3 claves para estimular el habla a través de los cuentos
La pandemia, las pantallas, no relacionarse con otros niños y niñas de su edad, son algunos de los muchos factores por los que nuestro hijo o hija tenga algún déficit en la comunicación y hayamos notado que tienen un retraso en el habla, no se explican acorde a su edad o les falta vocabulario.
Hoy, Tamara Chubarrovsky, especialista en comunicación, habla y desarrollo infantil, nos da 3 consejos geniales y superfáciles de poner en práctica para ayudar a nuestros hijos e hijas a favorecer el habla.
Cada vez son más los niños que sufren un retraso del habla. Es una de las consecuencias que dejó la pandemia y que ahora se hace visible. Especialmente en aquellos niños que estaban en período crítico de explosión del habla en 2020; es decir, los que entonces tenían entre 6 meses y 3 años.
Lo que vamos a ver son medidas favorables para todo niño menor de 6 años y si tienen algún retraso del habla también son recomendables para los de 7 u 8 años.
Muchas veces con el afán de estimular hacemos justo lo contrario a lo conveniente, sobre-estimulando a los niños con gran cantidad y variedad de cuentos en los más diversos formatos, narrados, en tablet, en móvil, etc.
Verás que estas claves parten de la premisa: menos es más. Veamos por qué.
En La magia de las estaciones, Tamara Chubarovsky nos trae un cuento bellamente ilustrado para ver, oír y sentir las estaciones basado en el juego e introducir a los más pequeños de la casa en la lectoescritura y trabajar el habla, los sonidos y el desarrollo sensomotriz.
¿Qué encontrarás en este cuento?
-Es un cuento Waldorf, que acompaña al niño en su desarrollo, se adapta a su ritmo madurativo e invita al diálogo y a la conexión entre niño y adulto.
-«Las estaciones» es uno de los temas imprescindibles en el currículum escolar.
-Su texto rimado y sencillo es perfecto para aprender a leer y trabajar el habla.
-Incluye una guía para padres y educadores para llevar la experiencia de la lectura más allá del libro.
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1. Cuenta solo un cuento a la vez
Si eres mamá o papá, te recomiendo que duermas a tu niño con un cuento, solo con uno. Y si le cuentas cuentos a la hora de la siesta, perfecto, pero también solo uno.
Además verás que los niños se duermen mucho más rápido si es uno y nada más que uno. Si son dos, también pueden ser 3, 4, 5... y terminan más espabilados que relajados.
Pero, además, volviendo al desarrollo del habla y del lenguaje, contando un solo cuento, la imagen, enseñanza y vocabulario de este, pueden calar hondo y esa información no ser eclipsada por las otras historias.
2. Cuenta el mismo cuento durante un mes.
Sí, ya sé que esto te parece una locura, pero a pesar de eso te voy a animar a que lo pruebes y te sorprenderás.
Los niños adoran la repetición. Es posible que ante la sorpresa haya una crisis al segundo o tercer día en el que nos digan: «¿¡otra vez el mismo cuento!?». Sin embargo, si no nos dejamos irritar por este comentario, los que os sorprenderéis seréis vosotros. Verás como cada día serán capaces de escuchar el cuento con más atención, porque cada día podrán comprenderlo mejor, y eso engancha.
La repetición, además, les permite la asimilación progresiva de nuevas palabras y sonidos. Es más, pronto querrán contar el cuento contigo o contártelo ellos a ti, porque la velocidad a la que lo aprenden es increíble y de ese modo ejercitan su oralidad.
En el habla cotidiana no siempre tienen la oportunidad de retener nuevos sonidos y palabras porque todo va muy rápido, hablamos rápido y los contenidos cambian constantemente. Y a muchos niños no les da tiempo a asimilar aprendizajes. No es necesario explicarles ni intentar enseñarles nada. Basta con darles el tiempo suficiente para que ellos mismos, y a su ritmo, vayan comprendiendo el cuento y colmándose de sus regalos.
Basta con que tengas paciencia y seas capaz de sostener tu propio tedio y aburrimiento. Basta con que con alegría y entrega, cuentes cada día el mismo cuento…
3. Tu voz es el mejor estimulante
Estamos en la era de las pantallas. Los niños cada vez reciben más contenido (historias, juegos, entretenimiento, educación…) por vía audiovisual. Las pantallas en sí mismas no es que sean dañinas, pero ciertamente tienen un impacto negativo sobre los niños en edades de desarrollo, es decir, entre los 0 y 6 años, y especialmente hasta los 3 años.
Además de los daños que producen, las pantallas no pueden sustituir en ningún caso los maravillosos beneficios de la voz humana y del vínculo directo contigo, que sucede con la lectura de libros o la narración libre en voz alta.
La voz tiene un espectro de frecuencia que estimula mucho más el oído que el sonido proveniente de pantallas. Esta activación permite diferenciar de forma más precisa sonidos similares como por ejemplo la P y la B o la D y la T.
Es decir, contarles cuentos, de la manera que antes mencioné (repitiendo), permite además activar la conciencia fonológica, algo indispensable para aprender a leer y escribir. Que les leas cuentos es más estimulante para la lectura y la escritura que ponerles a hacer fichas, justamente porque se activa la audición y el habla, requisitos indispensables para poder iniciarse bien en la lectoescritura.
Pero volvamos a tu habla y veamos cómo transformarla en el mejor estimulador.
• Procura hablar (leer) sin prisa y haciendo una buena pausa después de cada idea (punto y aparte). Así los niños tienen tiempo para integrar mejor lo que lees.
• Articula lo mejor que puedas, pon conciencia a tu propio lenguaje. Los niños aprenden por imitación, sus neuronas espejo se activan a través de ti. Por lo tanto, si quieres que hablen más claro, que se les entienda mejor, al menos a la hora del cuento, procura poner mucha atención a tu propio lenguaje.
Ya has visto que se trata de sugerencias simples, ahora queda en tus manos que lo lleves a la práctica y experimentéis los cambios por vosotras y vosotros mismos.
¡Mucho ánimo!
Y por cierto, recuerda que lo más importante es que disfrutes de ese tiempo compartido con tus hijos, que sea un momento de calidad y relajado. Que haya instantes de miradas y sonrisas. Porque el otro ingrediente para que emerja el lenguaje con toda su fuerza es la conexión.