Retratos de lo invisible es el nuevo poemario de Ane Santiago, autora del blog Cartasaningunaparte. Deliciosos poemas ilustrados que giran en torno al amor, el desamor, la familia, la percepción de uno mismo y el tiempo.
Te he encontrado en los rincones
donde te perdiste
y dejo migas de pan
por los caminos que huyes.
Cuando uno escapa de casa
está buscando su hogar.
Sigue el hashtag #retratosdeloinvisible
Y si quieres saber todo sobre nuestras novedades, únete a nuestra comunidad en redes.
Somos Infinitos
@somosinfinitos
@somosinfinitoslibros
Novedades, autores, presentaciones primeros capítulos, últimas noticias... Todo lo que necesitas saber en una comunidad para lectores como tú. ¡Te esperamos!
Al Aita. Por ser el eco en cualquier silencio recordándome
que no estoy sola
Al final del túnel
Dejarme caer
con el eco de la piedra
que choca
contra el fin del abismo,
o en el ruido de dos manos
que empiezan a separarse.
Estirar la soga
y quemarse las manos
hasta encontrar el equilibrio.
Buscar la luz
al final del túnel
y encontrarte a ti.
Autorretrato I
Torpe en las despedidas
como fumar con la mano izquierda,
o dejar saltar al corazón
a la pata coja.
Todavía crees
que no tienes nada que decir,
dudas mientras lo cuentas.
Y el beneficio no hace más
que llenar de heridas las letras
y dejar de contar historias.
Como tu esfuerzo por comprender
y seguir amando desde la jaula
para dejar fuera al monstruo
y que al sentir espacio, baile.
Repítelo de nuevo:
la nostalgia es un regalo.
Y sin embargo
te duele tanto estar sola.
Billete de vuelta
Aprender
a querer a ciegas
sin poder leerte
con las manos.
Tocar el horizonte
con los ojos,
o imaginarme un beso.
Tendré que aprender ahora
que la distancia
es un abrazo entre comillas.
Que cuando no hay hechos
las palabras andan,
y mi verdad se va de copas
con mis dudas.
Y mis miedos
acarician a mis miedos
y se conocen.
Ya no se asustan tanto.
Tendré que aprender ahora
que la nostalgia
es un billete de ida
sin retorno,
cada vez
que me pregunto
si estás.
Retrato de B
No sirve de nada apostar:
juegas con una vida
que se parece a la muerte
desde que naciste.
Pon tu corazón entre rejas.
Ajusta la jaula hasta que sangre
y haz de cada víscera un poema.
Llama Victoria a una botella.
Quiérela cada noche,
háblale de tus derrotas
hasta que se te olviden.
Memoriza tus heridas
como un niño que se mide solo
y nunca conoce la altura exacta
pero crece.
Coge ese mismo lapicero
y habla de la soledad:
nadie sabe más del silencio
que quien necesita palabras
para contar lo que no sucede.
Construye una habitación
forjada de cristal blindado.
Consigue una buena armadura
que guarde tu amor debajo
hasta que lo sudes
y en las paredes empañadas
puedas empezar a escribir.
Disfrázate de payaso.
O de valiente,
que se le parece mucho.
Y cuando crean que te quedas
diles al oído que nunca te habías marchado.
Que seguías ahí,
cosiendo y remendando entre las grapas.
Repitiéndote día y noche que no,
que los hombres no lloran,
que todo esto era más fácil,
que escogiste el camino abrupto
porque jamás conociste el correcto
¿Y quién quiere temer al miedo
si ya ha conocido a la vida?
Autorretrato II
Piso
tras los pasos de la niña
que sentía el peso del mundo
en el recreo,
cuando dar un paso a la derecha
sobre el suelo rojo
y entre tanto ruido,
ya le parecía mágico.
Poder escoger
y acabar renunciando
a lo inevitable.
El homicidio silencioso
de una planta que no crece.
El absurdo
de haber buscado espejos
cuando teníamos el rí