Rubén Darío, del símbolo a la realidad (Edición conmemorativa de la RAE y la ASALE)

Rubén Darío

Fragmento

Presentación

Los acontecimientos históricos que a lo largo del siglo XIX jalonaron las independencias de las repúblicas americanas, concluidos en 1898, año en que Rubén Darío se desplazó por segunda vez a España, hicieron concebir al nicaragüense, en palabras del poeta mexicano José Emilio Pacheco, «la necesidad de un panhispanismo en ambos continentes». Esto es, la imprescindibilidad de ese impulso de solidaridad y cooperación idiomática entre los pueblos que hablan español que marca la política lingüística panhispánica desarrollada por la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) a lo largo de los últimos decenios.

Rubén fue un auténtico escritor cosmopolita, pero a la vez su biografía acredita un panhispanismo vital que aureola con una indiscutible impronta novelesca su vida, «escrita por él mismo» en 1912. Nacido en Metapa, pasa su primera infancia en San Marcos de Colón, en Honduras, para regresar al León de Nicaragua, residir luego en Managua, trasladarse a El Salvador, regresar a la capital de su país y emigrar en 1886 a Santiago de Chile y Valparaíso. Ya como corresponsal del más importante diario hispanoamericano, La Nación de Buenos Aires, recalará sucesivamente en Perú, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Costa Rica. Camino de España, cuando la conmemoración del cuarto centenario del descubrimiento, se detiene en La Habana, y a su regreso, se traslada a Panamá y de allí, vía Nueva York y París, llegará a Buenos Aires como cónsul honorífico de Colombia. Y en 1898, de nuevo en España, encargado otra vez por La Nación de seguir in situ el impacto del llamado «desastre».

Su posterior residencia en París como cónsul de su país facilitó sus viajes por la Europa continental, que en 1906 se interrumpieron por mor de su participación por parte de Nicaragua en la Tercera Conferencia Panamericana en Río de Janeiro. De regreso en América (Nueva York, Panamá y Nicaragua), fue nombrado embajador en Madrid. Siguen París una vez más, México, Brasil, Uruguay, Argentina, Mallorca, la ciudad del Sena, Barcelona, Nueva York, Guatemala y Nicaragua, donde fallecerá prematuramente en la ciudad de su infancia, León, el 6 de febrero de 1916, a los cuarenta y nueve años de edad. Nada más cierto que esta apreciación del poeta Pedro Salinas: «Su vida era, por decirlo así, trasatlántica, y desde el continente donde residía seguía sintiéndose, en rara ubicuidad, en aquel otro que le faltaba».

El año de su centenario coincide, pues, con el VII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) organizado por Puerto Rico en la ciudad de San Juan a partir del 15 de marzo de 2016. Sin la menor vacilación, la reunión plenaria de directores y presidentes de las Academias de ASALE que tuvo lugar en Guadalajara de México el 1 de diciembre de 2014 aprobó el proyecto de una edición conmemorativa rubendariana a propuesta de la Academia Nicaragüense de la Lengua Española, y en una nueva asamblea de la misma índole, en Santiago de Chile el 15 de octubre de 2015, ASALE aprobó el proyecto ya desarrollado por Nicaragua conforme a las pautas de la colección de «Obras Conmemorativas» iniciada en 2004 con el Quijote, y luego continuada con títulos señeros como Cien años de soledad, La región más transparente, En verso y prosa. Antología de Gabriela Mistral, Antología general de Pablo Neruda y La ciudad y los perros.

En este caso, bajo la coordinación general de don Francisco Arellano Oviedo, director de la Nicaragüense, se han elegido tres libros fundamentales del escritor de Metapa: Prosas profanas y otros poemas (1896), Cantos de vida y esperanza. Los cisnes y otros poemas (1905) y, en prosa, Tierras solares (1904).

El texto de los dos primeros procede de la fijación realizada por el académico, q. e. p. d., don Ernesto Mejía Sánchez, trabajo que efectuó con Tierras solares su compañero don Noel Rivas Bravo, autor asimismo de la correspondiente introducción, como don Julio Valle-Castillo y don Jorge Eduardo Arellano lo hacen en este volumen conmemorativo con Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza, respectivamente.

Al escritor nicaragüense Sergio Ramírez se debe el primero de los estudios introductorios de la presente edición, secundado por sendos textos del escritor mexicano, ya citado, José Emilio Pacheco, y del poeta en español y catalán Pere Gimferrer. Enriquecen la cumplida sección de aportaciones preliminares la del peruano Julio Ortega, y las mencionadas introducciones de Julio Valle-Castillo y Jorge Eduardo Arellano, y del español Noel Rivas Bravo.

Tras el conjunto de textos rubenianos se añaden cuatro estudios monográficos encabezados por Pablo Antonio Cuadra, fallecido en 2002, que fuera Premio Rubén Darío de Poesía Hispánica en 1965. Sigue el actual director de la Puertorriqueña, don José Luis Vega. Completan este importante capítulo las páginas escritas por uno de los editores de la obra poética de Rubén Darío, el español José Carlos Rovira, y por el expresidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia. En su conjunto, ofrecen una completa visión panhispánica del máximo representante de nuestro Modernismo desde la perspectiva geográfica e intelectual de Argentina, España, México, Nicaragua, Perú y Puerto Rico.

El volumen se completa con una «Bibliografía selecta» y un «Glosario», preparados por los responsables nicaragüenses de esta edición conmemorativa con la colaboración de las becarias Hilda María Baltodano Reyes y Eneyda Morraz Arauz, y las colaboradoras de la Academia Nicaragüense Rosa Mairena Uriarte y Zobeyda Zamora Úbeda; en sintonía con el coordinador de publicaciones de la Real Academia Española, Carlos Domínguez Cintas.

A todos ellos vaya la más sincera gratitud de la RAE y de la Asociación de Academias de la Lengua Española, que con esta nueva entrega de sus ediciones conmemorativas quiere honrar la memoria viva de Rubén Darío, el gran poeta panhispánico, renovador profundo y genial de nuestra lírica común y activador de todas las potencialidades expresivas del español como proveedor inagotable de palabras esenciales en el tiempo.

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Rubén Darío, Buenos Aires 1895

Rubén Darío, Buenos Aires 1895

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SERGIO RAMÍREZ

EL LIBERTADOR

Todo lo renovó Darío:

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