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¿Cómo crear un vínculo de apego seguro con mi hijo?
El vínculo afectivo que se establece con nuestros hijos e hijas a lo largo de su infancia, determina nuestra relación con ellos y la de ellos con nosotros y con el mundo, en gran parte.
No se trata de permitir y consentir para así hacer que nos quieran en cualquier contexto, sino de saber acompañar sus emociones desde la amabilidad, el afecto y los límites firmes, empleando mucho el amor y el humor para ello.

¿Cómo crear un vínculo de apego seguro con mi hijo?
Existen varios tipos de apego en las relaciones que establecemos los seres humanos, unos con otros.
Entre ellos hay que diferenciar dos grandes vertientes: el apego inseguro y el apego seguro.
Dentro del primer grupo se encuentran: el apego ansioso, el apego evitativo y el apego desorganizado, todos ellos, vínculos que se establecen de manera insegura, que no aportan paz, continuidad y tranquilidad a ninguno de los que se encuentran en dicha relación, ya sea de amistad, familiar o de pareja, pero sobre todo, referido a los vínculos entre padres, madres e hijos, se trata de un vínculo que no ofrece confianza y estabilidad al niño hacia su figura de referencia.
En el segundo grupo se encuentra el apego seguro, que se trata de un vínculo afectivo de amor, seguridad, calma y tranquilidad, donde poder generar empatía y bienestar con nuestros hijos e hijas.
Gracias al apego seguro podemos ser capaces de lograr nuevos objetivos, dada la confianza, el respeto o la autoestima que esto le proporciona al niño o a la niña, además de la relación tan saludable y fuerte que se establece entre padres e hijos.
Como sucede en el cuento ¿Me acompañas?, de Rafa Guerrero, que nos habla de cómo establecer este vínculo de apego seguro entre padres e hijos a través de la confianza.
Su protagonista, Sira, tiene siempre interés por conseguir y alcanzar nuevas metas, y sus padres, que lo saben, la apoyan y acompañan en sus ilusiones, alentándola a lograr sus sueños y conseguir aquello que se propone.
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Ante las emociones que son menos agradables de sentir y experimentar, como el enfado o la frustración, también se puede favorecer el vínculo afectivo, ya que es cuando el niño nos necesita más y tiene que percibir nuestra disponibilidad e incondicionalidad.
Estoy contigo, de Cori Doerrfeld, es un cuento maravilloso donde observamos a su protagonista Taylor, en una situación de frustración y enfado, de la que no sabe cómo salir. Los animales que se encuentran con él van proponiéndole soluciones, pero fuera de lo que todos esperan la mejor de ellas es la que le ofrece el conejo, que supone compañía, escucha, validación de sus emociones, presencia… algo que todos los niños y las niñas necesitan ante el enfado.
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En el apego seguro los niños y las niñas necesitan ser escuchados, validados, no juzgados ante lo que sienten y dicen. Esto no quiere decir que no debamos poner límites y normas, sino que éstas pueden ponerse desde el respeto, la calma y la amabilidad. Entendiendo que los niños y las niñas no nos pertenecen, y pueden e incluso deben expresar aquello que sienten, sea o no de nuestro agrado, siempre desde el respeto hacia los demás, hacia su entorno y hacia sí mismos.
En muchas ocasiones, lo que oyen de sí mismos o el mensaje que se les traslada sobre lo que son capaces o no de hacer, es incluso más importante que su propia capacidad. Ya que su autoestima se está formando a diario y sus figuras de referencia son de vital importancia para ello.
Esto mismo sucede en la historia que nos narra Casi, el cuento de Peter H. Reynolds que habla sobre cómo las relaciones con los demás pueden alentarnos o desmotivarnos en nuestras propias capacidades.
Ramón se pasa el día dibujando y creando pero su hermano León le dice que no lo hace bien. Ramón acaba creyéndose lo que le dice su hermano, en lugar de confiar en sus capacidades, hasta que su hermana Marisol le enseña a relativizar la percepción de lo que dibuja, empleando la palabra Casi. Y así Ramón es capaz de casi dibujar, de casi escribir poemas o de casi ser feliz.
De ahí la importancia de crear una autoestima fuerte y segura, donde la confianza en uno mismo prevalezca por encima de las palabras o el juicio que los demás hacen sobre nosotros o sobre lo que realizamos.
Se trata de aprender a ver el mundo desde una mirada más amable, con confianza en uno mismo, gracias a un vínculo afectivo seguro dentro de nuestras raíces, de nuestros cimientos, con nuestras madres y padres.
Sobre este tema nos enseña y enriquece mucho la autora, Míriam Tirado, a través de varios títulos donde podemos abordar el tema de los lazos y los vínculos afectivos:
Un cuento sobre los lazos de afecto entre familiares, amigos y otras relaciones que establecemos dentro de nuestro día a día. Un álbum ilustrado con el que hablar de vínculos seguros con nuestros niños, y de lo que éstos suponen en el plano afectivo y emocional, ya que no necesitamos estar físicamente juntos para sentirnos unidos a quienes queremos. Un cuento ideal para etapas donde la separación de algún miembro de la familia cuesta, como la vuelta al cole, un viaje o una pérdida.
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Este cuento habla de los diferentes lazos que nos unen a quienes queremos, ya que no es lo mismo el hilo que me une a mi prima, que el que une a mi mamá con mi papá… cada uno de ellos es diferente y en esa diversidad está la riqueza.
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También es fundamental que sepamos explicarles a nuestros niños y niñas que el vínculo no es sólo de adulto a niño, ya que ellos están creando sus propios vínculos con el entorno que les rodea, y es muy importante que seamos ejemplo de cómo generar un vínculo de apego seguro con sus figuras de referencia y afecto diario, como pueden ser sus familiares más directos, amigos y mascotas.
A tu lado, de Laura Vidal, que nos habla del vínculo afectivo seguro con nuestras mascotas. Ese nexo de unión tan fuerte e incondicional que se genera entre humano y mascota, y viceversa, donde el lenguaje hablado no es necesario, porque existe una comprensión emocional más allá de la palabra.
Este cuento nos enseña la importancia de valorar las emociones no sólo interpersonales sino también con nuestras mascotas, ya que pueden ser incluso relaciones de apego más fuertes y seguras que entre personas.
Por ultimo, no podemos olvidar que el vínculo afectivo entre madre, padre e hijo se genera desde las raíces más iniciales, durante el embarazo, cuando los familiares ya hablan al bebé aún estando en el útero materno, desde la ilusión de tener un hijo, crear una vida, una familia, y todo lo que ello conlleva.
De esto mismo nos habla Amor, de Ariel Andrés Almada.
Un cuento con unas ilustraciones mágicas que muestra cómo se crea el vínculo de apego seguro desde las raíces, desde los cimientos, antes de nacer, en el embarazo, en el deseo de ser madre, en la unión que genera el amor por un hijo que se desea. Un amor incondicional, sin expectativas, donde se ama por ser quien es y no cómo es
Por todo ello, no debemos olvidar que el amor incondicional es la base y el motor de conexión del vínculo afectivo seguro entre madre, padre e hijo.
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