
Dolores Avendaño, una vida tocada por la magia
Han pasado casi veinticinco años desde que el sello Salamandra publicara «Harry Potter y la piedra filosofal», el primer libro de una serie que trataba las aventuras de un joven mago del que ya se hablaba mucho en Reino Unido. Lo que nadie podía imaginar entonces era el tremendo éxito en el que se convertiría y lo icónica y reconocible que sería su portada. Tras él, vinieron seis más, todos ilustrados por la misma mano, la de Dolores Avendaño, quien siempre soñó con ser ilustradora.
Descubre en este post cuánto hay de Dolores en Harry y cuánto de Harry en Dolores.

GABRIELA GILSANZ
Periodista, editora y (sobre todo) bimadre.
Desde sus inicios en Argentina hasta su éxito internacional gracias a los personajes de J. K. Rowling, Dolores ha demostrado una fuerza inquebrantable para enfrentar las adversidades y alcanzar sus sueños. A pesar de los obstáculos que encontró al principio de su carrera, con su tesón, su fortaleza y una pequeña ayuda de la varita de Harry Potter, ha logrado convertirse en una de las ilustradoras más queridas y respetadas a nivel mundial. En la conversación que tuvimos en las oficinas de Penguin Random House con motivo de su visita a la 82.º edición de la Feria del Libro de Madrid, Dolores nos brindó una mirada profunda y motivadora sobre cómo perseguir nuestros sueños y encontrar la felicidad en lo que hacemos.
La clave en la vida de esta argentina de ascendencia española son sus sueños. Desde que era solo una niña, tenía muy claro que su futuro estaría ligado al mundo de la ilustración. En el fondo de su alma infantil, sabía que sus manos iban a dar rienda suelta a la tremenda imaginación que corría por su cabeza, plasmando sobre el papel los más diversos personajes mágicos y fantásticos, que harían las delicias de pequeños y no tan pequeños.
A lo largo de este viaje en busca de sus sueños, se encontró con numerosos escollos que, muy lejos de desanimarla, le hicieron crecerse y luchar con más fuerza. El primero de ellos fue que, en su Argentina natal, no existía una universidad en la que se impartiese la carrera de ilustración. Tras estudiar Diseño gráfico, realizó una exhaustiva búsqueda (recordemos que en esa época no existía internet) hasta dar con una universidad en EE. UU. donde podría cursar estudios de posgrado en ilustración de cuentos fantásticos.
Parecía que las cosas empezaban a mejorar para Dolores, pero, al finalizar el plazo de matriculación, cuál fue su sorpresa al ver que su nombre aparecía en la lista de espera. Estaba intentando entrar en la mejor universidad de arte de EE. UU., y de nuevo el camino no iba a ser fácil. Pero la fuerza de sus sueños ganó el pulso y, tras gastarse dinerales llamando cada semana a EE. UU. para interesarse por el proceso de admisión, fue admitida en el curso de verano previo al inicio del posgrado, donde durante un mes pudo tomar contacto con el campus y los profesores. Con septiembre llegó el momento de la verdad. Dolores por fin se encontraba en el aula de ilustración, con sus lápices y su bloc de dibujo dispuesta a absorber cada palabra de aquellos genios de la ilustración. Al mirar a su alrededor y ver la seguridad y confianza de sus compañeros, algunos de ellos verdaderos artistas apodados coloquialmente en la facultad como «regalos de Dios a la ilustración», nuestra protagonista empequeñeció. Con su goma siempre en la mano, lágrimas en los ojos y una capa de inseguridad y complejos, pasó los primeros meses de su época en EE. UU.
Sin embargo, en la vida de toda ganadora hay un punto de inflexión, un resorte que cambia sus pensamientos y la encumbra a lo más alto. Y en el caso de Avendaño, el maestro Miguel Ángel Buonarroti fue el detonante de que todas esas debilidades quedasen rápidamente olvidadas. En clase de Técnicas del renacimiento, el profesor les mostró unos bocetos de un estudio de las formas humanas en el que el italiano había repetido el dibujo de un brazo hasta cuatro veces: «Si Miguel Ángel tiene que dibujar un brazo cuatro veces, no está tan mal que yo tenga que llevar la goma en la mano». Y, así, un posgrado de cuatro años se redujo a dos y medio para la incansable Dolores Avendaño.
