El pensamiento mágico en la infancia
Pequeños preguntones 3 min.

El pensamiento mágico en la infancia

¿No sabes cómo explicarles a tus hijos algunas cosas que no son como ellos se imaginaban y con las que han vivido ilusionados desde que nacieron? 

Sigue leyendo este post de Diana Oliver en el que la psicóloga Lucía Bosque le da algunos consejos para hacer más llevaderas esas «mentirijillas»

DIANA OLIVER

Periodista especializada en infancia

@dianaoliver.es

El inicio de la pandemia por coronavirus nos trajo cambios difíciles de imaginar. Pienso, por ejemplo, en niños de la etapa de infantil viéndose con su profesora y sus amigos de clase a través de una pantalla de ordenador. Todas esas caras pequeñas dispuestas en recuadros como la foto de una orla esperando su turno para poder hablar.

El pensamiento mágico es una forma de entender el mundo, pero también forma parte de muchas de nuestras tradiciones.

La tecnología y el mundo moderno también es eso: poder meter a tu clase en el salón de casa. Esto me recuerda mucho a las reuniones del Consejo Jedi, en las que los miembros que no podían asistir físicamente lo hacían a través de un holograma. ¿Será el siguiente paso? El caso es que en una de estas reuniones escolares la profesora de nuestro hijo pequeño planteó a los niños y niñas que contaran qué pensaban que era la fantasía y qué era la realidad. «No lo sé», respondieron muchos, ante lo que la profesora siempre decía: «No tienes que saberlo, solo me gustaría que los que queráis me digáis qué pensáis». Yo, como espía privilegiada, solo deseaba que no salieran a la luz personajes como los amigos imaginarios, los Reyes Magos, Papá Noel o el Ratón Pérez, porque ¿qué hay más importante en la infancia que no saber qué es fantasía y qué es realidad?

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Una forma de entender el mundo

Escribía Carmen Martín Gaite en Caperucita en Manhattan: «Porque las cosas y las personas que solo se han visto con los ojos de la imaginación pueden seguir viviendo y siendo iguales, aunque desaparezcan en la realidad». Esa es la magia de los libros: que nos permiten mantener vivo el pensamiento mágico, que se desarrolla de forma natural entre los dos y los siete años. Una forma de mirar y de estar en el mundo que después la imposición del pensamiento lógico nos cambia.

pensamiento mágico en niños

Me explica Lucía Bosque, psicóloga y autora del proyecto Mimotikids, que la etapa del pensamiento mágico es una etapa del desarrollo completamente normal e incluso necesaria. «Los niños tienen una visión de la realidad un poco difusa, y, a veces, les cuesta diferenciarla de la fantasía. El pensamiento mágico les permite explicar algunos aspectos del mundo que les rodea que, de otro modo, no podrían comprender, ya que las habilidades cognitivas necesarias para ello todavía están en desarrollo», cuenta. 

El pensamiento mágico es una forma de entender el mundo, pero también forma parte de muchas de nuestras tradiciones. Hay familias que no saben muy bien cómo abordar el tema de los Reyes Magos, Papá Noel o el Ratón Pérez por considerar esto como una «mentira». Para Lucía Bosque la realidad es que, aunque a algunos nos duela reconocerlo, técnicamente es una mentira, pero la cuestión que cree que hay que plantear es si es algo perjudicial para los niños o, por el contrario, puede ser beneficioso. «Cuando hablo de este tema con algunos papás, me gusta hablar de tradición. Cada familia y cada país tienen unas diferentes. Si una familia elige libremente seguir una tradición como la del Ratón Pérez o los Reyes Magos, creo que no tiene por qué sentirse culpable. Con estos personajes estamos generando una fantasía que nos va a llevar a fomentar su imaginación, a disfrutar de momentos únicos, de sonrisas, de ilusión compartida; estamos creando recuerdos que los acompañarán siempre, y esto en ningún caso va a ser perjudicial para ellos. Del mismo modo, la familia que no se sienta cómoda con esta idea seguro que tiene otras tradiciones de las que disfrutar y con las que generar bonitos recuerdos, logrando el mismo beneficio para sus pequeños», señala. En los casos en los que estas tradiciones prefieren no mantenerse, y siendo la fantasía tan importante, ¿cómo llegará a ellos? Responde la psicóloga infantojuvenil que la fantasía llegará a estos niños igualmente a través de cuentos, del juego o de la magia. 

Cuando el pensamiento lógico se impone

«Saber que los Reyes existían era mucho más importante que los juguetes que me pudieran traer. La primera gran desilusión de mi vida fue dejar de creer en los Reyes», contaba Carme Riera en ese bello diario de embarazo que es Tiempo de espera. Esa reflexión me lleva a otra que escribe Manuel Jabois en la que dice que crecer es una traición. Lo es porque cuando el pensamiento lógico se impone, no hay marcha atrás: comienza esa etapa en la que hay que asumir la pérdida de la fantasía tal y como la conocíamos. ¡Y qué pena cuando se vuelve a vivir ese cierre a través de los ojos de tus hijos!

Para Lucía Bosque, aunque es normal que nos dé pena este momento por ser el fin de una etapa muy bonita, «debemos intentar verlo como un proceso natural, fruto de que nuestro peque se está desarrollando de manera sana y adquiriendo las habilidades que le corresponden». Recomienda abordar la situación con naturalidad y cariño, fomentando un entorno de confianza en el que los niños puedan hacer preguntas, compartir sus reflexiones y sus pensamientos y en el que les demos respuestas adaptadas a su nivel de comprensión. «Es fundamental para sentar las bases de una comunicación sana que será muy necesaria conforme vayan creciendo», señala. 

¿Cómo abordar desde casa el temido descubrimiento?

pensamiento mágico en niños

Lucía Bosque resume algunas claves que podemos tener en cuenta:

- Siendo conscientes de que en torno a los ocho años va a ocurrir, y que por más pena que nos dé, es lo natural. De esta manera, estaremos preparados para responder de la manera que nuestros hijos necesitan. 

- No es buena idea intentar prolongar la creencia de manera forzada una vez que nos preguntan directamente, ya que, a partir de ese momento, la confianza sí está en juego. Podemos transmitir la idea de que la ilusión puede seguir ahí si uno así lo decide, aunque sea de una forma un poquito diferente. Somos muchos los adultos que seguimos viviendo estas fechas de forma «mágica». 

- Debemos evitar mostrarnos desilusionados o enfadados con el niño, ya que podría sentirse realmente mal, y no presionarle para que mantenga el «secreto». Podemos mostrar complicidad con ellos, ya que, al fin y al cabo, su «descubrimiento» no deja de ser un hito importante en su desarrollo, una señal de que se hace mayor y de que está aprendiendo. 

- En caso de que se enfaden o nos recriminen haberles «engañado», podemos escuchar cómo se sienten y acompañar su emoción. Compartir las razones que nos llevaron a continuar esa tradición, dejar la puerta abierta a que el niño pueda decidir cómo hacerlo en el futuro con sus propios hijos y disculparnos con él si está dolido.

La verdadera historia del Ratón Pérez

Todos sabemos que el Ratón Pérez viene a vernos cuando se nos cae un diente de leche. Dejamos la pieza debajo de la almohada y, mientras dormimos, el ratón se cuela en nuestra habitación y nos lo cambia por una moneda o un pequeño detalle. Pero no todos conocen que su historia tiene apenas cien años.

Fue el académico de la lengua Luis Coloma quien la escribió en 1911 por petición de la reina María Cristina para su hijo Alfonso XIII. No es casualidad que el pequeño rey «Buby», como ella llamaba cariñosamente a su hijo, sea el protagonista de La verdadera historia del Ratón Pérez.

La reina encargó el texto ante el temor que la pérdida de un diente le producía al futuro rey. Esta es una fábula sobre un ratoncito que hace desaparecer los dientes, pero también es una historia que transmite valores como la empatía, la valentía y la generosidad. En sus páginas se mantiene viva una fantasía que calma unos miedos que son muy reales. 

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