¿Cómo hacer para que mi hijo juegue solo?
Pequeños preguntones 3 min.

¿Cómo hacer para que mi hijo juegue solo?

A todas las madres y padres nos encantaría, después de trabajar y atender a las tareas de casa, dedicar todo el tiempo del mundo a nuestros hijos e hijas y jugar durante horas, pero la realidad es que muchas veces es temporalmente imposible. 

¿Cómo podemos fomentar entonces que jueguen solas y solos haciendo que no se sientan desprotegidos, que disfruten de ese tiempo y aumentando su confianza? Sigue leyendo este post de Alejandra Melús donde te da algunas claves. 

ALEJANDRA_MELÚS

Experta en Atención Temprana y primera infancia

@melusalejandra

Para comprender por qué el niño necesita o no jugar acompañado, es necesario saber que el desarrollo evolutivo de cada ser humano es único y exclusivo. Su madurez y su evolución en cada área del desarrollo, condicionará su comportamiento y la adquisición de nuevos hitos a lo largo de su vida.

Habrá niñas o niños  que sean más independientes que otros, niños que precisen de mayor seguridad, niños que tengan un carácter que les anime a investigar y descubrir continuamente, ambientes diferentes en los que se desenvuelvan y crezcan, familias que favorezcan más unos patrones que otros y por supuesto el factor genético e intrínseco de cada uno que será esencial a la hora de crecer y formar nuestra personalidad.

También debemos tener en cuenta que las etapas del juego son diversas y para comprenderlas  es esencial conocer los tipos de juego, tal y como hablábamos en este artículo 

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Además todo ello irá determinado también por varios factores:

  • El espacio de juego debe ser adecuado a sus necesidades, a su desarrollo, a la etapa que está experimentando, a su momento evolutivo. No es lo mismo un niño que juega con 12 meses a explorar el espacio con todo su cuerpo, que un niño de 5 años que está construyendo y creando con piezas. 
  • Ofrecer un ambiente seguro, con materiales homologados, un espacio protegido de peligros, mobiliario adecuado y con supervisión del adulto.
  • Materiales bien seleccionados y a su alcance. Es esencial tener en cuenta su calidad, como su funcionalidad, el número, la cantidad, su colocación y presentación.
  • Menos es más. Un espacio libre de obstáculos, con pocos objetos, actividades sencillas y materiales básicos, que no tengan miles de funciones (botones, sonidos, luces, melodías…). Es preferible que el material sea sin una estructura única, que ofrezca la posibilidad de imaginar, crear, elaborar un juego independiente y autónomo.
  • Los adultos solo debemos acompañar el juego, al inicio estando presentes, interviniendo lo mínimo, dejando que los niños soliciten nuestra participación, pero sin modificar su idea, su estructura, su juego. Ellos son los verdaderos protagonistas. Ellos escriben el guion y nosotros estamos para entregarnos, jugar desde su mirada y tratar de comprender su creación.
  • Su atención irá incrementando según vayan madurando. Con 1-2 años un niño podrá estar atento unos minutos a un mismo juego, incluso en muchas ocasiones solo unos segundos. Pero según vaya madurando, su atención será más continua y sostenida en el tiempo, llegando a llevar a cabo juegos de 5-10 minutos, o incluso de 15-20 minutos hacia los 3-4 años. 
  • Favorecer el juego libre, donde escoja sus materiales, su actividad, su colocación, para que la atención vaya incrementando, gracias a que son juegos elegidos por el niño donde imagina y potencia su creatividad. Según vaya creciendo y madurando, podremos introducir normas y turnos en los juegos, actividades cerradas o juegos de reglas.

Una vez que conocemos cómo preparar el espacio, el ambiente, el material y las capacidades del niño, ¿cómo podemos favorecer el juego autónomo?

  • Potenciando el sentido de pertenencia del niño o la niña, haciendo que se sienta parte del grupo, de la familia, siendo esencial con su manera de ser, siendo aceptado en todos sus niveles, sin condición.
  • Favoreciendo su seguridad y confianza dentro del hogar, haciendo que se sienta protegido y amado de manera incondicional, respondiendo a sus demandas y a sus necesidades, poniéndole normas y límites de manera afectiva y firme.
  • Mostrándonos disponibles y accesibles siempre que lo precise y demande, respondiendo a nuestra llamada, ofreciéndole ayuda si la precisa o compañía si la necesita.
  • No juzgando su personalidad, sus decisiones o su modo de jugar. Aceptando su naturaleza, queriéndole como es, sin condicionar su juego por su sexo o su edad, y observándole mucho para crecer a su lado.
  • Respetando sus tiempos y su madurez. Hay niños y niñas que precisan de más atención que otros, hay niños que disfrutan jugando solos, otros que demandan mayor aprobación… por ello es importante fortalecer su autoestima, la seguridad en sí mismos, su autoconcepto, dejando que realicen por ellos mismos cada vez más tareas, sin decirles continuamente cómo hacer las cosas o si está bien o no. Puede ser una buena elección ofrecerles preguntas cuando nos preguntan si lo están haciendo bien. Por ejemplo, les podemos devolver la pregunta con un «¿A ti te gusta? ¿Te sientes orgulloso de lo que has hecho?». En lugar de decirle que está bien o mal algo, podemos decirles «¿Te has esforzado mucho haciéndolo?», y valorar más el proceso que el resultado en sí.

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