El método Tokei

Dr. Eduard Estivill
Carla Estivill

Fragmento

cap-1

¿QUÉ SIGNIFICA TOKEI?

En los últimos cincuenta años, la humanidad ha vivido una revolución tecnológica sin precedentes. De los primeros ordenadores personales, que grababan datos en un casete o disquete, hemos pasado a tener un teléfono inteligente o smartphone con más capacidad de computación que toda la NASA cuando llevó al primer hombre a la Luna.

Los dispositivos que nos acompañan en nuestro día a día, además, se sincronizan entre sí. El teléfono móvil comparte su información a tiempo real y se actualiza con el ordenador, la tableta o el reloj inteligente que llevamos en la muñeca.

Sin embargo, a medida que hemos ido conectando estos artilugios a nuestra vida cotidiana, nos hemos desconectado de mecanismos mucho más vitales para la salud y el bienestar, como nuestros relojes internos.

El organismo tiene sus propios ritmos y, solo si somos capaces de escucharlos y respetarlos, el cuerpo podrá funcionar a pleno rendimiento sin estropearse.

Por eso hemos querido llamar a este libro El método tokei, que significa «reloj» en japonés. Al igual que en el país nipón se esfuerzan en hacer relojes que desafían a los suizos en precisión y durabilidad, el objeto de este libro es que tu organismo funcione como un reloj bien ajustado, de modo que puedas vivir con la máxima energía, optimismo y salud.

Para lograrlo hemos invertido todo nuestro esfuerzo y pasión, además de haber contado con los mejores especialistas en cronobiología de nuestro país.

cap-2

PRÓLOGO:
EL TIEMPO DE LA FELICIDAD

Vamos a empezar este libro, que puede cambiar tu vida, hablando de un hombre que vivía en un pueblo de la provincia de Tarragona llamado Torre del Español, a principios del siglo pasado, aunque podría ser cualquier persona de cualquier pueblo del mundo.

Se levantaba cuando salía el sol, es decir, pasadas las seis de la mañana en verano y algo más tarde en invierno. Se aseaba un poco y desayunaba en casa. El desayuno solía ser muy completo, porque le esperaba un día de trabajo agotador. Después preparaba el mulo y se iba con el carro a la parcela.

Desde casa hasta su campo iba caminando y tardaba, a veces, un par de horas. Debía arrastrar el mulo, pues casi nunca subía al carro, ya que en él transportaba el material para la jornada, entre otras cosas. Andaba bajo la luz azulada del sol matinal que nos hace despertar. Aunque nuestro hombre desconocía que la primera claridad del día inhibe la producción de melatonina, sí había comprobado que, si se levantaba a esa hora e iba a pie hasta su campo, su jornada iba mucho mejor.

Mientras le tocaba la luz, se iba despertando y llenando de energía.

Cuando llegaba al campo, se entregaba al trabajo físico: regaba, podaba árboles o plantaba viñas. Se tomaba algún descanso y, a media mañana, comía unas avellanas o unos higos, lo que hoy en día llamamos «productos de kilómetro cero». No hemos inventado nada.

Todo esto que es tan actual y está tan de moda él ya lo hacía, pues se alimentaba de lo que él mismo producía. Para el almuerzo, comía en la barraca donde guardaba los enseres del campo lo que le habían preparado en casa, también de proximidad: verduras que él cultivaba y legumbres, una dieta de base vegetariana; comer carne en aquella época era todo un lujo.

Almorzaba siempre alrededor de la una y se echaba una pequeña siesta de veinte minutos. Después volvía al trabajo, hasta que, según sus cálculos, faltaban un par de horas para que anocheciera, el tiempo que tardaría en volver a casa.

Al regresar, caminando o subido en el carro si estaba muy cansado, le llegaba la luz del crepúsculo, que, como sabes, es anaranjada. Esta hace que el organismo empiece a producir melatonina. Al llegar a casa, se lavaba y se preparaba para la cena.

Conversaba un rato con su mujer, que había pasado el día trabajando en el huerto cercano a la casa o en el corral, con los animales. Después de cenar, hacia las ocho, sacaban la silla a la calle y charlaban con los vecinos, que explicaban anécdotas e historias. Tenían su ración de vida social a diario.

Esa parte de la jornada la vivían con poca luz. La iluminación era de tono anaranjado —velas, candiles u hogueras—, de una claridad que permite al cerebro producir melatonina. Se acostaban hacia las diez y en su dormitorio no había nada, solo el orinal. Eso hacía que durmieran hasta que salía el sol.

Este campesino era el bisabuelo y el tatarabuelo, respectivamente, de los autores de este libro.

Él no lo sabía, pero tenía su reloj interno siempre en hora. Aquel hombre estaba sincronizado a la perfección: con la luz, con el trabajo, con los contactos sociales y con unas comidas regulares basadas en alimentos sanos y de proximidad.

En la actualidad entendemos esa proximidad como bajar al súper que tenemos al lado de casa, pero, para él, era lo que su mujer criaba en el corral para luego cocinarlo. Comía carne una vez al mes, cuando ella mataba una gallina o un conejo. Así que, sin contar los huevos, su alimentación era prácticamente vegetariana.

Nuestro antepasado sabía de manera intuitiva lo que hoy en día estudiamos y divulgamos los científicos a través de artículos, seminarios y libros; sin embargo pensamos que nosotros hemos descubierto la sopa de ajo.

Conocía la importancia del ejercicio para la buena marcha del cuerpo, así como el beneficio de comer siguiendo un horario. Sabía que necesitamos la luz fuerte de la primera hora del día —ahora lo llamamos «fototerapia», que queda mejor— y una luz tenue antes de acostarnos, así como dedicar las dos últimas horas a desconectar.

Para recuperar la salud, actualmente necesitamos programarlo todo: la hora de levantarnos, la del ejercicio, las comidas… Y muchas veces descuidamos estas pautas al dar prioridad al trabajo y al ocio, con lo que el reloj interno —las células que controlan todo lo que sucede en el cuerpo— se desajusta.

Ahí está la causa de muchos bajones anímicos y físicos, de problemas de salud y, en general, de la falta de rendimiento en muchos ámbitos de la vida.

En este libro vamos a aprender —¿o deberíamos decir «reaprender»?— de forma científica todo lo que aquel campesino que llevaba una vida natural y sencilla ya sabía. Con la ayuda del método tokei, que explicaremos a lo largo de este manual, pondrás tu reloj interior en hora para vivir con salud, energía y felicidad todos los días de tu vida.

cap-3

CRONOBIOLOGÍA
PARA SER FELIZ

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos