Ayunízate

Edgar Barrionuevo

Fragmento

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Bienvenidos y bienvenidas al mundo del ayuno

¿Alguna vez te has parado a pensar en la superabundancia de comida que hay en el supermercado al que vas a hacer la compra? Las personas como tú y como yo, que tenemos la suerte de vivir en países ricos, podemos pasear por pasillos y más pasillos llenos de todo tipo de productos. Para adquirirlos, nos basta con alargar el brazo en la dirección del producto que deseamos, dejarlo en el carro, pasar por la caja registradora y ¡ya lo tenemos!

El problema es que este sinfín de opciones no siempre redunda en nuestro mayor interés. No es lo mismo el pasillo de las verduras y las frutas que el pasillo de los dulces, repleto de azúcar y grasas saturadas, o que el pasillo de los aperitivos, a rebosar de harinas y sal. Por no hablar de los ingredientes cuyo nombre está compuesto por una E y varios números, unos ingredientes que suelen estar en los alimentos ultraprocesados... El consumo de este tipo de comida ha disparado los malos hábitos alimentarios.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) advierte que seis de cada diez enfermedades están relacionadas con lo que comemos, entre ellas el sobrepeso, la obesidad, la diabetes, la hipertensión arterial, el colesterol elevado y el déficit de hierro[1] y demasiado a menudo las combatimos con medicación e incluso con operaciones médicas muy peligrosas. Muchas más veces de las necesarias esto no son soluciones, sino parches. Y la lista de enfermedades a las que vamos poniendo parches para no cambiar de estilo de vida es demasiado larga.

Me gustaría que empezaras a ver tu salud desde otra perspectiva y me dejaras acompañarte en tu camino para atacar el problema de raíz. Es posible que en este camino tengas que abandonar algunas de tus creencias más arraigadas sobre la comida y la alimentación. Una de estas creencias, que quizá sea de las más nocivas, es que debemos comer cinco veces al día. Yo dudo muchísimo de que esto sea cierto, porque hay numerosos estudios que lo desmienten. Por ejemplo, un estudio publicado por la revista Science en 2018 concluyó que la hiperalimentación contribuye al desarrollo de enfermedades crónicas y predispone a que el metabolismo funcione de forma poco eficiente. Por eso, los autores del estudio aconsejaron llevar una alimentación equilibrada y reducir la cantidad de comida y el número de ingestas[2]. Tanto el ayuno prolongado como el intermitente tienen el poder de retrasar la aparición de enfermedades, aumentar la longevidad y promover un envejecimiento saludable, como demuestran los datos de estudios experimentales. Esto se debe a que la capacidad humana de quemar cetonas (es decir, pequeñas grasas hidrosolubles), así como glucosa, para convertirlas en combustible ha sido esencial para la supervivencia de la especie, algo que veremos a fondo en el capítulo 2. Más adelante también veremos los beneficios de quemar grasa como combustible en lugar de hidratos. Entre estos beneficios se encuentran tener más energía, dormir mejor y, sobre todo, resolver o evitar la resistencia a la insulina, un factor de riesgo de muchas enfermedades.

De hecho, los estudios del equipo del doctor Satchin Panda han demostrado que los momentos en los que comemos rigen casi todos los ritmos del hígado, que el primer bocado que damos por la mañana reinicia todos los relojes de los órganos y que las enfermedades no solo están vinculadas a la dieta, sino también a un desajuste de los ritmos circadianos (de los que también hablaremos más adelante). Uno de los estudios del doctor Panda realizado con ratones que tenían un acceso ilimitado a comidas ricas en grasa y azúcar demostró que se volvían diabéticos y obesos en pocas semanas, mientras que los ratones que comían lo mismo pero en un rango de doce horas o menos estaban protegidos de la obesidad, la diabetes y las enfermedades hepáticas y cardiovasculares. No solo eso, sino que, al modificar los horarios de los ratones enfermos, el equipo pudo revertir sus enfermedades sin cambiar su dieta ni administrarles medicación alguna.[3] Otros investigadores estadounidenses han realizado estudios que han confirmado los hallazgos del equipo del doctor Panda, y en 2017 la American Heart Association publicó su primera recomendación para cambiar los horarios de las comidas y las frecuencias de ingesta.[4]

Quizá tengas ciertas reservas ante el ayuno porque no sabes si es seguro. Si siempre te han dicho que debes comer cinco veces al día, si eres consciente de que hay demasiadas personas en el mundo que desgraciadamente no tienen acceso a la comida o si, como a mí, te han impactado muchísimo las fotos de lo delgada que se quedaba la gente en épocas de guerra o tras sobrevivir a los campos de concentración... es normal que sientas desconfianza. Incluso es posible que las personas que te quieren, con la mejor de las intenciones, te adviertan de los peligros del ayuno. Puede que te digan que perderás músculo o que corres el riesgo de sufrir problemas de salud. El origen de estas creencias está en una práctica antigua en la que se usaba el ayuno con agua para tratar la obesidad, pero no se hacía de forma correcta y terminó causando varias muertes. Hoy en día, la mayoría de las personas pueden ayunar con agua durante cuarenta días de forma totalmente segura. Este tipo de ayuno es seguro porque lo habitual es tener suficientes reservas de grasa, que es lo que se convertirá en energía durante el ayuno.

Pero en este libro te voy a proponer prácticas mucho menos extremas y, sobre todo, mucho más placenteras y fáciles de llevar a cabo. Aquí encontrarás instrucciones para realizar dos tipos de ayuno: primero, ayunos intermitentes y, segundo, ayunos prolongados a base de jugos y caldos, el más largo de los cuales dura seis días. Estas modalidades de ayuno son totalmente seguras en la inmensa mayoría de los casos, pues su objetivo no es que pierdas mucho peso en poco tiempo, sino que hagas un cambio de estilo de vida para que tu cuerpo termine encontrando su peso ideal por sí mismo sin que hagas grandes sacrificios. Además, mi recomendación es que antes de empezar a ayunar lo consultes con tu médico o con un profesional de la salud, especialmente si tienes algunas de las afecciones que menciono en el capítulo 6.

Volviendo a nuestras creencias más arraigadas sobre la alimentación, una de las más extendidas es que está bien hacer dietas. Pero la mayoría de las personas que hacen dieta se pasan la vida adelgazando y volviendo a engordar, presas del temido efecto rebote y, encima, sintiéndose culpables por no haber conseguido su objetivo o por no ser capaces de mantenerlo. Si eres una de esas personas, estás en el lugar adecuado para lograr el equilibrio y salir de ese círculo vicioso, como hizo Lucía, una paciente y alumna de la academia Ayunízate. Me encanta este mensaje que nos mandó:

En agosto empecé con el ayuno intermitente y os quería decir que me habéis cambiado la vida. Estoy superfeliz, supercontenta y con una autoestima súper. Mis compañeros de verano, que hace un año que no me veían, me dicen que estoy impresionante en todos los sentidos. Muchas gracias, Edgar. ¡Eres un crack!

Lucía llevaba años encadenando dietas sin conseguir resultados. Era una de esas personas que pasan hambre constantemente y que, aun así, no logran verse bien. Tras apuntarse a uno de nuestros

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