
Recetas para rebeldes que no siguen recetas
Comer, además de necesario, es uno de los mayores placeres de la vida. Sabores, colores, texturas, olores... todo en la comida nos produce felicidad. Y hay tantas comidas que tenemos asociadas a momentos felices, que recurrimos a ellas cuando queremos evocar ese recuerdo. ¿Recuerdas las comidas de las etapas de tu vida?

EQUIPO PENGUIN KIDS
Entendemos de libros que molan
Si hiciéramos una encuesta sobre qué le gusta más a la gente, habría dos respuestas que serían claras ganadoras: dormir y comer. Y es que ambas actividades (o al menos una «no actividad») son de las que más placer producen a todo el mundo.
Está claro que necesitamos dormir para recuperar la energía perdida y que nuestro cerebro descanse y sea capaz de rendir, y aunque en muchos casos lo hacemos poco porque trasnochamos y al día siguiente nos levantamos antes de que salga el sol, cualquier médico o especialista recomienda que sean, al menos, ocho horas de sueño continuado.
¿Comer para el estómago, el cerebro o el corazón?
Pero ¿qué pasa con la comida?¿Comemos por placer o por necesidad?
Obviamente hay una necesidad de ingerir alimentos porque es vital para vivir. Nuestro organismo necesita ingerir una variedad amplia de nutrientes que se convierten en energía. Esa es la comida para nuestro cuerpo.
También se come con el cerebro, y no nos referimos a una cuestión emocional, sino a que es este el que al comer libera hormonas que nos producen placer. Es una estrategia de nuestro organismo que nos asegura la supervivencia, ya que siempre volvemos a las cosas que nos generan satisfacción.
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La vida a mordiscos
Pero aquí hemos venido a hablar de comer con y para el corazón, porque hay platos que automáticamente nos conducen a diferentes momentos de nuestra vida, sabores que abren la puerta de los recuerdos. ¿A que eres capaz de recordar tu infancia solo con probar una cucharada de un determinado sabor de yogur? ¿O de volver a tu época de recién independizado o independizada al comer pasta con atún y tomate? No te avergüences, todas y todos hemos hecho recetas muy básicas que nos han dado años de satisfacción.
En la cocina, como en la vida, la actriz y presentadora de televisión Tania Llasera tiene una manera de hacer las cosas: a su manera. Y esa es la receta que nos invita a seguir a través de la lectura de su libro La vida a mordiscos. Ser nosotros mismos y que valoremos las cosas pequeñas, que al final es lo que nos hace grandes.
Un libro para conocer los momentos clave de Tania Llasera a través de recetas: su infancia y orígenes, su viaje hacia el éxito, la presión de la imagen en televisión, su ruptura con los estereotipos, qué significa la maternidad para ella y muchas otras historias para acercarnos al lado más íntimo de la presentadora. Un libro con sus recetas caseras para hacer con y para los más peques, sin normas ni reglas, con trucos para educar y crecer juntos.
¿Te apetece conocer algunas de las recetas favoritas de Tania incluidas en el libro? Toma nota y ve encendiendo el horno.
Una receta de la infancia
- 1. Derrite las chocolatinas y la mantequilla lentamente y agrega todo el arroz inflado que admita la masa.
- 2. Reviste un molde con papel vegetal y aplana la mezcla en la base.
- 3. Derrite la barra de chocolate y ponlo encima de la mezcla. Si quieres añadir grageas de colores o alguna otra decoración, ahora es el momento.
- 4. Mételo en la nevera al menos 3 horas antes de comer.
Vive la veintena
- 1. Restriega medio diente de ajo en un bol de madera para que infusione su sabor. Luego puedes tirarlo o utilizarlo en algún otro guiso. Es importante que el bol sea de madera porque tiene poros y así el sabor se adhiere mejor.
- 2. Pon la escarola en el bol y dale una vuelta.
- 3. Añade el queso a la ensalada, pero no la mezcles, de modo que quede por encima.
- 4. En una sartén, echa muy poco de aceite y el beicon picadito. El beicon es panceta y su propia grasa hace que no necesite casi aceite para cocinarse.
- 5. Cuando esté crujiente, échalo junto con el aceite de la sartén por encima de la escarola y el queso para que este se funda con el calor de aceite.
¡Cómetela al momento, que es una ensalada tibia!
Llega la maternidad
- 1. Coge un puchero que pueda acoger una gran cantidad de crema.
- 2. Ponlo a fuego medio-alto con un chorro de aceite, la mantequilla, la sal y el comino.
- 3. A continuación, añade rápidamente las cebollas y las zanahorias y rehógalo todo bien.
- 4. Añade el vino y sigue rehogando hasta que la cebolla esté traslúcida, unos 10 minutos en constante movimiento, para que no se queme ni se agarre.
- 5. Agrega caldo solo hasta cubrir justo la última zanahoria y baja el fuego o que haga un chup-chup suave.
- 6. Cocina hasta que todo quede blandito.
- 7. Retira del fuego y pásalo por la batidora o el pasapurés. Ha de quedar bastante espesa.
Ella lo sirve con un chorrito de aceite picante y unas pepitas de calabaza o pipas de girasol tostadas en una sartén con un poco de sal y limón. Está todo buenísimo. Disfrutad, familia, de este plato sano y delicioso.
Así define Tania su libro de vida-recetas
«... este puto libro de recetas intenta que veamos la vida como un manjar, lleno de sabores y texturas. Pero, sobre todo, con posibilidades: tú puedes tunear tu receta vital como tuneas una receta de cocina. Es así: echémosle una pizca de sal o de azúcar para vivir al máximo, y pensando bien de todo, lo que, además de ser más sencillo, te evita perder energía en movidas negativas y agrias. Somos más que una receta genética: somos una receta fluida y orgánica, única en nuestra especie. Somos ediciones limitadas de un ejemplar y, aun así, todos tenemos ojos, manos y pies.»
TANIA LLASERA