Por qué David Walliams chifla a tus hijos (¡y a nosotros, los papás!)
Escritor, guionista, cómico, actor, presentador... y estrella mundial. Con más de 56 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, David Walliams es sin duda uno de los escritores infantiles más relevantes de la actualidad. De hecho, el autor de obras como «La abuela gánster» (Montena) y «Abuelasaurio» (Beascoa) será el encargado de pronunciar el pregón de Sant Jordi 2024, convirtiéndose así en el primer autor de literatura infantil en hacerlo. Aprovechando este hito, repasamos su bibliografía para entender qué tienen sus libros para encandilar a millones de niños... y de adultos. Bienvenidos al universo Walliams.
ANTONIO LOZANO
Escritor y periodista literario y cultural
El próximo 22 de abril, David Walliams (Londres, 1971) se convertirá en el primer autor de literatura infantil en ofrecer el pregón oficial de Sant Jordi en el Born Centre de Cultura i Memoria de Barcelona, en un acto organizado por el ayuntamiento de la ciudad. Semejante honor es una nueva muestra de la dimensión colosal de este escritor, que ha vendido cincuenta y seis millones de ejemplares en más de cincuenta y cinco idiomas. Editado en España por Beascoa y Montena, ambos sellos pertenecientes a Penguin Random House Grupo Editorial, La abuela gánster, Los bocadillos de rata, El chico del millón, El papá bandido, Los peores niños del mundo, de Montena; Un elefante inoportuno o Abuelasaurio, de Beascoa, son solo algunas de sus historias más conocidas.
También cómico, presentador y actor, Walliams ha sido bautizado como «el Roald Dahl del siglo XXI» y se ha convertido en una de las marcas de entretenimiento multimedia más importantes del Reino Unido en la actualidad, cuyos exitosos libros se han expandido a productos con licencia, adaptaciones televisivas, producciones teatrales, recorridos por estadios y una atracción en el resort Alton Towers.
David Walliams trabaja con un género tan infalible como la aventura y parece pensar y sentir como los niños, conectando así de un modo muy especial con sus intereses y emociones. Ahora bien, esto puede decirse de muchos escritores. Entonces, la pregunta es... ¿qué lo ha singularizado hasta convertirlo en un fenómeno global? O mejor reformulémosla: ¿por qué los chavales se vuelven absolutamente locos con sus historias? Siguen ocho hipótesis (y dos bonus tracks).
1. Walliams es un «gamberro»
Es un gamberro en todos los mejores sentidos que puede adoptar el término: un gamberro divertido, un gamberro con corazón, un gamberro que produce ternura. De ser un familiar, sería ese/a tío/a enrollado/a que cuenta historias fascinantes y de lo más incorrectas, que no duda en ponerse la ropa perdida lanzándose a jugar en el barro, que te da una chuchería antes de cenar y que te invita a participar en toda suerte de actividades (medio) peligrosas que tus padres te tienen terminantemente prohibidas. Sus libros apelan al lado travieso de cualquier niño, porque en su mundo, lleno de tareas, obligaciones y expectativas, nada agradecen más que les recuerden el placer de transgredir, de tomarse la libertad de rebelarse. Ya tendrán toda una vida para ser aburridos -¡el mayor pecado imaginable, sus libros no dejan de disparar contra los familiares y profes que te provocan muchas Zzzzzzzz!-, conformistas y predecibles, si así lo desean.
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2. Walliams es tronchante
Uno ha de hacer pausas para que la mandíbula vuelva a encajarse en su sitio y para que el lagrimal rellene el depósito. Sus historias beben del absurdo, del gag continuo, del giro genialmente tonto. Hay muchos trompazos, en la tradición del slapstick, pero también sorpresas ingeniosas, juegos de palabras, hipérboles que consiguen que te lleves las manos a la cabeza. «Hazlos reír, hazlos reír/ ¿Acaso no sabes que todo el mundo desea reírse?», cantaba el actor Donald O'Connor en uno de los números musicales más inolvidables de Cantando bajo la lluvia. Pues a ello se entrega en cuerpo y alma el escritor.
