Desayuno en Central Park (Serie New York Academy 3)

Ana Punset

Fragmento

cap-1

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Alma no deja de reír mientras yo trato de tranquilizarme. Pero no puedo, estoy nerviosa, ansiosa, muerta de miedo... Según ella, la mejor manera de relajarse es acompasar la respiración, cerrar los ojos e intentar meditar. Cómo se nota que es bailarina... Yo de momento solo consigo temblar como un flan; un flan con los ojos cerrados.

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Al final, como no logro calmarme, decido que tenemos que salir a dar un paseo, y que me dé un poco el aire. Así que aquí estamos, camino a un bar con destilería propia, en una calle bastante tranquila del mismo Williamsburgh, nuestro barrio adoptivo. Al llegar, nos sentamos a una de sus pocas mesas. Me encantan por igual la pared de ladrillo que tengo a mi izquierda y los focos que cuelgan del techo justo encima de la barra que lo tiñen todo de un ocre absenta. Y nada, aun así, Alma no consigue que me relaje, aunque lo estoy intentando de verdad... Pero es que, por mucho que me pincha para que colabore, para que mi cerebro deje de pensar en lo que sucederá mañana o en los peligros de que no suceda, no hay manera; sigo obcecada en lo mismo y no salgo de ahí. Henry Bromer, mi profe en la academia, anunciará a primera hora los ganadores del concurso que participarán en la Book Expo America y necesito ser una de ellos.imagen Me costó mucho reunir los poemas adecuados y participar en el concurso, he trabajado duro, a pesar de los obstáculos, y creo que merezco ganar. Sin embargo, la competencia es dura... Así que solo quiero cerrar los ojos y despertarme mañana en el momento del anuncio. Pero no puedo... porque ahora Alma se ha puesto el limón de su vaso en la boca y me está haciendo muecas para hacerme reír. Yo niego con la cabeza y me meto con ella.

—Mira que si te viera Ivan... —le digo recordándole a su compañero de danza y ligue en potencia. Alma abre los ojos escandalizada. Sus pestañas, a las que yo llamo cariñosamente «mis alas de mariposa», se despliegan en todo su esplendor.

—Eso no lo digas ni en broma.

Sonrío.

imagen—¿Puedo hacerte una foto? —pregunto, aclarándole que es para enviársela a los demás.

—De eso nada, que hubieran venido... —protesta negando con la cabeza.

—Sabes que ninguno podía. Sam me está cubriendo en el Lap-Cat, Valen está con Ethan y Hugo había quedado para un posible encargo, creo... —digo, recordándole la ajetreada vida de nuestros amigos.

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—Eso no es excusa. Yo también tenía ensayo, pero hoy tú necesitabas compañía, más que nunca, ¿y quién está aquí, a tu lado? —pregunta abriendo las manos en el aire antes de señalarse a sí misma.

—Tú —contesto, y le doy las gracias.

—No te lo digo para que me des las gracias —me abronca.

—Entonces no te las doy. Pero... ¿puedo hacerte la foto ya? —pregunto con una media sonrisa.

Alma no se calla una, dice todo lo que piensa y es una de las cosas que más me gustan de ella. Es sincera, transparente, y eso no abunda mucho hoy en día, sino que más bien cuesta de encontrar, sobre todo en una ciudad que no es la tuya, a la que llegaste sola ocho meses atrás.

—Está bien, pero si me prometes que nadie te robará nada y lo colgará en algún blog famoso... —bromea, haciendo alusión al infierno que pasé hace unas semanas, cuando una compañera de clase me robó una libreta con todos mis poemas y los colgó en su blog como si fuera ella la autora.

imagen—Ja, ja, ja. Muy graciosa —digo antes de hacerle la foto y enviarla por WhatsApp al grupo que compartimos con Valen, Sam y Hugo, mi chico, el amor de mi vida.

—Encima de que me humillo por ti... ¡Te toca! —exclama, y saca de mi vaso mi trozo de limón y me lo ofrece.

—No, gracias —le digo, rechazándolo con la mano.

—Venga, Sofía, la risa relaja, es el mejor tratamiento contra el estrés. ¡Hazme caso! Creo que he demostrado tener razón unas cuantas veces desde que nos conocemos... ¿Me equivoco?

Alma sonríe expectante. Yo entorno los ojos con media sonrisa. Tiene bastante razón... Como cuando me obligó a salir de la cama y luchar para demostrar que los poemas robados eran míos,imagen imagen en lugar de dejarme hundir en plan barco víctima de la peor tormenta. Desde que estoy en Nueva York, ella ha sido uno de mis principales motores para seguir en esta ciudad luchando por mis sueños. En los momentos más difíciles, en aquellos en los que me vencía la adversidad y solo pensaba en rendirme, ella estaba ahí para abrirme los ojos y recordarme algunas cosas. De modo que cojo aire y acepto el dichoso limón. Cuando me lo he colocado dentro de la boca, miro a un lado y a otro para asegurarme de que nadie nos presta atención, y efectivamente así es. Es domingo, son las siete y media, y el local está bastante vacío, a pesar de ser pequeño. Así que despego los labios y le dedico a mi amiga la mejor de mis sonrisas.

Me obliga a hacerme una foto con ella, que ha vuelto a meterse su limón en la boca, el selfi más bochornoso del mundo. Y cuando veo el resultado —nuestras cabezas pegadas por la risa y el cariño, y apoyadas la una en la otra, porque no puede ser de otra manera...— entonces sí que sí, me río, y lo hago fuerte, con ganas, porque estamos ridículas, porque, como predijo Alma, la risa me sienta bien, tanto que me veo incapaz de parar. Me lloran los ojos y me duele la tripa, pero sigo riéndome, y eso que el camarero empieza a mirarnos con cara de pocos amigos, pues acabamos de echar a los otros únicos clientes del bar, una pareja que buscaba un poco de intimidad en este local. Sí, mi amiga ha ganado, pero desde luego yo también.

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cap-2

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imagenEsta noche he debido de dormir poco más de dos horas, y ahora mi cuerpo me lo hace pagar. Las risas de Alma se alargaron hasta prácticamente la madrugada, y después de las risas vinieron las palabras reconfortantes, esas que me recordaron cuánto valía yo y lo que había demostrado, las que pretendían convencerme de que tenía el concurso ganado. Lo último que oí antes de cerrar los ojos fue el ronquido de Alma quedándose dormida mientras decía: «Tus poemas son lo...», una frase que de tanto repetirla a lo largo de la noche ya podía acabarla por mi cuenta: «Son lo más», iba a decir mi amiga antes de que la venciera Morfe

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