Tras meses de una exhaustiva e intensa búsqueda en editoriales y clientes, llegó el primer encargo: On Halloween night, un libro de tapa dura y gran formato, todo ilustrado, para una importante editorial americana. «No lo podía creer, era mi sueño. Y lo estaba consiguiendo recién salida de la universidad, en mi primer trabajo», dice Dolores emocionada. «La editorial confió plenamente en mí, dejó en mis manos todo, el formato, el tipo de ilustración, el tamaño… y decidí que el libro entero fuera ilustrado ¡y a doble página! Había tanto dibujo que apenas cabía el texto». Era su gran oportunidad y la había conseguido gracias a su esfuerzo y a su tenacidad: «En un primer instante la hoja en blanco me dejó totalmente paralizada: mi primer libro, de una editorial importante y en Nueva York. Pero fue un instante breve, no duró mucho, y después lo que hice fue centrarme en el texto, en el trabajo, en el momento presente, y mi mente se olvidó automáticamente del qué dirán o no, si les iba a gustar, si iba a ser un buen libro, todo eso hay que dejarlo totalmente de lado, y así me lo habían enseñado mis profesores: la importancia de enfocarse en el proceso. Lo hice y el resultado final llegó solito, y tuve la gigantesca satisfacción de que ese primer libro estuviera en las vitrinas de todas las librerías de Nueva York y de Boston. ¡Incluso apareció en una escena de la película Tienes un email de Meg Ryan!».
Al finalizar este primer dulce momento, y llena de incertidumbre por cómo mantener el contacto con los nuevos clientes que estaba empezando a tener en EE. UU., su visa caducó y se vio obligada a volver a Argentina. Pero como podrán adivinar, esto no fue sino una nueva oportunidad para hacer más grande el trabajo de esta ilustradora. Comenzó a trabajar con editoriales en Argentina, entre ellas la filial local de HC, cuya matriz en España acababa de comprar los derechos del libro de un pequeño niño mago que estaba empezando a sonar con fuerza en los países anglosajones. En una de sus visitas a la editorial, el director de Arte le ofreció ilustrar la portada de ese primer libro, y al escuchar la palabra «magia» supo que ese trabajo era para ella. Tenía tan solo una semana para llevar a cabo el encargo —leer el libro y realizar el boceto y el original—, pero nada se interponía entre Dolores y su sueño. Resultó que ese pequeño niño mago era Harry Potter, y que a esa primera portada la siguieron otras seis. Y el personaje de J. K. Rowling comenzó a obrar su magia en la vida de Dolores Avendaño.

Dolores Avendaño en su vivita a Madrid la pasada Feria del Libro 2023. Fuente: Ig @avendanodolores
Gabriela Gilsanz: Pensando en el futuro, ¿Harry Potter ha quedado atrás o seguirá teniendo un hueco en la vida de Dolores Avendaño?
Dolores Avendaño: Harry Potter me ha ayudado de muchas maneras, no solo a nivel profesional, sino también personal, porque otro de mis sueños era tener una familia. Llegados a los cuarenta y siete años, dije: «Ok, no sé si hay otras vidas, pero, por lo menos en esta, tener una familia es un sueño que no se me ha dado y, bueno, lo acepto». Lo que hice entonces fue adoptar una perrita de la calle, la pobre había sufrido muchísimo. Y ahí estuve auténticamente en paz, asumí que esa era mi familia, mi perra y yo. En el momento en que acepté con mi corazón y con mi alma esa situación, apareció Luis, el que es ahora mi marido, que es viudo, tiene cinco hijos y nueve nietos. La vida me dijo: «¿Querías una familia? Pues aquí la tienes». Sus nietos son muy lindos y disfruto mucho con ellos. La vida definitivamente guarda sorpresas y Harry Potter, a su manera, tiene su magia, que me va tocando en la vida de distintas formas.
G.S.: Y a nivel profesional, ¿hay algún nuevo proyecto a la vista con Harry?
