Princesa por sorpresa (Best Young Adult)

Meg Cabot

Fragmento

Martes, 23 de septiembre

Martes, 23 de septiembre

A veces tengo la impresión de que lo único que hago es mentir.

Mi madre cree que reprimo mis sentimientos al respecto. Yo le digo: «No, mamá. No es así. A mí me parece que es algo natural. Si tú eres feliz, yo soy feliz».

Y mamá dice: «Creo que no eres sincera conmigo».

Entonces va y me da este libro. Me dice que quiere que escriba en él mis sentimientos, puesto que, en su opinión, es evidente que no estoy dispuesta a compartirlos con ella.

¿Quiere que escriba mis sentimientos? Muy bien, voy a escribir mis sentimientos:

¡NO PUEDO CREER QUE ME ESTÉ HACIENDO ESTO!

Como si no supiera ya todo el mundo que soy un bicho raro. Soy casi el bicho más raro de toda la escuela. Reconozcámoslo: mido 1,79 m, soy plana, lisa como una tabla, y voy al primer curso, el de los novatos. ¿Se puede ser más bicho raro?

Si el resto de la escuela lo descubriera, me moriría. Sí, así es, me moriría.

¡Oh, Dios! Si de verdad existes, por favor, no dejes que lo descubran.

En Manhattan viven cuatro millones de personas, ¿cierto? Eso significa que, de ellas, dos millones son hombres. Pues bien, de DOS MILLONES de hombres, ella tiene que salir con el señor Gianini. No puede salir con alguno que yo no conozca. No puede salir con alguno que se haya ligado en D’Agostinos o algún otro lugar. No, claro.

Tiene que salir con mi profesor de álgebra.

Gracias, mamá. Muchas gracias.

Miércoles, 24 de septiembre, quinto turno

Miércoles, 24 de septiembre, quinto turno

Lilly se pasa el día diciendo: «El señor Gianini es genial».

Sí, vale. Es genial si eres Lilly Moscovitz. Es genial si te va bien en álgebra, como a Lilly Moscovitz. No es tan genial si suspendes álgebra, como yo.

No es tan genial si te obliga a quedarte TODOS Y CADA UNO DE LOS DÍAS DEL CURSO después de clase, de 14.30 h a 15.30 h, para practicar el INÚTIL método cuando podrías salir por ahí con todos tus amigos. No es tan genial si convoca a tu madre a una reunión para comentar por qué suspendes álgebra, y entonces aprovecha y le PIDE UNA CITA.

Y no es tan genial si introduce la lengua en la boca de tu madre.

No es que los haya visto hacerlo. Ni siquiera han salido juntos. Y no creo que mi madre permitiera que un tipo le introdujera la lengua en la boca en la primera cita.

Al menos, eso espero.

La semana pasada vi cómo Josh Richter le daba un beso con lengua a Lana Weinberger. Y lo vi muy de cerca, puesto que estaban apoyados contra la taquilla de Josh, que es contigua a la mía. Me pareció como muy asqueroso.

Claro que tengo que admitir que no me importaría que Josh Richter me besara de ese modo. El otro día Lilly y yo estábamos en Bigelows comprando una crema con ácido Alpha Hydroxy para la madre de Lilly y me percaté de que Josh esperaba en una de las cajas. Él me vio, esbozó algo parecido a una sonrisa y dijo: «Eh».

Estaba comprando Drakkar Noir, una colonia de hombre. Le pedí una muestra gratuita a una dependienta. Ahora puedo oler a Josh siempre que quiera, en la intimidad de mi casa.

Lilly dice que las sinapsis de Josh probablemente fallaron ese día, debido a una insolación o algo así. Dice que quizá yo le resultaba familiar, pero que él no podía identificar mi rostro sin las paredes de cemento del instituto Albert Einstein como fondo. «¿Por qué si no —pregunta— el alumno veterano más popular del instituto iba a decirme: “Eh” a mí, Mia Thermopolis, una humilde novata?».

Pero yo sé que no se trataba de una insolación. Lo cierto es que cuando está lejos de Lana y de sus amigos cachas, Josh es una persona completamente distinta. El tipo de persona a quien no le importa que una chica sea plana o use un cuarenta de pie. El tipo de persona capaz de ver más allá de las apariencias, hasta lo más profundo del alma de una chica. Lo sé porque cuando lo miré a los ojos aquel día, en Bigelows, vi la persona profundamente sensible que reside en su interior, luchando por salir al exterior.

Lilly dice que tengo una imaginación hiperactiva y una necesidad patológica de inventar el drama en mi vida. Dice que el hecho de que me preocupe tanto por el asunto entre mi madre y el señor G. es un ejemplo clásico.

«Si te preocupa tanto, coméntaselo a tu madre —insiste Lilly—. Dile que no quieres que salga con él. No te entiendo, Mia. No haces más que mentir con respecto a lo que sientes. ¿Por qué no adoptas una actitud asertiva y te propones cambiar? Tus sentimientos son valiosos, ya lo sabes».

Sí, ya. Ahora voy a ponerme a sermonear a mamá sobre todo eso. Ella está muy contenta con la cita, lo cual es suficiente para sentir arcadas. Se pasa el día cocinando. No bromeo. Anoche hizo pasta por primera vez en meses. Yo ya había abierto el menú de platos a domicilio del chino de Suzie y ella va y dice: «Oh, no, nada de tallarines fríos al sésamo hoy. He preparado pasta».

¡Pasta! ¡Mi madre había cocinado pasta!

Incluso respetó mis derechos como vegetariana y no añadió albóndigas a la salsa.

No entiendo nada.

COSAS QUE HACER

1. Comprar tierra para gatos.

2. Acabar los INÚTILES deberes para el señor G.

3. Dejar de contárselo todo a Lilly.

4. Ir a Pearl Paint: comprar lápices blandos, recargas para la pistola de pintura y tensores de lienzo (para mamá).

5. Trabajo sobre Islandia para la asignatura de civilizaciones del mundo (cinco páginas, a doble espacio).

6. Dejar de pensar tanto en Josh Richter.

7. Reducir las coladas.

8. Alquiler de octubre (¡¡¡comprobar que mamá ha ingresado el talón de papá!!!).

9. Ser más asertiva.

10. Medirme el contorno del pecho.

Jueves, 25 de septiembre