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3. Walliams te rompe los esquemas
Los machaca, lo tritura... ¿Quién ha dicho que un hipopótamo no puede llegar a la luna? Eh, eh. ¿Y quién ha dicho que cuando ese mismo hipopótamo llega a la luna no puede resultar que va y se encuentra con que ¡OTRO! hipopótamo se le ha adelantado? Eh, eh. ¿Y no serás de los que creen que uno no puede toparse con un gorila en un submarino? Y si estás convencido de que una fabricante de lavadoras no es capaz de fabricar un perro robot, muy mal, muy mal, reconsidéralo, amiguito. ¿Cóoooomo? ¿Y además afirmas con rotundidad que la fontanería no puede molar más que los bailes de salón? Ay, ay, ay, te urge leerlo, de verdad.
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4. Walliams adora los monstruos
¿QUIÉN NO ADORA LOS MONSTRUOS?, quizá os diréis. Cierto, pero el autor crea monstruos únicos, demenciales, guays a rabiar. Ahí está el monstruo Supercabezón, creado con la máquina montruosificante a partir de las cosas más horripilantes y asquerosas jamás vistas, o un pequeño hombre lobo que no da nada de miedo, el pobrecillo. También es capaz de esconderlos en los sitios más insospechados, como el palacio de Buckingham, o de crear una misteriosa Monstruopedia en la que se confirma la existencia del ejemplar más esquivo imaginable: el Desto.
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5. Walliams puede ser maravillosamente asqueroso
Por sus libros han desfilado, con alegría y desparpajo, babas, piojos, mocos, mugre, pedorretas y toda suerte de elementos repulsivos. Sin embargo, puede que su mayor hazaña haya sido conseguir que la mismísima reina de Inglaterra pronunciara repetidamente la palabra «caca».
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6. Walliams detesta la moralina
No hay rastro de sacarina en sus libros. ¡Puaj! Esto no quita que no lance mensajes positivos, recordándonos el valor de ser fiel a uno mismo, de cuidar de los seres queridos, de no juzgar de antemano, de esforzarse por lo que merece la pena... pero no te los sirve rebosantes de nata, con violines tocando de fondo y cursiladas de ningún tipo. ¡Puaj otra vez!
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7. Walliams sabe que las abuelas molan mazo
Esto es señal de su alergia a los tópicos, lo prejuicios y a nuestra manía de llegar a conclusiones precipitadas. A veces creemos saberlo todo sobre los que nos rodean, pero qué duda cabe que tu abuela puede esconder a un dinosaurio o a una gánster. De modo que, moraleja punk, jovenzuelos: no os paséis de listillos y tomaos la molestia de profundizar en las vidas y personalidades de la gente.
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8. Walliams tiene un lema: «Leer es bueno para la salud»
De aquí que se sepa todos los trucos para cumplir con éxito la misión más importante de su vida: cazar incluso a los mini lectores más reticentes. Esta carta abierta de Raj, el quiosquero, en Los peores niños del mundo da fe de su astucia para atraparlos con un pérfido recurso a la psicología inversa: «Por favor, porfa, por fi, os lo ruego, os lo suplico, por lo que más queráis. ¡NO LEÁIS ESTE LIBRO! Si ya lo habéis comprado, destruidlo. Si lo estáis hojeando en la biblioteca de barrio, sacadlo fuera, rasgad las hojas, pisoteadlo, volved a rasgarlo otra vez por si acaso y luego enterrad los trozos a gran profundidad. Más vale asegurarse. Este libro ESPANTOSO, y os aseguro que es un espanto, sobre todo por la cantidad de faltas hortográficas que tiene, es una mala influencia para las mentes de los más pequeños».
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«Bonus track» número I
Walliams dispone de unos cómplices que son la bomba. Sus ingeniosas y desternillantes historias encuentran su complemento perfecto a través tanto de ilustraciones como de juegos con la tipografía que sacan el máximo partido expresivo y dinámico a las frecuentes onomatopeyas.
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«Bonus track» número II
Walliams es muy aficionado a confeccionar listas con las que te petas, tanto que casi valdría la pena comprarse dos ejemplares para poder arrancarlas y colgarlas en el corcho de tu dormitorio, en la puerta de la nevera o allá donde prefieras.
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