El switch del metabolismo

James W. Clement
Kristin Loberg

Fragmento

Título
capprol

Prólogo

Toda mi carrera he estado dedicado al estudio de la biología enfocada en el genoma humano: la información genética, o ADN, que todos llevamos en nuestras células, que es el instructivo personal del cuerpo. Mi misión no solamente es aprender cómo funciona e interactúa con nuestro entorno este código maravilloso, que alguna vez fue un misterio, sino hacer uso de sus poderes para mejorar y prolongar la juventud de las personas. Mi campo de trabajo se ha vuelto exponencial a lo largo de mi vida, y sobre todo en la década pasada, con el advenimiento de técnicas económicas para la secuenciación del ADN y herramientas para la edición de genes para entrar a un cuerpo humano y cambiar la forma en que tratamos y prevenimos los problemas. En efecto, estamos en el borde de toda una nueva era de la medicina, y todos los días se publican estudios, a veces a cada hora, que añaden entendimientos frescos a nuestra librería de información sobre el cuerpo humano y que nos dan claves para burlar el proceso del envejecimiento.

Uno de los descubrimientos recientes más fascinantes es el intrigante proceso de la autofagia. Aunque en la comunidad científica hemos estudiado esta actividad biológica por décadas, apenas en 2016 las investigaciones culminaron finalmente en una comprensión clara sobre lo que es, y gracias a ello el biólogo celular japonés Yoshinori Ohsumi ganó el Premio Nobel por sus contribuciones. La palabra significa, literalmente, “comerse a sí mismo”, pero, como estás a punto de leerlo, no es tan horrible como suena. La autofagia es simplemente la manera natural del cuerpo para reciclar y renovar sus partes con el fin de evitar la enfermedad y la disfunción. Este proceso se ha conservado en el código genético de la vida por miles de millones de años, entonces sí, incluso antecede a los seres humanos. Todos haríamos bien en mantener funcionando de manera adecuada nuestra autofagia, y no puedo pensar en nadie más calificado para llevarte este mensaje tan importante que James Clement. En estas páginas aprenderás todo lo que necesites saber sobre la autofagia y cómo aprovechar al máximo la capacidad que tiene tu cuerpo para reparar sus células hasta llegar a tu ADN.

Conocí a James en junio de 2009 cuando le leí su interpretación genómica (por medio de Knome, la primera compañía de secuenciación de genoma que se acerca directo al consumidor y que yo acababa de cofundar) en el Club de Harvard en Boston. Más tarde, él donó su genoma al Proyecto del Genoma Personal de Harvard, en el que soy el investigador principal. Comencé el Proyecto del Genoma Personal en 2005 con la meta de crear un depósito público de genomas humanos para permitir la investigación de la genómica personal y la medicina personalizada. Queremos hacer posible que los científicos conecten la información genética humana con información de características humanas y exposiciones ambientales. James fue uno de los primeros: fue la 12ª persona en el mundo cuyo genoma fue secuenciado. Me encantó su motivación para aprender todo lo posible acerca de la biología humana y para expandir los límites de una longevidad saludable. Yo sabía que él había sido abogado fiscal anteriormente, y después dueño de una pequeña cervecería y maestro cervecero, pero siento que encontró su vocación en la investigación biomédica. Y yo he sido conocido por apoyar los esfuerzos científicos de personas innovadoras y brillantes provenientes de entornos diversos y con una experiencia inesperada.

En 2010 James me buscó y me planteó una pregunta provocadora: ¿podemos hacer edición genética en nuestras propias células madre para mejorarlas repetidamente con el fin de vivir más? Le dije que ésa era una gran idea, pero que no sabíamos cuáles son los genes que hacen que la gente viva vidas más largas y saludables. Unos meses después volvió a buscarme con otra idea, en la cual no me resistí a participar y que giraba en torno a otra pregunta: ¿qué podemos aprender de todos los genomas de las personas que permanecen notablemente saludables en la primera década después de cumplir 100 años? (Terminamos enfocándonos en personas de 106 años en adelante.) Me convertí en el primero en unirme al consejo asesor científico de su Estudio de Investigación de Súper Centenarios, y más tarde lo ayudé a reclutar otros consejeros, asesorándolo y organizando la secuenciación gratuita del genoma completo de las últimas 35 muestras realizada por Veritas Genetics, la compañía que cofundé. Motivado por su urgencia para encontrar respuestas, James nos convenció a mí y a sus inversionistas para hacer que estos genomas estuvieran disponibles de forma gratuita para los investigadores alrededor del mundo. Hasta la fecha tiene colaboraciones con más de una docena de instituciones de clase mundial que hoy examinan este conjunto de información en busca de entendimientos valiosos acerca del envejecimiento saludable. Desde entonces, el proyecto ha generado otros proyectos para su organización sin fines de lucro, en la cual yo también estoy involucrado, incluyendo estudios que buscan prolongar radicalmente la duración de la vida saludable, terminar enfermedades humanas, mejorar la cognición y el bienestar humano y permitirnos renovar las características biológicas que son importantes para nosotros.

Estoy muy contento porque James está en una misión de enseñarles a las personas cómo vivir más tiempo y bien, aunque no se hayan ganado la lotería genética. Durante años he estado animando a James a escribir el libro sobre la autofagia dirigido a la gente común y a sus médicos para que puedan discutir sobre este conocimiento. En este libro práctico, él comparte conocimientos sobre cómo frenar el envejecimiento, y quizá revertirlo, al ciclar de manera intermitente la activación de la autofagia y del mTOR, dos procesos celulares muy importantes de los cuales aprenderás en este libro. Actualmente, éste es el mejor interruptor, o “switch”, que conocemos, y ya existe dentro de ti. He aquí una historia fascinante de cómo encenderlo y apagarlo y saber cuándo dejarlo apagado. Las estrategias para hacerlo son fáciles, accesibles y no tienen costo alguno.

James es uno de los pocos investigadores que comparte mi urgencia para que las cosas se hagan rápido y para ayudar a reducir el sufrimiento humano, y al mismo tiempo permitir que la gente viva más allá de los 100 años con una salud jovial. Unos dos años después de que inició el Estudio de Investigación de Súper Centenarios, cuando él estaba a punto de cumplir los 60 años de edad, me preguntó si yo creía que él debería tomarse un tiempo para entrar a estudiar un doctorado y completar su conocimiento básico y convertirse así en un buen científico. Yo le dije que él ya estaba trabajando en un proyecto que la mayoría de los estudiantes de licenciatura daría lo que fuera por estar en él, le dije que estaba leyendo muchísimos artículos científicos al día y, lo más importante, que un título no hace a un científico, sino los artículos científicos publicados y revisados por pares. James siguió

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