hay períodos en la vida de una persona que quedan grabados en su memoria más profundamente que cualquier otro, anterior o posterior.
Un invierno de la infancia en que no cesaba de nevar y el mundo enmudecía bajo una espesa capa blanca. Aquel invierno en que, palada a palada, al borde de calles y caminos se formaban unos montones de nieve de la altura de un hombre y que invitaban a escalarlos y deslizarse sobre el trasero en medio de gritos de alborozo. Aquellas mejillas arreboladas de frío, aquellos deditos entumecidos que entraban de nuevo en calor entre punzadas y hormigueos frente al fuego de la chimenea, y aquel s