Cuentos para fomentar la autoestima
Pequeños preguntones 3 min.

Cuentos para fomentar la autoestima

¿Es la autoestima una cuestión solo de adultos, o nuestros hijos también pueden tener una alta consideración de sí mismos? ¿Dónde está el límite entre la autoestima y la egolatría? Sigue leyendo este post para descubrir los beneficios de la autoestima y cómo potenciarla en nuestros hijos e hijas y que estén así más cerca de la felicidad. 

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Entendemos de libros que molan

Como sabes, la autoestima es la percepción que tenemos de nosotros mismos, pero ¿tenías constancia de que esta se empieza a formar desde que somos pequeños?

Nuestros hijos e hijas comienzan a desarrollar esa apreciación sobre sí mismos en el momento en que empiezan a tomar consciencia sobre su ser, y con nuestras palabras y actos podemos potenciarla o reducirla. 

Las herramientas principales para construir una autoestima sana son el amor y la libertad.

El amor es una herramienta poderosa, pero este ha de ser incondicional, sincero y respetuoso. 

La libertad, por otro lado, es lo que nos otorga el autoconocimiento. Si nuestros hijos no exploran con libertad, crecerán con la creencia de unas limitaciones que tal vez no existan, lo cual influye directamente sobre el estado de ánimo y las decisiones que puedan tomar. 

cuentos montessori

Por eso es necesario que los niños y niñas dispongan de libertad para decidir si quieren ponerse una prenda u otra de su armario que les haga sentir mejor; libertad para escoger qué juego de aprendizaje les apetece usar en cada momento; libertad para expresar sus emociones sin que estas sean infravaloradas, etc. 

Las limitaciones de esas libertades han de ser manifestadas con respeto y de forma constructiva, lo que se traduce en la mayor interpretación de amor. 

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CUENTOS_MONTESSORI MARTA PRADA

Pero para saber más de este tema, le hemos preguntado a Marta Prada, experta en educación Montessori.

Certificada como educadora de familias de disciplina positiva y formada como profesora de yoga para niños, asesora de lactancia y educadora de masaje infantil, comenzó a escribir su blog Pequefelicidad en 2015 para compartir su forma de entender la infancia. Además, viaja con su familia desde hace años por todo el país difundiendo con sus talleres presenciales la filosofía Montessori entre familias y educadores.

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  • Uno de los pilares del método Montessori se basa en la libertad de elegir. ¿Dónde y cómo marcan los padres el límite en un niño que no conoce las normas sociales y no puede actuar con esa libertad de la que aprende? 

MP: En Montessori la libertad se construye progresivamente. Hay una falsa creencia de que en Montessori los niños y niñas hacen lo que quieren en todo momento, pero no es así. Hay un acompañamiento cercano (más cuanto más pequeño es el niño) que a través de la presencia, el ejemplo y el ambiente preparado va guiando al niño precisamente para que se dé cuenta de lo bonito de vivir en sociedad y de la importancia de tratar con respeto a los que nos rodean y a nosotros mismos para poder convivir en armonía.

La diferencia, quizá, con la educación tradicional es que en Montessori se trata de inspirar al niño, para que, a través del trabajo, de la contribución y de la experiencia vaya adquiriendo concentración, autocontrol y consciencia para entender cómo relacionarse desde el respeto.

Cuando los niños no tienen un ambiente preparado para cubrir sus necesidades porque nos encontramos, por ejemplo, en un restaurante, tenemos que tomar consciencia de la importancia de practicar con ellos antes de ir al restaurante cuestiones básicas como el tono de voz que vamos a usar. Es importante, una vez allí, integrarles en la conversación, invitarles a probar nuevos alimentos, que coman a la vez que nosotros y que tengan algo útil que hacer cuando terminen la comida: por ejemplo, pintar o modelar plastilina... Hemos de ser conscientes de que necesitan movimiento, y eso implica que quizá tengamos incluso que salir con ellos a la calle un rato. 

La diferencia de Montessori con respecto a la educación tradicional es que el adulto no impone: inspira. El adulto no ordena: da ejemplo. El adulto no riñe: dialoga. Todo eso al final es clave para que crezcan con una autoestima sana y un pensamiento razonador.

Los límites no parten de los errores de los niños. Parten de la observación, de la consciencia y de las necesidades. Esa es la gran diferencia.

  • Un niño tímido es un niño con autoestima baja. ¿Cómo han de actuar los padres cuando el niño no quiere relacionarse o lo pasa mal en situaciones como conocer a otras personas o hablar a desconocidos? 

MP: Parto de que no hay niños tímidos. Hay niños que actúan con timidez en algunas situaciones. Es importante liberarnos de las etiquetas. Cierta timidez es normal en la infancia. Es una señal de prudencia a la hora de aprender a relacionarse. 

