Gabriela Mistral en verso y prosa. Antología

Gabriela Mistral

Fragmento

01_Presentacion

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Apenas ofreció el Gobierno de Chile su hospitalidad al V Congreso Internacional de la Lengua Española —que antes habían brindado México en Zacatecas, España en Valladolid, la Argentina en Rosario y Colombia en Cartagena de Indias—, pensó la Asociación de Academias que, coincidiendo esa celebración con la del Bicentenario de la República de Chile y de otras repúblicas hispanoamericanas, el Congreso debía tener un marcado carácter americanista. De ahí el título de la convocatoria: «América en la lengua española».

Qué mejor para ello, en el orden de las ediciones conmemorativas, que hacer resonar en homenaje, con un timbre nuevo y amplificado, las voces de los hijos de Chile que el Premio Nobel reconoció como voces de América.

La primera, Gabriela Mistral. La mujer cuya escritura no traduce sino teje a contrapunto una vida llena de pasión trágica; de amores que no conocen fronteras; de experiencias vitales límite; de compromiso radical con su tierra matria y con el sueño de América; de compasión, en el sentido etimológico del término —sentimiento y vivencia compartida—, con los desheredados y oprimidos. Por eso, porque su voz literaria no solo traduce lo que ella vive, sino que forma parte de su propio vivir, ella se nos entrega en cada uno de sus escritos con su compleja visión del mundo y su mestiza pasión americana. Pero es importante señalar que su figura literaria se enriquece con las máscaras imaginarias que incorpora en su escritura, al tiempo que su voz se multiplica en voces y ecos.

Esta edición conmemorativa reúne íntegros los cuatro libros de poesía que publicó en vida —Desolación, Ternura, Tala y Lagar— cuyos textos fueron modificados en ediciones sucesivas. A ellos se suman inéditos poéticos de obras programadas que no llegó a publicar en vida, tales como Poema de Chile y Lagar II; una selección de otros poemas inéditos y dispersos, en algunos casos recogidos en Reino, Lagar II y Almácigo, y otros que proceden del legado que recientemente ha adquirido el Gobierno de Chile y ahora se conserva en la Biblioteca Nacional. Ofrece también este volumen muestras variadas de su prosa, injustamente poco conocida y en la que nos regala páginas admirables.

Por encargo de la Academia Chilena, se ha responsabilizado de la selección y fijación de los textos el profesor Cedomil Goic, miembro de ella. Para facilitar diversas vías de acceso a la obra, las creaciones mistralianas van acompañadas de estudios y breves ensayos de académicos de distintos países.

Gonzalo Rojas (Academia Chilena) habla de la experiencia de lectura juvenil de Gabriela y del relieve de su oralidad, así como de la visión de las «materias», tan cercana a la de Neruda. Describe Carlos Germán Belli (Academia Peruana) el itinerario real de sus encuentros con lugares mistralianos. Analiza Adolfo Castañón (Academia Mexicana) la relación entre la estética de Gabriela y su realidad personal. Bruno Rosario Candelier (Director de la Academia Dominicana) reflexiona sobre la vertiente interior y mística de su poesía. Pedro Luis Barcia (Presidente de la Academia Argentina de Letras) trata sobre la prosa de Gabriela Mistral. Cierra esta serie de estudios Darío Villanueva (Real Academia Española), quien ve a la poeta como el broche de enlace entre el Modernismo y la Vanguardia y se hace eco de la altísima valoración alcanzada por ella en la concesión del Premio Nobel.

Tras el conjunto de textos mistralianos se añaden seis estudios monográficos. Santiago Daydí-Tolson (Universidad de Texas) sobre la necesaria superación del autobiografismo; Grínor Rojo (Universidad de Chile) investiga el motivo de la niebla a lo largo de toda la obra; Ana María Cuneo (Universidad de Chile) escribe sobre Desolación; Mauricio Ostria (Universidad de Concepción) sobre Ternura; Adriana Valdés (Academia Chilena) sobre Tala; y Mario Rodríguez (Academia Chilena) sobre Lagar y la poesía inédita.

El volumen se completa con una «Bibliografía» esencial preparada por Cedomil Goic y el «Glosario» de voces e «Índice onomástico» también al cuidado de Cedomil Goic, en colaboración con un equipo de la Real Academia Española integrado por Carlos Domínguez y Abraham Madroñal.

A todos ellos manifiestan su gratitud la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española. Agradecimientos especiales merecen la Orden Franciscana por su generosa cesión de derechos de publicación, y el Gobierno de Chile, que nos abrió las puertas del valioso legado. Acceder a él significa entrar en el taller literario de Mistral y también, un poco, en su santuario privado. Porque, en efecto, junto a borradores de escritos en distintos estadios de redacción —de indudable interés para el conocimiento de la génesis de sus obras—, las cartas y otros escritos permiten una aproximación a lo más íntimo de una mujer de riquísima personalidad.

Gracias, en fin, a Eugenio Llona (Consejo Nacional de la Cultura y las Artes), a Pedro Pablo Zegers (responsable del Archivo del Escritor, de la Biblioteca Nacional), así como a Alfredo Matus (Director de la Academia Chilena de la Lengua).

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Gabriela Mistral

© Colección Archivo del Escritor. Biblioteca Nacional de Chile

cap-2

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GONZALO ROJAS

GABRIELA

No siempre el ensayo es un ensayo
sino una ventolera que no se deja escribir.

DE LA ANIMALA SOLA

¡Si sabremos Gabriela y yo de la maleza venenosa del chismerío y del rencor! Le dijeron de todo: mediocre, impostora, retardataria, decimonónica. Desde las infancias debió soportar la suficiencia y la mala fe. Borges le dijo no, Huidobro le dijo no, de Rokha casi no, ¿quién no le dijo no entre los letrados de la pedagogería del Mapocho y los vanguardistas vanguarderos del 38 que la negaron y la renegaron? Pero yo le digo sí, siempre le dije sí. Me cautivó desde los quince años ese tono tan suyo: rigor y desenfado, manejo abrupto del lenguaje que a lo mejor aprendió en el piedrerío de sus cerros, freno y desenfreno; las grandes sílabas del viento me cautivaron, esa especie de asma, la espontaneidad inmediata, y hasta el mal gusto del gran léxico Elqui arriba.

DE LA VISIONARIA

De niño no la supe oír en su palabra desollada, por la vocinglería acaso, tan opuesta al natural de su sencillez, y esa reverencia didáctica exterior. Cualquiera hablaba de ella en esas aulas húmedas de los viejos liceos chilenos. Cualquiera la declamaba y la vaciaba. ¡Pobre Gabriela! ¡Lo que fueron pa

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