D.A.: Ahí no te puedo decir, quizás en un futuro no muy lejano podamos hablar de un nuevo proyecto editorial de Harry Potter, sería una gran ilusión para mí, pero no lo sé. Siempre hay nuevos proyectos y tengo la enorme suerte de que me encanta mi labor como ilustradora y de que los libros en los que trabajo son libros que quiero hacer y que me encanta ilustrar por sus temas, sus personajes… y creo que Harry Potter va a estar siempre. Harry Potter ha estado en mi vida de muchas maneras que nunca pude imaginar y siempre aparece algún fan o alguien que se cruza en mi camino y que me dice: «No sabes lo que tus portadas me han tocado y han significado para mí». También doy charlas donde hablo de todo este camino de superación, y de cómo Harry Potter me ayudó a conseguir mi otro gran sueño, que era correr la maratón des Sables (una ultramaratón de 243 km por el desierto del Sáhara).
Creo que quizá la manera en la que está presente en mi vida va evolucionando, pero siempre va a estar presente. Parece como si hubiera una pequeña influencia mágica de Harry Potter en distintos aspectos de mi vida. Si me hubieras hecho esa pregunta unos años atrás, te habría respondido: «No, ya se terminó». Hoy en día te digo que no, que Harry Potter no ha salido de mi vida y que creo que no lo hará nunca.
G.S.: Y hablando de magia. Como amante del mundo de la fantasía, si pudieses ser un personaje mágico o tener algún poder, ¿cuál sería?
D.A.: Yo no quiero ser otro personaje, quiero ser yo misma. Pero sí me gustaría ser mágica y que mi poder fuera tener la capacidad de que la gente que está a mi alrededor sea feliz. Desearía poseer la capacidad de generar felicidad, felicidad auténtica, de esa que sale de dentro. Aunque en realidad la felicidad está en cada uno, me gustaría poder ayudar a que esa felicidad salga fuera y que sean conscientes de ella, y, a partir de ahí, ayudarles a creer en sus sueños y que puedan ir tras ellos como me ocurrió a mí.

Las virtudes y fortalezas de Dolores no acaban en la persecución de su sueño de ser ilustradora. En su adolescencia el gusanillo del deporte empezó a introducirse en ella y, soñadora de grandes retos como es, se propuso correr carreras de larga distancia algún día.
«Me visualizaba a mí misma corriendo a través de la naturaleza, de distintas geografías, de distintos lugares. Me podía ver haciéndolo y soñaba con ello. No era particularmente deportista en ese momento, y, justo cuando estaba ilustrando la primera portada de Harry Potter, cumplí treinta años y me di cuenta de que, si no me ponía a entrenar ya, no iba a poder cumplir mi segundo sueño. Primero me puse como objetivo correr la maratón; 42 km. Me incorporé en un grupo que entrenaba largas distancias y con mi entrenador, Luis Migueles, me preparé la Maratón de Nueva York. Fue una experiencia maravillosa que me encantó y que me cambió la vida en el aspecto deportivo. Cuando volví dije: «Ok, corrí una maratón, y ahora ¿qué?». Pasé un mes como desorientada, sin un objetivo claro, hasta que mi entrenador llegó con una revista española que llevaba una magnífica foto a doble página de unos corredores en el desierto del Sáhara, me la enseñó y me dijo: «Dolores, esta es la carrera para vos», y yo vi esa foto y dije: «¡Sí, guau! Es la carrera para mí».
Comencé a entrenar duro, y gracias a mi imagen como ilustradora de Harry Potter, conseguí que una empresa me patrocinara, pues es una carrera muy cara que yo no podía costearme: la maratón des Sables, 243 km en seis etapas durante siete días a través del desierto. Y no es solo eso, sino también una carrera de autosuficiencia. Cada corredor tiene que cargar todo lo que necesita para esos siete días (comida, ropa, material de emergencia, agua, carpas estilo bereberes y pastillas de sal).
Fue la primera mujer argentina en correrla, y la única hasta más de diez años después. Tardó dos años en prepararla y para ella más que una carrera supuso una experiencia de vida.
Hoy en día, Dolores Avendaño se dedica además de a la ilustración y a sus entrenamientos deportivos, a dar charlas motivacionales por todo el mundo. Su historia nos inspira y alienta a superar obstáculos y a seguir hacia delante para lograr nuestras metas y sueños. Quizá Harry Potter obró algo de magia en ella, pero yo, sinceramente, creo que ella misma es pura magia.