Sin embargo, cuando la timidez les bloquea  y les limita constantemente sí tenemos que tomar consciencia de que puede deberse a inseguridades y miedos provocados por una baja autoestima.

Es importante no forzar a los niños y niñas en ese tipo de situaciones. Han de enfrentarse a ellas de una forma muy progresiva, sintiéndose entendidos, acompañados y queridos independientemente de su reacción.

Validar sus emociones, empatizar y mostrar comprensión es fundamental. No debemos olvidar que hay que trabajar en la raíz. Es clave potenciar su autoestima a través de sus rutinas diarias y de nuestro acompañamiento respetuoso. También es muy importante fomentar un apego seguro: el contacto, las caricias y los momentos de calidad con los progenitores son tan importantes para su desarrollo sano como el agua para las plantas.

  • El acceso a internet y a las redes sociales pueden generar complejos en los niños al ver que ellos no son como sus referentes. ¿De qué manera evitar que se sientan inferiores a figuras que son alabadas por toda la sociedad? 

MP: María Montessori decía: «Cuando un niño se siente seguro de sí mismo deja de buscar aprobación en cada paso que da». Las redes sociales han traído un escaparate de continua aprobación. En cualquier momento del día puedes conseguir aprobación a base de likes, comentarios... Y eso es algo peligroso en una etapa de tanta inestabilidad como la adolescencia.

Por eso, cuanto más seguros y autónomos crezcan, más capacidad tendrán para tomar perspectiva, más allá de los likes y los comentarios de redes. 

Un niño no se siente más o menos valioso porque le demos un premio, un regalo o le digamos lo guapo que es. Los seres humanos se sienten valiosos cuando hacen cosas útiles con las que se sienten bien y con las que hacen sentir bien también a los demás. Son los pequeños gestos en la infancia los que fomentan una autoestima sana: darles tiempo para ponerse solos los calcetines, crear un ambiente preparado para que puedan encargarse de regar las plantas, invitarles a que pongan la mesa... Todas esas pequeñas responsabilidades les dicen a diario: «Eres importante para tu entorno. Eres un ser valioso».

Además, creo que también es fundamental que crezcan conociendo lo bonito de un mundo diverso. Que entiendan que cada persona es especial por su esencia individual y que todos somos diferentes. Tenemos que fomentar la cooperación y dejar de educar en un entorno tan competitivo y tan agresivo. Eso es el caldo de cultivo de la envidia, la inseguridad y la baja autoestima: creer que tengo que superar a los demás.

  • Las etiquetas que ponemos a nuestros hijos, tanto las positivas como las negativas (es tímido, es malo en los estudios, es perezoso… es muy inteligente, dibuja muy bien, es un gran amante de los animales…), ¿de qué manera influyen en su desarrollo? 

MP: Las etiquetas, aunque parezcan positivas (es inteligente, es listo, es guapo...) nos limitan. A veces tanto, que condicionan toda nuestra vida y nuestro potencial. Las etiquetas —aparentemente positivas— generan una presión insostenible en el tiempo: cumplir con las expectativas puede llegar a frustrar mucho y a generar un sentimiento de culpabilidad difícil de sobrellevar.

Y las etiquetas negativas se convierten en una piedra pesada que cargar día a día. Un niño que crece pensando que es malo, que es desordenado, que es nervioso, porque así se lo ha hecho llegar su entorno (el colegio, la familia...), se lo cree. Esas creencias condicionan nuestro comportamiento. Al final terminamos actuando como se espera de nosotros. Tenemos que tomar consciencia del peso de las palabras: pueden inspirar o lastimar, construir o destruir. 

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Un lugar en el mundo: Mi hijo es un lugar en el mundo.

El mejor recuerdo que tengas: Muchos recuerdos bonitos: me vienen momentos de mi niñez jugando en la naturaleza, pero también de mi maternidad en las mismas circunstancias.

¿Cuál era tu juego favorito de pequeña? Me encantaba jugar a la goma, el hula-hoop, la comba...

Un color: Aguamarina.

Un sabor: Chocolate.

Un olor: El de mi bebé recién nacido; era un olor a vainilla.

Película favorita: El diario de Noa.

Libro favorito: Cualquiera de los libros de Maria Montessori por lo que influyeron en mí. Diré uno: El niño. El secreto de la infancia.

Héroe o heroína favorita: Mi madre.

Un miedo: Echar la vista atrás y decepcionarme a mí misma por haber dejado cosas por hacer o por vivir.

Un deseo: Ver a mi hijo feliz cuando sea adulto.

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En Cuentos Montessori para potenciar la autoestima, nuestros hijos e hijas encontrarán nueve cuentos relacionados con la autoestima donde se exponen temas como la timidez, los complejos, la cooperación o las comparaciones. 

Además, los padres tenemos una guía al inicio de cada cuento donde Marta aclara algunos conceptos que nos sirven de ayuda para conocer y evitar cometer fallos en su educación por falta de conocimiento o recursos. 

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