Cómo tolerar la frustración en la infancia
Ya sabemos que es muy difícil decir «no» a cualquiera de las peticiones de nuestros hijos o hijas, muchas veces porque nos rendimos a sus encantos, y otras por evitar los gritos, pataletas, llantos o hacer que estos cesen cuanto antes.
Si quieres saber cómo ayudar a tu hijo o hija a tolerar esa frustración que sienten cuando no consiguen lo que quieren de forma inmediata, sigue leyendo este post de Alejandra Melús, que nos comparte unas pautas buenísimas para evitar que estalle la tormenta de emociones.
ALEJANDRA MELÚS
Experta en Atención Temprana y primera infancia
@melusalejandra
Para poder conocer más sobre la tolerancia a la frustración y la importancia que tiene esta en nuestras vidas, primero, es esencial que sepamos qué es la frustración.
La frustración es la emoción que nos surge ante la imposibilidad de satisfacer un deseo o necesidad. Como es lógico, es una de las emociones que nos va a acompañar a lo largo de toda nuestra vida, desde la infancia, y debemos conocerla bien para poder gestionarla y acompañarla adecuadamente cuando nos llega y la sentimos.
Sentirse frustrado es algo común en nuestro día a día, ya que es habitual que no podamos satisfacer todos nuestros deseos, ilusiones u objetivos. Pero esta emoción que aparece en nosotros, aparte de ser necesaria, tiene que servirnos de motor para resolver el conflicto o la situación que la genera. No se trata de una emoción mala, sino de una herramienta que sirve para enfrentarse a determinadas situaciones y que, bien gestionada, es funcional y necesaria.
Nuestro papel como adultos es ofrecer herramientas adecuadas ante estas situaciones de frustración, para darles estrategias y que aprendan a tolerar la frustración, sin ser esta un obstáculo en sus vidas ni algo limitante en su día a día.
La psicóloga Bárbara Tovar te enseña en este cuento a alejar la ansiedad con ejercicios de concentración, serenidad y atención plena para hacer en familia.
Los más pequeños aprenderán a prestar atención al aquí y al ahora, con trucos para encontrar la calma en las situaciones cotidianas que les provocan ansiedad.
Un viaje para entender cómo funciona la mente, descubrir su poder sobre las emociones y encontrar la serenidad para estar felices en un mundo en calma.
Ver mas
Con este título de la colección Cuentos para contar entre dos, Eloy Moreno nos presenta a Veruca, una niña que lo quería todo, todo, todo y lo quería ¡YA!
Con preguntas para que los niños participen, personajes con los que los niños se identifican, ilustraciones que ayudan a desarrollar sus habilidades de observación y texto cuidado que impulsa el desarrollo de las emociones
Un libro con el que niños y padres podrán no solo divertirse, también aprenderán, participarán y, sobre todo, vivirán un momento muy especial en compañía.
Ver mas
Tolerancia a la frustración e infancia
Durante la infancia, la inmadurez cerebral no permite a los niños y las niñas razonar tal y como lo hace un cerebro maduro, de adulto, por lo que es imposible que un niño pueda comprender y actuar tal y como lo hacemos nosotros. Los niños no son adultos en miniatura.
Una vez hayamos comprendido que no se trata de que los niños sean caprichosos, sino de su capacidad por ser persistentes y perseverantes, propia de su edad y su desarrollo, seremos capaces de enfocarnos en las herramientas que necesitan para aprender a gestionar su frustración desde la calma, la empatía y el afecto, siempre con constancia y firmeza.
Durante la etapa de los 2 a los 4 años, su lenguaje se está desarrollando de manera muy significativa, tanto a nivel comprensivo como expresivo, y esto implica un cambio muy representativo en su manera de interpretar y comunicarse con el mundo. Además, su personalidad también se esta desarrollando y se asientan los pilares de su carácter, valores, primeras relaciones sociales entre iguales y mucho más. Es una etapa de cambios que se alargará varios años y que supone la base en su desarrollo como ser humano.
Debido a todos estos cambios en sí mismo o misma y en el entorno en el que vive, es habitual ver cómo su frustración aparece cuando no tiene herramientas para conseguir aquello que quiere, cuando no sabe alcanzar algo por sí mismo, no tiene el lenguaje para pedir algo o no sabe resolver un problema de su día a día.
Pautas que pueden ayudarnos a acompañar la frustración
• Comunicarnos con ellos según su nivel comprensivo, es decir, trataremos de usar un lenguaje sencillo, con frases directas y que sean capaces de entender. Si el mensaje es importante, debe ser concreto y directo, sin mucha elaboración, ya que su inmadurez no les permite mantener la atención durante mucho rato ni comprender mensajes largos.
• Agacharnos a su altura cuando le hablamos. Esto debe ser un imprescindible a la hora de comunicarnos con nuestros hijos. Debemos buscar su contacto ocular a la vez que lo acompañamos del punto anterior.
• Confiar en sus posibilidades, dando autonomía y confianza. De este modo irán adquiriendo capacidad de resolución y sintiendo que son más autónomos e independientes. Además de involucrarse en las tareas del hogar, adquirir nuevas habilidades y formar parte de la familia en todos los aspectos. Así se elabora el sentido de pertenencia y ofrecemos un clima de seguridad y confianza.
• Saber decir «no» es fundamental. Poner límites claros, donde el núcleo más cercano al niño transmita siempre el mismo mensaje, ya que a veces tendemos a dar mensajes contradictorios a los niños y esto les hace sentir inseguridad. No es necesario estar negando continuamente, pero el «no» debe ser una palabra más dentro de nuestro vocabulario. Muchas veces basta con decir lo que sí se puede hacer o lo que sí es adecuado, en lugar de emplear continuamente la negación.
• Alentarles para que se sientan capaces de algo, motivándoles y dándoles alas para ello, consiguiendo un ambiente de entusiasmo ante nuevos objetivos.
• Destacar aquello en lo que son exitosos, trabajando así también su lenguaje interno. A veces tendemos a decir repetidamente aquello en lo que fallan o no nos agrada, acaban repitiendo esa conducta porque sienten que ese es su papel en la familia, y a su vez favorecemos un discurso interno del niño en el que se dice a sí mismo lo mal que lo hace. Ser consciente de la importancia que tenemos como adultos de referencia es fundamental, ya que necesitan un buen referente donde mirarse.
• Trabajar la flexibilidad y la capacidad de adaptación. Mostrar modos diferentes de hacer una misma cosa, cambiando el camino para ir a los sitios, los horarios o el orden de las acciones, permitiéndonos mayor flexibilidad y haciendo que su capacidad de adaptación sea mayor. Ofreciendo nuevos alimentos, juegos, ideas…
• Fomentar la capacidad de elección. Darles la oportunidad de que escojan y sean consecuentes con sus decisiones. Al inicio con tareas sencillas como elegir la ropa, y más adelante con planes, acciones del día a día, etc.
• Ofrecer herramientas para trabajar las emociones, aprender a identificarlas, ponerlas nombre, hablar de todas ellas con normalidad, decir cómo las sentimos, qué nos hacen pensar, si nos gustan o no… sin juicio, siempre desde la disponibilidad y el acompañamiento.
Y no olvidarnos de que ante la frustración, nosotros los adultos, también tenemos que tener herramientas para saber canalizarla adecuadamente en nosotros mismos. Cómo reaccionemos nosotros ante diferentes conflictos, ante un problema o una situación desagradable, será un modelo y referente para ellos, que nos están observando continuamente.