pero no de ti
Y me enamoré, pero no de ti.
Me enamoré de lo que creí
que podíamos haber sido aquella noche.
De imaginar lo que podrías
hacerme sentir por las mañanas.
De perdernos bajo las sábanas de mi refugio.
De los susurros al acabar
de recorrer mi espalda, despacio,
con paradas estratégicas
para hacerme perder los nervios.
Y al llegar,
temblar.
Y es que contigo
no quiero perder la capacidad de temblar.
No quiero acostumbrarme
a tu ruta por mis lunares
como si fueras a hacerlo siempre.
O alguna vez.
Y me enamoré, pero no de ti.
Me enamoré de mis ganas de temblar.
De los mimos, las risas, los secretos…
De abrazarte por detrás
hasta que te duermas,
mientras le devuelvo
todos los besos a tu cuello.
De la paz de después.
Me enamoré de no poder dormir
sin tocarnos.
De despertarnos en mitad de la noche
para volver a la casilla de salida,
medio dormidos,
como en un parque de atracciones sin colas,
siempre quieres repetir.
De no contarte mis días malos
porque no quiero perder el tiempo.
De prepararme para una primera cita
en cada cena. En cada cerveza.
De mis ganas de helado contigo.
De subir, de bajar, de encontrarnos.
De no hablar en el sofá y no necesitarlo.
De los desayunos a las dos de la tarde
con libros y música.
Del «Ven más cerca».
De las siestas que siguen al aperitivo.
De la paz de después.
Y me enamoré, de ti.
De tus ganas de cambiar el mundo.
De mis ganas de escribir desde entonces,
aunque no sepa de estructuras
ni de dónde van las comas
ni el punto
ni el final.
De tu poesía a todas horas.
De no querer leerte
porque prefiero descubrirte
poco a poco.
De cómo me miraste.
De las ganas de más.
Y de toda esa mierda.
Pero recordé
que los besos no vienen
por mucho que los pidas.
O los quieras.
O los necesites.
Que mis ganas no sirven para los dos,
que hacen falta las tuyas.
Y esas no llegan.
Ni en coche ni en tren
ni en ciento cuarenta caracteres.
Que te sabes el camino,
y no has vuelto.
a tres calles
No te la esperas y aparece.
Cuando tienes todos
tus siguientes pasos organizados
viene y te atrapa.
Y te tienes que dejar coger,
porque en estos ratos consiste la vida.
La puta vida.
Porque siempre vamos a toda hostia
a la siguiente casilla sin saber muy bien
quién nos metió en la cabeza
que teníamos que seguir tirando el dado constantemente.
No lo tiro más,
me quedo aquí.
En esta cafetería.
Tengo media mesa con sol,
música de los años cincuenta,
un libro
y voy por el segundo café.
Y llegó
la paz.
Aquí.
A dos calles, tu casa.
A una calle, mi hotel.
La misma distancia
a la que estábamos ayer.
La misma
que ninguno de los dos recorrió.
Esta ciudad que nunca descansa
ahora está adormilada
y me enamora así.
difícil
Puede ser que te vea
y se me quiten las ganas
después de la primera media cerveza.
O que empiece a preferir
la verdura al chocolate.
O que aprenda a separar
la ropa de color de la demás.
O que deje de darme miedo freír un huevo.
Puede ser que el mundo
empiece a ser un poco más humano.
O que llegue a entender
por qué no sale la gente a las calles.
O por qué siguen votando lo que votan.
O por qué hay frentes en el fútbol.
Y fondos. Y tanto dinero.
O por qué siguen muriendo personas
por nacer en el lado pobre de un mar.
Puede ser que la gente
deje de mirarse el ombligo.
O que dejen de matarse
por cosas invisibles.
O que enseñemos a pensar y a sentir
en vez de a obedecer y a callar.
O que cambiemos los debos por los quieros
y los miedos por los puedos.
Puedo dejar de acordarme de ti
cuando me despierto de madrugada.
O puedo dejar de escribirte un mensaje
cada noche para luego borrarlo.
O puedes no querer todos tus lunes conmigo
si me dejas perderme en tu barriga.
O puedo dejar de poner mariposas
en todo lo que hago.
Todo es posible,
pero lo veo difícil.
más que nunca
Te acabo de leer.
Sabía que no era una buena idea.
Pensaba que así
te sentiría más cerca
y las ganas de estar contigo
pasarían a ese punto de difícil retorno
en el que molestan.
En cambio, no ha sido así.
Estás lejos.
Más de lo que estabas esta mañana
cuando me desperté.
Estás a todas las cervezas del mundo.
Y es que me he dado cuenta
de que sabes más de la vida
que muchos de los que se creen dioses
por tener sus días llenos de cosas. Inútiles.
Estás consiguiendo mover el mundo